Historia Moderna

Luis XIV, el rey Sol

Existe una gran cantidad de biografías referidas a Luis XIV, desde algunas escritas aún en vida del rey, hasta las más modernas de la actualidad. La mayoría están referidas a la persona de Luis, es decir a su vida, pero también existen obras que tratan sobre su imagen, asunto mucho más interesante, asunto que recoge P. Burke, La fabricación de Luis XIV, Madrid, 1995.

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Luis XIV de niño

Hay muchos estudios sobre la imagen pública que tuvo el rey, pero ninguna de éstas obras abarca de una forma global dicha imagen, así por ejemplo, muchos autores han tratado la iconografía de Luis, sus representaciones, la literatura, la numismática, el arte, la música del periodo del rey Sol, pero sin llegar a poner todo en un conjunto, tal y como  lo vieron y lo aplicaron los propios ministros y consejeros del rey.

En los últimos cien años, los estudios sobre el rey han estado encaminados a la relación entre el arte y la política del reinado francés en el reinado de Luis XIV, entre los que cabe destacar los de Augusta Dilke y los de Ernest Lavisse.
Los distintos estudios de la figura del rey se contraponen unos a otros, tanto en las fechas en las que se produce cambios en las representaciones reales, así como la forma de entender la relación entre el arte y el poder, en la que se pueden encontrar dos tendencias que se contraponen. Por una parte estaría una visión cínica, y que tuvo partidarios en el s. XVII, que entienden las representaciones del rey como una forma narcisista y vanidosa. Claramente, esta tendencia fue seguida por opositores al propio Luis. En oposición a esta tendencia cínica, hay una visión en la que se considera que las representaciones del rey no están encaminadas a la adoración del monarca como persona, sino como símbolo del Estado, y por lo tanto no beneficiaba al rey sino a Francia.
También algunos autores han analizando la imagen de Luis en términos de la publicidad moderna. Es verdad que en cierto modo tenía el mismo objetivo que la actual publicidad, pero en el fondo es un error hacer ésta comparación, aunque ,en parte,  sus resultados puede ayudar a entender lo que realmente se pretendía.
Para aglutinar las dos tendencias, Meter Burke, autor del libro arriba referido, propone que el rey y el gobierno,conocían la forma de manipulación del pueblo a través de los símbolos, lo que conllevaba la creación del hombre, es decir, la figura Luis XIV fue creándose a lo largo de su vida.
Los medios que se utilizaron para transmitir al pueblo el poder del rey abarcaron todas las formas del arte, y muchas veces se utilizaba la figura del rey como representación de la victoria, ya que en cierto modo representaba al propio Estado, que el propio monarca francés lo resumió, o al menos se le atribuye, la frase «el Estado soy yo».
Existen imágenes de Luis en pintura, en piedra, bronce, tapiz, madera, y cualquier material que se utilizará para la creación del arte. Han llegado hasta nosotros en torno a unas mil representaciones del rey. Muchas veces se realizaban varias representaciones juntas, para contar la historia de su reinado. Los estilos que se utilizaron fueron los de la época, y cambiaron, como es lógico, a lo largo de su reinado, aunque se mantuvo una forma de representaciones de grandeza. Luis siempre aparece como el centro del mundo, y siempre se le atribuyen los símbolos del poder que caracterizan al monarca.90_louis_xiv
Era común que con excusa de algún acontecimiento, se fabricaran medallas con la esfinge del rey, y sobre todo grabados en madera, aguafuertes, medias tintas, que eran mucho más baratas, y que podían llegar a gran parte del pueblo.
La imagen de Luis preocupó desde el mismo día de su nacimiento, en el que se hicieron distintas ceremonias y eventos por toda Francia para celebrarlo. Desde ese día, hasta su muerte, se puede decir que Luis fue el centro de atención, y que nunca dejo de estar bajo la mirada de alguna persona, por intimas que fueran las circunstancias. La temprana muerte de su padre hará que con una corta edad, Luis sea representado con los atributos de un rey: flores de lis, manto real, cetro, etc. Cuando tuvo mayoría de edad para gobernar, el joven rey se presentó al pueblo en ceremonias, en tribunales, reuniones con el Parlament, y la entrada en Paris, todo ello con una parafernalia, que aumentará con los años, totalmente planificada hasta el más mínimo detalle. A partir de entonces, estatuas del rey serán levantadas en Paris, y se harán balets en su honor. La coronación en Reims fue también esplendida, sobre todo, porque allí se encontraban embajadores de otros países, y ante todo se trataba de engrandecer a Francia ante los ojos extranjeros, y será éste uno de los objetivos a lo largo del reinado de Luis: aparentar grandeza ante los otros Estados.
