Comentario del libro de Nicole Loraux: La guerra civil en Atenas
NICOLE LORAUX. La guerra civil en Atenas. La política entre la sombra y la utopía. Akal, Madrid, 2008
Nicole Loraux, en esta obra de nueve capitulos a la que titula «la guerra civil en Atenas», hace una reflexión, en primer lugar, de sus vivencias como investigadora del mundo griego, y, en segundo lugar, sobre cómo se debería, por parte de los historiadores de la Antigüedad, estudiar este mundo, sin olvidar, desde luego, el tema fundamental del que trata la obra: la stásis. Pero aunque sea éste el tema que se trata, creo que muchos de los argumentos que allí se dan se pueden aplicar, no solo a la historia de la Grecia antigua, sino para el estudio de la Historia en general.
Y pese a que la obra se titula «La guerra civil en Atenas», en general se habla de la stásis abarcando todas las polis griegas, aunque se mencione más a Atenas, por conocer muchos más datos de esta polis que del resto.
Antes de entrar en el texto de Nicole Loraux, nos encontramos con el prologo -escrito por un autor español-, cuya primera parte es algo desconcertante, y hace dudar al lector de lo que va a tratar la obra, puesto que en las cinco primeras páginas habla sobre la recién aprobada «memoria histórica», pareciendo más un discurso político actual que histórico, por mucho que a lo largo de la obra se defienda, en parte, el uso del anacronismo para la investigación. Afortunadamente, tras esto, la continuación del prologo trata sobre la carrera de Nicole Loraux, algo que creo importante para aquellos que, como yo, no habíamos nunca oído hablar de esta investigadora, ni mucho menos de su aportación a la historia griega.
En el primer capítulo se realiza un breve resumen de las investigaciones sobre la historia de la Grecia antigua, a la que la autora titula simbólicamente como «back to the Greeks», sobre todo exponiendo lo que se debatió en un coloquio que tuvo lugar en Atenas en 1992, en donde se hizo balance de las investigaciones realizadas hasta el momento, y en donde se ampliaron los temas de investigación, al igual que estaba ocurriendo en aquel momento en la historiografía en general.
Interesante también cuando nos dice que las investigaciones habían girado en torno a fuertes personalidades, que, quizás, en muchas ocasiones su autoridad en estos temas hizo que otras opiniones no fueran escuchadas, como tantas veces suele ocurrir, aunque una nueva generación de investigadores se plantearon nuevos métodos de investigación. La autora nos dice: «llegó el día en que, para hablar del lejano pasado griego, algunos de nosotros decidimos basarnos en el presente…». Es curioso también cuando nos dice que tras una vida dedicada a la investigación es difícil realizar una historia impersonal, aunque creo que tampoco se debe caer en ello, puesto que de lo contrario se incurre en el error, ya que nos podemos imaginar al hombre griego tal y como se quiere, y no cómo fue, de la manera que nos dice en algún momento Nicole Loraux.
Quizás se le pueda hacer una crítica, y es que cuando plantea debates historiográficos, los realiza siempre en referencia a Francia, como en el segundo capítulo, en el que intenta comparar la Comuna de París de 1871 con la stásis de Corcira, así como de otras polis griegas. Es decir, en la dinámica de basarse en el presente para entender el pasado, pretende entender la problemática de la stásis griega, comparando ésta con la guerra civil moderna. Aunque en más de una ocasión menciona el cuidado que esto debe tener, en especial al final del capítulo, no creo que ni el momento ni las circunstancias sean ni mucho menos parecidas. Pese a ello, se pueden destacar varias ideas que son interesantes, en parte basándose en la obra de Tucídides. Realiza al principio una breve descripción historiográfica sobre la stásis, en donde -no podía ser de otra forma- la historiografía marxista estuvo presente, que buscó si el problema de la guerra civil era político o económico. Dedica a esto último un subcapitulo al que titula Aristoteles Marxista, ya que muchos creyeron ver en sus líneas un trasfondo económico.
Una de las principales ideas que se pueden observar es que, a partir del análisis filológico de los textos clásicos, no suele mencionarse casi nunca el término stásis, y en poca ocasiones se mencionan los dos bandos que existe en toda guerra civil, sino que siempre se omite uno, al cual se le nombra como «los otros», en un intento de mantener la unidad en la desunión. Además, tal y como nos dice la autora, Tucidides, y otros autores, no nos quieren decir muchas cosas. Se pregunta también lo que es la guerra civil, y si ésta debe ser obligatoriamente una lucha armada.
