Arquitectura pública griega

El estilo arquitectónico de una civilización es una profunda seña de identidad de la misma, pero, además de este, también los edificios singulares –es decir, aquellos que no se dan en otras culturas- componen igualmente un elemento de identidad cultural. Así, en el caso griego, teatros, orfeones y ágoras, entre otros, únicamente se dan en esta civilización o, en su caso, son originarios de esta. Estos, además, se acaban por monumentalizar, al igual que los templos, en una casi competición con los propios dioses.

Toda arquitectura, al menos en la Antigüedad, está condicionada por dos elementos fundamentales: la geografía y la propia mentalidad cultural. En el primer caso, es lógico que los edificios se adapten a los recursos disponibles. De esta manera, el material monumental de Grecia fue el mármol o la piedra, no por la riqueza de estos, sino por su abundancia en el territorio griego. Podríamos enumerar otros factores geográficos determinantes como el clima.

En cuanto a la mentalidad, entendiéndose esta como el pensamiento religioso, político, literario, etc., esta influye considerablemente. Pensemos que difícilmente en Grecia se hubieran construidos teatros –los cuales solo se encuentran en el mundo clásico- si no se hubiera desarrollado este género literario. Tampoco los lugares de reunión, como las ágoras, habrían existido sin un sistema político, ya sea democrático u oligárquico, en donde se tiene por costumbre la reunión de los ciudadanos, independientemente de la capacidad de decisión que posean. Además, al menos hasta la época helenística, los edificios griegos, frente a la magnitud de los orientales y egipcios, poseen un tamaño más bien reducido, a medida de los hombres.

Lugares de reunión al aire libre

Los lugares cívicos de reunión ocupan la mayor parte de la arquitectura pública de Grecia. Como es sabido, el sistema político de las polis griegas se basaba en magistraturas, consejo y asamblea. Las asambleas estaban conformadas por todos los ciudadano y, por tanto, requerían de lugares de reunión amplios. La reunión se solía realizar al aire libre, normalmente en laderas, como en el caso de Pnyx de Atenas. En este caso concreto, se niveló el terreno para dar capacidad a los asistentes y, en cierta manera, se delimitó el recinto de reunión. Existía además una tribuna de oradores.

También el ágora o plaza pública es un lugar de reunión y de encuentro del cuerpo cívico en todos los niveles: economía, cultura, política. Es por ello que se convierte en un elemento central de la ciudad, no solamente físicamente, sino en su sentido más simbólico.

El ágora es un amplio espacio abierto, pero no se encuentra cercado como en el caso de los foros romanos, aunque tiende a definirse en el espacio de tal manera que quede delimitado aquello que es ágora de lo que no lo es. Esta delimitación se realiza en función de toda una serie de edificios que rodean a la misma, entre los que no suelen faltar los templos.

No obstante, uno de los edificios más característicos del ágora es la estoa –que también encontramos en algunos santuarios-. En principio se trataba únicamente de un porche sostenido mediante una fila de columnas, el cual se va haciendo más complejo. A veces podemos encontrar incluso dos en una misma ágora. Del mismo modo, estas podían quedar unidas en escuadra. Con el tiempo, la estoa se convirtió en un auténtico edificio, que gana profundidad y altura. Incluso fue común la creación de un segundo piso. En época helenística, desde luego, esta se monumentaliza, adquiere mayores dimensiones y acaba por cercar a la propia plaza.

La estoa tiene múltiples funciones. Solía ser el lugar en donde se reunían los magistrados de la ciudad, se llevaban a cabo en ella los banquetes públicos, se administra justicia, y es también en donde se produce la discusión y enseñanza de los filósofos –el nombre de la corriente estoica proviene precisamente de la palabra estoa-.

En el centro de la ciudad y junto al ágora también se encuentra el pritaneo. En él, se encontraba el hogar de la ciudad y el culto a Hestia, se guardaban los archivos de la polis y, del mismo modo, se reunía el colegio de prítanes –una especie de gobierno que representa a la ciudad- que le da nombre. Cabe destacar, por su conservación, los pritaneos de Mégara Hibla, Delos y Priene.