Con la muerte de Mazarino en 1661, el que había sido regente del reino, Luis pudo ahora gobernar con total libertad. El joven rey se rodeó de unos excelentes ministros y consejeros, que entre otros asuntos le asesoraron en su imagen (incluso habrá un consejo que tendrá como función asesorar sobre la imagen real) como por ejemplo Chapelain, y Colbert, este último uno de los principales artífices de la creación de Luis, quien entro otras cosas, presentó a Luis como el protector de las artes y las ciencias, como lo demostraba la creación de distintas academias: pintura, escultura, danza, ciencias, opera, etc. Todas ellas fueron además reguladas mediante reglamentos, y a lo largo del reinado sufrirán modificaciones de distinto tipo. Además, se buscaron escritores, historiadores y poetas, a los que se les asignaban pensiones, con el fin de que escribieran sobre la persona de Luis, claramente para ensalzarle, lo que provocaba una distorsión de la historia.
altSe utilizó también la arquitectura, la magnificencia de las construcciones, tanto para impresionar al pueblo francés, como a los embajadores extranjeros. Los principales proyectos de la década de 1660 fueron la reconstrucción del Louvre y de Versalles. El Louvre fue ampliado para alojar a una corte cada vez más ostentosa, aunque el rey no paso mucho tiempo en ese palacio, y fue utilizado por sus consejeros de imagen. En cambio, Versalles se convertirá en el símbolo del poder del rey, y que se irá remodelando durante cuarenta años. Hoy en día todo el mundo asocia a Luis XIV con el magnifico palacio de Versalles.
Todo lo que realizaban los consejeros o ministros del rey, se le atribuía al rey. Se quería dar la idea de que el rey gobernaba personalmente en todos los asuntos del Estado, por minuciosos que fueran, y que en él residía toda la soberanía. Cualquier pequeño logro de Francia se le atribuía a Luis, y se celebraba como un triunfo. Es por ello mismo, que al inicio de su reinado, Luis quiso gobernar sin nombrar un canciller, ya que la existencia de éste podía aparentar una dejadez de los asuntos del Estado por parte del rey.
A partir de mediados del siglo XVII, Francia tiene dos importes guerras exteriores: la llamada Guerra de Devolución (1667-1668) y la guerra de Holanda (1672-1678). Los consejeros del rey tienen la gran oportunidad para presentar a Luis como general victorioso. En la primera de las guerras, Luis llevo artistas a las campañas, para que le representaran en los acontecimientos de la guerra, incluso su familia, y parte de la corte le acompañaron. En la guerra de Holanda llevo incluso a historiadores. Una vez más Luis era representado como el líder indiscutible, y a él se le atribuía la estrategia de las guerras, aunque es bien sabido que fueron sus generales mejor capacitados los que realmente llevaron el mando en la guerra.
A la vuelta de las campañas, el rey entraba en Paris, imitando los antiguos triunfos romanos, incluso las vestimentas que Luis llevaba para la ocasión, recordaba al atuendo militar de los antiguos romanos. Se construían también para la ocasión arcos del triunfo, y algunos se construían con la intención de que permanecieran en el tiempo. Al regreso de la primera de las guerras, se le atribuyo el nombre de «el grande». Las pinturas que se conservan de ésta época representan a Luis como un héroe, siempre en medio de la batalla, y en poemas y panegírico se le comparaba con Carlomagno y Alejando Magno.
Acabados los años de guerra, tras la firma del Tratado de Nimega, Luis pudo volver a los temas civiles, aunque siempre se quiso dar la imagen de que Luis dirigía todos los asuntos del Estado a pesar de estar en campaña, por muy lejos que se encontrara de su administración. Se hizo una reorganización del sistema, permitiendo volver a destinar dinero en las artes. Luis se traslado definitivamente a Versalles, en donde también se traslado la administración central, y toda la Corte.
El palacio de por si ya majestuoso, fue aún remodelado, ahora por el arquitecto Jules Hardouin-Mansart, que diseño la Grand Galerie en donde se representan los hechos del rey, la Escalier des Ambassadeurs de tipo ceremonial, o el Salon de Guerre que daba un ambiente de triunfo. Las constantes embajadas que Luis recibía en Versalles quedaban asombradas ante tal palacio. El palacio de Versalles gastaba sustanciosas cantidades para las sucesivas ampliaciones y reformas.