El tercer capítulo es más metafórico, en el cual utiliza especialmente los textos de Polibio, y los compara también con Tucidides. Se plantea el salvajismo de la guerra civil, y si esto se puede aplicar a todo este tipo de guerras, mostrando especial interés por términos que hacen referencia a lo religioso y a los sacrificios animales, tal como el «degüeyo» , pero que en los textos se utilizan para caracterizar a la stásis. También, interesante, el análisis que realiza de la metáfora del canibalismo, aunque llega a la conclusión que esta metáfora hace más bien referencia a la tiranía. Quizás sea este capítulo uno de los más complicados de complender.
En los dos siguientes capítulos se trata sobre la reconstrucción de la historia de las palabras. En el cuarto: «Tucídides y la sedición de las palabras», vuelve de nuevo a la obra de este autor, pero esta vez para analizar uno de los textos más conocidos (III, 82, 84), que tal y como nos dice la autora ha sido muy leído y se le han dado multitud de interpretaciones, lo que nos permite ver la dificultad que conlleva, a veces, el análisis de los textos, e interpretar realmente lo que los autores clásicos querían decir realmente, o lo que, en otras ocasiones, intentaron ocultar. Aquí se nos hace una interpretación de la stásis con la propia guerra exterior, la del Peloponeso. A partir de ese análisis del texto de Tucídides, la autora caracteriza a la guerra civil como: «la inversión de los valores que constituyen una tradición de pensamiento cívico«, poniendo de ejemplo cómo el buen uso del elogio fue pervertido por los facciosos. De nuevo se nos vuelve a hacer un análisis filológico de las palabras, donde podemos observar como en tiempos de stásis muchas palabras cambian su significado para adaptarse al de una facción o al de la otra. Y también algo importante es la posición del historiador, en este caso Tucídides, en la stásis, y si éste pudo hacer una historia objetiva.
A partir del capítulo quinto, se realiza un análisis de la stásis a partir del dialogo de Platón: Cratilo. Esta obra platónica trata sobre lingüística, la cual sostiene que la palabra contiene ciertos sonidos que expresan la esencia de lo nombrado. Se aprecia, por lo tanto, que la palabra stásis no tiene el mismo significado para filósofos que para historiadores, evocando este término, al mismo tiempo, la estabilidad y el movimiento implicado en la sedición. Y, enlazando con el siguiente capítulo: «La ciudad griega piensa el uno y el dos», la autora se pregunta sobre cómo vieron los propios griegos a la ciudad, desde el punto de vista de la unidad y de la división: «Grado de conciencia de las ciudades sobre los motores de su existencia y de su funcionamiento». La conclusión a la que llega es que en realidad la unidad solo es un ideal, existiendo, por así decirlo, dos ciudades, aunque también existe un medio entre estos dos «ejércitos», algo que trata en el séptimo capítulo: «Solón en medio de la lid». Solón intentó buscar ese medio, pero ¿cómo se entiende éste?. Para Nicole Loraux ello es el espacio político en el que deben enfrentarse los dos bandos de ciudadanos.
En el penúltimo de los capítulos se habla sobre la teoría de si se puede tratar la stásis como revolución, tal y como lo había planteado Mazzarino. La teoría tampoco era una novedad, puesto que ya los historiadores de Roma habían usado la palabra revolución para definir algunos periodos de la historia romana. Se trata, por lo tanto, de buscar si la stásis conllevó en las ciudades griegas algún tipo de inversión social que permita hablar de revolución.
Finalmente, la autora acaba la obra hablando del anacronismo en la Historia, algo que ya había comentando al principio de esta obra, y que se aprecia a lo largo de ella. Pese a que el anacronismo es considerado una mala práctica para investigar el pasado, «la bestia negra», Nicole Loraux, en cambio, lo defiende, en especial para la Historia Antigua, argumentando, además, que el anacronismo tiende a imponerse: «Pues el anacronismo se impone a partir del momento en que, para un historiador de la Antigüedad, el presente es el motor más eficaz de la pulsión de entender«. Pone, de esta manera, un ejemplo clásico: la historiografía marxista, que partía de unas hipótesis del presente para reconstruir el pasado. Si bien, el uso del anacronismo debe tener unos límites, ya que de lo contrario se cae en errores. Es por ello que pone de ejemplo lo que se entiende por democracia, puesto que la nuestra del presente no es en absoluto la democracia ateniense.
En general es una interesante obra, aunque como dice su propia autora en alguna momento del libro: «Llegados a este punto de la investigación, puede que el lector se haya desorientado. Si, de todas las maneras, sigue empeñado en orientarse en esta selva de argumentos, necesita una indicación». Y en verdad es, como nos indica su autora, una «selva de argumentos», que en parte son difíciles de entender sino se tienen de antemano nociones sobre la Historia griega. Esta obra no es una narración cronológica de acontecimientos, sino que es una reflexión sobre la stásis en todos sus ámbitos, haciendo referencia a multitud de fuentes, y en muchas ocasiones con argumentos profundamente filosóficos.