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Caciques y caciquismo en España – Carmelo Romero

Carmelo Romero Salvador, Caciques y caciquismo en España (1834-2020), Catarata, Madrid, 2021

En 1898 España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. El Regeneracionismo, una corriente de pensamiento que criticaba el sistema político, se asentó en el país. Destacó dentro de este el oscense Joaquín Costa, recordado sobre todo por una obra titulada Oligarquía y caciquismo como la forma actual de gobierno en España. El término cacique, de origen precisamente americano, se popularizó a partir de ese momento. Sin embargo, como nos indica el autor de este libro que vamos a reseñar, Caciques y caciquismo en España, el caciquismo y quienes lo practicaban no fue solo típico de la Restauración, ya se dio antes de que Alfonso XII llegara al trono y ha perdurado hasta nuestros días. Así, Carmelo Romero, profesor de historia contemporánea en la Universidad de Zaragoza, nos desentraña quiénes han sido los caciques a lo largo de estos últimos doscientos años de la historia española y las formas de caciquismo apoyadas, obviamente, en la ley.

Tras el prólogo de Ramón Villares titulado “El caciquismo y la política española”, el primero de los capítulos nos adentra en el concepto de caciquismo. Allí nos justifica el porqué de este libro, el origen del término y sobre todo lo que acabamos de decir, la continuidad histórica de esta práctica. En palabras del autor: «la pretensión esencial de este libro se centra en un recorrido por el largo tiemplo del parlamentarismo español desde el momento de su consolidación, en 1834, hasta su final en 1923, con el golpe de Estado de Primo de Rivera, con algunas referencias a la breve etapa democrática de la Segunda República y una “mirada final al presente”».

El caciquismo, como también hemos apuntado, se sustenta sobre la propia ley. Precisamente, el segundo capítulo el autor lo titula “El punto de apoyo: las leyes electorales”. Para el escritor, la ley electoral es el centro del sistema político, básicamente por encima de la propia constitución. Esta ley es la que permite establecer las normas para la elección de los representantes, unas normas que, evidentemente, se hacen casi siempre con intereses partidista. Debe ser así, pues, si se ha dicho que España ha tenido gran cantidad de constituciones, estas palidecen ante el número de leyes electorales. El autor nos comenta todas ellas agrupándolas en varios apartados: sistemas indirectos y directos, sufragio censitario y universal, elección de diputados por provincias o por distritos, y, lo más importante, si el parlamento es proporcional a los votos que los partidos han recibido o, si por el contrario, existe una distorsión de la voluntad de los ciudadanos.

Incluso con leyes favorables, los Gobiernos -que tras su nombramiento debían ganar las elecciones para tener mayoría en las Cortes- tuvieron que buscar todo tipo de tretas para evitar que los adversarios se hicieran con la mayoría. En el tercer capítulo, “Los variados caminos de la ilegalidad”, Carmelo Romero nos expone todos esos métodos que no empezaban en las urnas, sino con la elaboración de los censos, la composición de las mesas electorales y el uso del poder que tenían los gobernadores civiles.

El cuarto capítulo está dedicado a los caciques, con nombres y apellidos; tanto los de ayer, como los de hoy. Un interesante estudio que nos traza las carreras y oficios de esos diputados y senadores que, en muchos casos, ejercieron un gran dominio sobre sus “feudos” y que les permitió sentarse en el Congreso o el Senado de forma ininterrumpida. También las relaciones que estos tenían con los distritos y sus habitantes, así como las poderosas familias que controlaron algunas provincias. No obstante, hubo diversos tipos de caciques, que el autor los clasifica en dos grupos: cangrejos ermitaños y aves de paso.

El siempre olvidado Senado, la Cámara Alta, tiene un capítulo propio. No es para menos, esa institución, de la que nadie sabe a día de hoy su utilidad, tiene cierta transcendencia, pues era el contrapeso más conservador al Congreso por medio, por lo general, de la elección de los senadores por la Corona. Hoy en día, un lugar donde colocar a miembros de los partidos.

El libro termina con “Una mirada al presente”. Aquí el autor nos habla de la presente ley electoral y los efectos que la misma genera: candidatos desconocidos y, lo que es peor, una población que no puede nombrar quiénes son sus representantes y, que de hecho, no saben qué eligen cuando se acercan al colegio electoral. De igual manera, una ley que produce una sobrerrepresentación en las Cortes de los dos partidos más votados frente al número de votos obtenidos. Acaba el capítulo, como no podía ser de otra manera, con el papel de las mujeres en el Congreso y Senado en nuestra democracia, pues a lo largo del siglo XIX estuvieron reservados sus asientos para los hombres, al igual que el derecho al voto.

En resumen, una obra interesante en cuanto a los contenidos, pero sobre todo la forma en que están explicados: escritura fluida, concisión, ausencia de apabullantes datos, y ejemplos y anécdotas cuando debe haberlas. Cualquier interesado en la política debería leerlo y reflexionar.

 

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