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Retrato de Luis XIV realizado por Hyacinthe Rigaud
En cuanto a la corte, ha pasado a la historia la gran ostentación que mantenían. Las comidas del rey, o cualquier movimiento de éste era totalmente ritualizado. Se ha dicho que Luis no estuvo nunca fuera de la mirada de alguien, y que vivió interpretando como si de una obra de teatro se tratara.
A mediados de los 80, Colbert muere, y se produce un cambio en la presentación de la imagen pública del rey, y también se produjo un cambio en la política. Aunque se mantuvo una política de engrandecimiento del rey, los consejeros del rey que habían sentado las bases de su imagen ya no estaban. A finales de los años ochenta, por todas partes de Francia se pusieron estatuas del rey, que se quiso mostrar como algo espontáneo de las localidades, pero que desde luego se había ordenado dichas construcciones desde la administración central.
El decenio de los 80 fueron años de relativa paz, tan solo destacable el bombardeo de Argel y el de Génova, pero que fueron ensombrecidos por la Renovación del Edicto de Nantes, que fue aprovechado una vez más para presentar a Luis en medallas, y como defensor de la fe.
A finales de la década de los ochenta, cuando el rey ya se le consideraba un anciano, y con el se producirá una tendencia descendente tanto en política como en la producción de obras. Una de las últimas pinturas de Luis fue la realizada por Rigaud de 1701, pero que es la más conocidas de los retratos del rey.
En cuanto a la imagen del rey, se produjo un cambio en ella, en buena medida porque ya no tenía unos consejeros capaces, ni tampoco contaba con poetas e historiadores como los que había tenido en su juventud. La guerra de los Augsburgo y la guerra se Sucesión española dejaron a Francia endeudada, y poco a poco se iba apagando su supremacía política. Estas guerras fueron celebradas, pero no como se habían celebrado las anteriores de los años sesenta y setenta. La producción de medallas conmemoraban acontecimientos que no eran relativamente importantes, pero con un número pequeño de producción, como sucedió con las que conmemoraba la victoria de la guerra de Sucesión española, que fue tan solo de 24 unidades, nada comparable a las que se habían realizado en su juventud.
También, en esta decadencia de la producción artística, tuvo mucho que ver las sucesiva derrotas que Francia asumió durante los últimos años del reinado, lo que contribuyo a que no se encontrara hechos ni motivos para conmemorar, como había sucedido en las décadas anteriores.
Las últimas escenas de Luis fueron la de su muerte. Incluso su enfermedad y sus últimos consejos sirvieron de excusa para éstas últimas escenas. Y como era de esperar, su último acto público, su funeral, fue de gran magnificencia, y se publicaron por todo el país oraciones funerarias en honor al rey fallecido.
A pesar de todo lo que se había hecho, por dar una gran imagen al rey, a su muerte las críticas a su reinado estuvieron a la orden del día. Además de la producción artística, que puede llamarse oficial, había otra incubierta, dirigida por sus oponentes, que trataba de ridiculizar al rey como demuestra alguno de los grabados de este tipo que se conservan.
Los antecedentes de ésta imagen se encuentran en Luis XIII y Felipe IV, que ya dieron mucha más importancia a su imagen. Además hay que contar con que Luis tenía esposa y madre española, por lo que conocía bastante de cerca el uso de la imagen que se le estaba dando a Felipe IV en España. Que la corte se trasladara a Versalles se puede encontrar como antecedente en Enrique IV de Inglaterra que hizo algo similar. Muchos de los artistas que Luis XIV utilizó eran italianos, e imitó a los Medicci, ya que una abuela suya pertenecía a esta familia. Muchos palacios italianos sirvieron de orientación para la construcción de palacios y nuevos edificios en Francia.
Como conclusión, se puede decir que la imagen de Luis no estaba destinada a todos los súbditos de Francia, ya que los medios de comunicación utilizados no eran de masas, y gran parte del pueblo era analfabeto, quien no sabía leer las inscripciones o que simplemente no lo sabían apreciar, si no que iban dirigidas a las clases altas, en cierto modo las que más podía interesar al gobierno francés. A pesar de todo, se contribuyó a crear una opinión pública en Francia sobre el rey.
Otro de los objetivo fue dejar la imagen de Luis para la prosperidad, de hay la utilización de historiadores, que incluso habían acompañado a Luis en las campañas militares.
Por otra parte de pensaba también en el público extranjero. Había que crear una imagen de grandeza y de poder, había que impresionar a las cortes extranjeras, de hay la gran importancia de la diplomacia con relaciones hasta con el Estado más pequeño. Se intentaba proyecta la imagen más haya de Europa. Muchas de las obras literarias que mencionaban a Luis eran traducidas a otros idiomas. Si es cierto que muchos se escandalizaron por esta imagen, sobre todo los retractores del rey francés, incluso gobiernos de otros países, aunque la realidad fue que la mayor parte de las cortes europeas quisieron imitar su ejemplo, e intentaron ponerse a la altura de la francesa.

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