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Exposición «Romanorum Vita»

El otro día estuve visitando la exposición «Romanorum Vita» –vida de los romanos- que ha montando la fundación la Caixa en Zaragoza, y que irá recorriendo distintas ciudades españoles a lo largo del año –Alicante, Tarragona, Burgos, Córdoba-.

¿Qué podemos encontrar allí? La recreación de una típica calle romana, y de una domus, de una ciudad cualquiera del occidente del Imperio romano, aunque prácticamente todos los elementos han sido directamente copiados de Pompeya –al menos ello garantiza que ha habido una buena documentación-. La página de la Caixa la presenta así: «Romanorum Vita es una exposición de divulgación histórica pensada para todos los públicos. Nos invita a pasear por una ciudad romana, un día cualquiera, poco antes de la destrucción de Pompeya, en el año 79 d.C., en plena época imperial. Y descubrir que los romanos no están tan lejos de nosotros…».

Como suele suceder muchas veces, la publicidad no tiene que ver nada con la realidad, y que se nos diga que se puede pasear por una ciudad romana es totalmente falto. Como he dicho, se trata de una única calle, y el interior de una casa. E igual de pretencioso es que la exposición lleve por subtitulo «Una historia de Roma». Aspiración demasiado alta para lo que realmente es la recreación de una mínima parte de los elementos de la vida de los romanos. Al parecer, cuando se habla de divulgación histórica se debe entender que hay que reducirlo todo a la mínima expresión, como si el visitante se fuera a empachar de información, si se le proporcionaran demasiados datos.

Tampoco se puede decir que sea una fatalidad, pero creo que los organizadores podían haberle sacado mucho más partido, y cuidar ciertos aspectos y explicaciones. El primer video de presentación nos dice que todas las ciudades romanas intentaban imitar a Roma, y cierto es. Pero se trataba de imitar la monumentalidad de los edificios, y no el plano octogonal que se menciona. Roma es una ciudad que ha sido construida y modificado a lo largo de los siglos, y, por tanto, su urbanismo era en gran medida caótico. Solo las colonias ex novo se construían a partir de este tipo de planos.

Tampoco creo que con tan solo unas letrinas, una panadería, un establecimiento de comidas, y unos cuantos graffiti, se pueda mostrar la vida real de los ciudadanos romanos, cuando en Pompeya se han encontrado evidencias de unos 50 oficios con sus distintos establecimientos –entre ellos lupanares, que superaban al número de panaderías-. Y menos aún cuando solo existen unas meras explicaciones, que mucho de los visitantes ni siquiera leerán. Y es que más allá del continuado uso de las nuevas tecnologías, lo que se echa en falta es un guía que sepa de lo que habla, y que permitiría, seguramente, una explicación mayor de cada uno de los elementos. Así, por ejemplo, en las letrinas habría muchas curiosidades para contar –que por cierto, aunque dicen haber recreado los olores de cada lugar, dudo mucho que lo hayan conseguido, al menos en las letrinas, en donde de ser así, mareos, nauseas, y mal estar, se apoderarían del visitante-.

También merecería la pena la explicación de la vestimenta romana, más allá de un cuadro explicativo en donde se nos dice que la vestimenta usual era la toga. Realmente la incomodidad de ésta era tal, que ya a finales del siglo I a.C. no solía ser usada, pese a que Augusto y los emperadores siguientes intentaron que no se perdiera la costumbre de vestirla. Desde luego, en el siglo I d.C., la toga solo era llevada por magistrados, senadores, etc. en ocasiones significativas. Y las mujeres, a no ser que fueran prostitutas, jamás llevaban toga.

Del mismo modo, el sistema de alcantarillado y de suministro de agua podría haber tenido algún tipo de consideración especial más allá de una fuente pública. Y es incorrecta la mención a que solo las casas de los más pudientes tenían suministro de agua. Es muy rara la existencia de éste en cualquier tipo de casa –a no ser que se produjera una conexión ilegal-. Éste solo estaba destinado a suministrar agua a estas fuentes, y a las termas. Por eso, en el atrio, de la casa que se muestra,  se encuentra el influvium y el compluvium, que permitía recoger del tejado el agua de lluvia, guardándola en un depósito.

Y, por cierto, relacionado con el agua, otra cosa que falta de explicar es que, esta ciudad ficticia, no debía tener alcantarillado al igual que sucedía en Pompeya. ¿Por qué digo esto? En un tramo de la reconstrucción de la calle se han puesto varios mojones que cruzan de una acera a otra. Estos servían para que el viandante pudiera cruzar la calzada sin mojarse los pies, ya que en una ciudad sin alcantarillado, la única salida de agua residual –como el agua de las letrinas- era mediante la calzada. Debemos imaginar, por tanto, el olor que tendría este tipo de ciudades.

Lo que clama al cielo es que se haya montado una grada en mármol, y que se haga alusión al foro. Cualquiera que lo desconozca podría pensar que un foro romano era realmente un lugar para sentarse. Y también me parece un fatal error la mención que se hace a un alcalde de la ciudad. No solo usan una terminología moderna que lleva a la confusión, sino que no explican que por regla general la magistratura máxima de la ciudad era ocupada por dos personas, recibiendo el nombre de duunviros. Muchos dirán que ello se ha hecho para que no fuera aburrido, una típica excusa, cuando más adelante se habla del nomenclator, nombre que recibía la persona que ayudaba al candidato en las elecciones, y que se llamaba así por conocer el nombre de una gran parte de los ciudadanos. De esta forma, el nomenclator le decía al candidato algo así como «ese que se acerca por ahí se llama Cayo Flaco, y acaba de tener un niño». El candidato se acercaba a éste, le saludaba como si le conociera de toda la vida, y le preguntaba por su retoño. Y es que así solían ser las campañas electorales. Como le decía Cicerón a su hermano Quinto, «no prometas nada en las elecciones». Y, por cierto, creo que el ficticio candidato. que se nos muestra. lleva una toga praetexta –caracterizada por una flanja púrpura-. Ésta solo la llevaban los magistrados en el cargo, y, en cualquier caso, los candidatos llevaban la llamada toga candida –toga brillante- que era totalmente blanca gracias al polvo de yeso que la hacía brillar –a diferencia de una toga normal, que tenía el color amarillento de la lana-. De ahí proviene nuestra palabra «candidato».

Cambiando de tema, tampoco hay una explicación del mosaico, a la entrada de la casa, donde está dibujado unos perro y la frase «cave canem» –cuidado con el perro-. Uno de los mosaicos pompeyanos más conocidos.

Y, finalmente, me llamó la atención que en el tablinum –una especie de despacho- hubiera una máscara colgada en la estantería como si fueran máscaras de carnaval. Ésta realmente parece una imago funeraria, dicho de otra manera, representa el rostro de un antepasado. Las familias solían tener este tipo de máscaras de sus más ilustres antepasados, guardadas dignamente en un armario en el atrio, en donde eran mostradas a los visitantes, para que observaran el linaje. Y solían ser portadas por actores en los funerales de algún miembro de la familia.

En conclusión, y después de todo lo expuesto, creo que lo que más falta es, ante todo, un guía que pueda transmitir conocimientos al visitante.

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