Estos edificios tenían planta rectangular y diversas salas yuxtapuestas en donde se encontraba la capilla de Hestia, la sala de comidas en donde los prítanes se reunían y en donde se recibía a los embajadores, así como a los huéspedes privilegiados de la ciudad. Estas salas se abrían a un patio bordeado por uno o dos pórticos. La fachada tenía un cierto carácter monumental, con columnata ligera o propileo.

El teatro

El teatro es hijo de la cultura griega tanto en el campo de la arquitectura como en la literatura. Su origen se relaciona, en cualquier caso, con los propios cultos a los dioses, en concreto con las ceremonias dionisiacas. Debemos saber primeramente que estas se realizaban siempre en el exterior de los templos, en donde se encontraba el altar. En ellos, al menos observando, participaba la comunidad cívica, y para poder tener una buena visión era común, siempre y cuando existiera, que los participantes se establecieran a lo largo de las laderas de las colinas. De esta forma, aparece el primer principio del teatro: definir distintos niveles en altura para que todos los espectadores pueda observar un mismo punto, que en el caso que nos ocupa sería el altar.

La costumbre de posicionarse de esta manera, hizo, en un momento dado, que se adecuaran las laderas para poder acoger a un mayor número de espectadores. De esta manera, sobre estas se esculpieron gradas y escaleras. Esto implica que cuando el teatro se generalice como un edificio para llevar a cabo representaciones teatrales, requerirá siempre que estos se construyan aprovechando estos lugares naturales, a diferencia de lo que hicieron los romanos, quienes levantaban estos edificios sobre llanos, debiendo construir arquitectónicamente los sustentos del graderío. En cualquier caso, la circulación de las personas por el teatro griego –algo que evitaron los romanos- iba de abajo a arriba y directamente por el graderío. Es decir, todos los espectadores, para encontrar su sitio, debían iniciar el ascenso desde abajo y por los mismos lugares, a diferencia de lo que ocurría en los teatros romanos o en los modernos estadios, en donde la circulación es interna. Cabe mencionar el peligro de avalancha que suponía.

Estos teatros tienen una forma ultra circular, es decir, que superan el semicírculo. Se prestaba especialmente interés a que estos tuvieran una acústica que permitiera escuchar a todos los espectadores, por lo que a partir del siglo IV se empezaron a usar métodos para aumentar la resonancia. En el centro, entre el graderío y el edificio de la escena, que veremos más tarde, se encontraba un espacio circular llamado orchestra, que a veces, como ocurre en el teatro de Epidauro, estaba rodeado por un anillo de piedra a nivel de suelo. En este lugar, en tragedias y comedias, se encontraba el coro, y en ocasiones existía un altar en el centro del mismo, pues recordemos que, como hemos dicho, teatro y templo habían nacido a un mismo tiempo.

Frente al graderío se encontraba la skene o escena, la cual no estaba directamente adosada a este, sino que se encontraba separado por dos pasillos llamados paradoi, uno a cada lado, por los que, sin duda, entraban los espectadores al recinto. La skene era una construcción rectangular cuya longitud era igual o superar a la longitud de la orchestra, el cual se encontraba dividido interiormente en al menos tres habitaciones. Tenía dos pisos y, a veces, un pequeño saliente, paraskenion, que sobresalía por los extremos, pero que desaparecieron en la época helenística.

Un importante elemento de la escena era el proskenion, el cual se situaba enfrente de esta. Se trataba de una estructura en piedra dotada de una hilera de columnas exentas o, en su cado, de pilares con columnas adosadas –que variaban su estilo según momento y lugar: dóricas o jónicas-, las cuales se encontraban sobre un estilóbato que sobresalía dos o tres metros más del muro frontal de la escena. Quedaba unido al muro de la escena por vigas de madera o piedra, sobre las que reposaba un tablado. Esta estructura quedaba a unos 2,5 o 3,5 metros de altura. Los espacios entre las columnas quedaban cubiertos con paneles de madera que podían ser retirados, a excepción de la parte central y los laterales, en donde se encontraban fijadas las puertas. En la planta superior no existían adornos como más tarde sucederá en los teatros romanos.

Como en cualquier teatro moderno, parece lógico pensar que los actores actuaban sobre el proskenion, aunque algunos autores han defendido que este solo era un elemento de adorno y los actores se movían por la orchestra. No obstante, la opinión más defendida es la primera, pero también nos lleva a la pregunta, aunando ambas hipótesis, si desde su origen se utilizó como tal.

Edificios de reunión cubiertos

A lo largo de las ciudades griegas encontramos una serie de edificios, que si bien son distintos de unos a otros, tienen una misma característica: edificios de reunión cubiertos. En la mayor parte de los casos relacionados con las funciones que llevaba a cabo el consejo o boulé, una de las instituciones del sistema político de las polis. En cualquier caso, algunas veces estos edificios tienen una misión religiosa o, incluso, lúdica.

Uno de los más antiguos edificios cubiertos que se han encontrado, más o menos de la segunda mitad del siglo VI a.C., es el Telesterion, también conocido como Sala de Iniciación, que se encuentra en Eleusis. Está claramente relacionado con los Misterios que allí se llevaban a cabo. La necesidad de guardar los secretos, que únicamente eran revelados a los iniciados, explica la existencia de este edificio, cuya arquitectura cuenta con paralelos en Persia y Egipto. Se trataba de una salta rectangular, prácticamente cuadrada, a lo largo de cuyos muros, en la zona interior, se encontraban adosados graderíos. Para sostener la techumbre, existía un amplio número de columnas en el interior ordenadas en filas paralelas. Sufrió remodelaciones, especialmente durante la época de Pericles, debido a los daños que causaron los persas en él durante las Guerras Médicas. Entre los cambios arquitectónicos, se priorizó la reducción de columnas interiores.

Otro de los edificios cubiertos más conocidos es el Odeón o Sala de Conciertos de Pericles, que se encontraba junto al teatro de Dionisio en Atenas. Este también era rectangular, muy parecido al Telesterion. En su interior existían un amplio número de columnas, así como asientos. En gran parte era de madera y, según las fuentes, poseía una cubierta piramidal, al parecer de la tienda del rey persa Jerjes. Este edificio fue incendiado mucho tiempo después, en el 86 a.C., durante la Guerra Mitridática, y se procedió a construir uno nuevo siguiendo el mismo plano. En esta nueva reconstrucción se utilizaron columnas de piedra, puesto que en origen habrían sido de madera. Además, se estableció una entrada principal con un propíleo en el lado occidental. En este edificio se realizaban competiciones musicales.

Parecido al Odeón, encontramos el Thersilion o Sala de Asambleas de la Liga Arcadia, que se erigió en Megalópolis, cuyo fin era la de reunir a los diferentes embajadores de las polis que conformaban esta liga. Era una sala rectangular, pero a diferencia de las anteriores, tenía elementos más propios de un lugar para el debate. Existía una tribuna para los oradores, que se encontraba en una zona equidistante de los muros norte, este y oeste, pero más cerca al meridional. Todas las columnas interiores –de piedra y estilo dórico-, a excepción de las del lado sur, estaban dispuestas radialmente desde un punto central. Los asientos, posiblemente de madera, estarían posiblemente en hileras paralelas a los lados este, norte y oeste.

Misma función y con características similares tienen el Ecclesiasterion de Priene y el Bouleuterion de Mileto, aunque es estos casos se asemejan mucho más a teatros de pequeñas dimensiones y cubiertos con la finalidad de reunir los respectivos consejos. El primero tiene una configuración de los asientos muy parecida a la que debió tener el Thersilion, pero con una disminución notable de las columnas interiores, que se encontraban únicamente cercana a los muros y, por tanto, dejando un amplio espacio central en donde se encontraban las gradas. De hecho, se observa que este edificio la importancia radica en el interior, puesto que no se puede apreciar desde el exterior ya que se encontraba rodeado por otros edificios. En torno al graderío, en la zona posterior, una galería recorría el recinto a lo largo de los tres lados que ocupaba este.

El Bouleuterio o Casa Consistorial de Mileto es uno de los edificios helenísticos más conocidos. Ese edificio era bastante complejo, puesto que poseía un patio, pero el lugar de reunión se caracteriza por ser un pequeño teatro de reducido tamaño, que únicamente cuenta con cuatro columnas.

BIBLIOGRAFÍA

MARTÍN, R. (1989): Arquitectura griega, Aguilar, Madrid

ROBERTSON, D.S. (1983): Arquitectura griega y romana, Cátedra, Madrid

Autor: D. Gilmart, publicado el 6 de junio de 2013

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