Historia Contemporánea

El conflicto del Ulster

 Entre finales de los años 60 y finales de los 90 del siglo XX, Irlanda del Norte vivirá un periodo de gran violencia, que será conocido con el término inglés “The Troubles” (los problemas). Desde luego el termino ya es de por si esclarecedor, al menos visto desde el punto de vista del gobierno inglés, que año tras año debía enfrentarse a una situación, en aquel territorio, que poco a poco se les iba yendo de las manos. Pero para el gobierno inglés no dejaba de ser un problema político, mientras que para los habitantes del Ulster era un problema de otro tipo, mucho más grave, puesto que tuvieron que vivir durante años en una situación de total violencia, que afectaba a sus vidas, y que involucró a diversas organizaciones paramilitares, de un signo y otro, a la policía británica en el Ulster, conocida como Royal Ulster Constabulary (RUC) y el ejército británico. Las esperanzas de paz en aquella región empezaron a verse  tras la firma el 10 de abril de 1998 de los Acuerdos de Viernes Santo.

 

Muchos autores se refieren al conflicto como The Long War (la guerra larga). Esto visto desde el punto de vista republicano, puesto que para otros autores, defensores de la política británica, y el propio gobierno, en ningún momento lo ven como una guerra. Atendiendo a la primera línea, el conflicto podría ser clasificado como una guerra de guerrillas o incluso una guerra civil, si bien el conflicto nunca fue, legalmente, una guerra. Es evidente que el gobierno inglés no podía definirlo como tal. De todas maneras, la gran cantidad de bajas sufridas por las fuerzas militares británicas (725 muertos y miles de heridos), los recursos empleados por el gobierno británico durante más de 25 años, la destrucción causada en muchas ciudades y pueblos de Irlanda del Norte e Inglaterra y el complejo arsenal usado por los grupos paramilitares hacen pensar que el conflicto fue una guerra de facto.

Para aquellos, que no defienden el conflicto como guerra, consideran que se trato de continuos altercados provocado por los grupos paramilitares de Irlanda del Norte, los cuales fueron denominados, tanto en el Reino Unido, en Irlanda y en los medios de comunicación internacionales como organizaciones terroristas. Aceptando esto, las actuaciones llevadas a cabo por el gobierno inglés, ya fueran acertadas o no, serían por lo tanto una lucha contra aquel terrorismo y un intento por mantener la paz.

Por otra parte, también se trato de un asunto diplomático, puesto que la violencia del conflicto sobrepasó en muchas ocasiones las fronteras de Irlanda del Norte, extendiéndose hacia la República de Irlanda y el Reino Unido.

Este patente conflicto que vivirá el Ulster durante la segunda mitad del siglo XX tiene, sin embargo, unas profundas raíces que se hunden en los siglos anteriores, pudiéndose remontar hasta el siglo XIV, en donde se enlazan causas de diferente índole: económicas, políticas y religiosas, así como históricas. Si bien era un problema con el que el gobierno inglés ya estaba acostumbrado a tener que tratar, el recrudecimiento que tomará la situación en los 60 hará que los sucesivos gobiernos ingleses inicien la búsqueda de nuevas soluciones en donde diplomacia y ejercito participaran.

El problema más grave que debió afrontar el gobierno inglés fue sin duda la reanudación de la lucha armada en Irlanda del Norte, y será uno de los temas más tratados por la literatura académica anglosajona durante las tres últimas décadas, siendo objeto de estudio de cientos de libros y miles de artículos de muy diversos autores que han dado sus teorías y puntos de vista. Esto es así, hasta el punto que el politólogo John Whyte afirmó que “Irlanda del Norte es, en proporción con su tamaño, la zona de la  Tierra más abundantemente investigada”. Pero pese a esta gran cantidad de investigaciones, llevadas a cabo en su mayor parte autores de lengua inglesa, pero también por franceses, italianos y alemanes, no se puede decir lo mismo en español, en donde existe un amplio vacío del tema en cuanto se refiere a obras en lengua española, pese a que no han sido pocos los que han comparado la situación del Ulster con el País Vasco, y aquellas que tratan el tema lo hacen con base al paralelismo antes mencionado, de tal forma  que no ayudan a aportar de manera rigurosa un entendimiento del conflicto del Ulster. De igual modo, tampoco ha interesado la traducción al español de las obras en lengua inglesa. Si bien, se podría mencionar alguna obra de carácter general sobre Irlanda del Norte como la de Rogelio Alonso, “Irlanda del Norte. Una historia de guerra y la búsqueda de la paz”, en donde no se circunscribe únicamente al marco temporal impuesto por el reciente proceso de paz, sino que realiza el análisis del problema en un contexto histórico amplio, y será precisamente esta historia  la que se ha convertido en el componente básico de las identidades nacionales que ha separado a irlandeses del norte y del sur.

El problema se remonta nada menos que  al siglo XVII con la invasión de Cromwell, que conquistó la isla de Irlanda. A partir de ese momento comenzará en la isla un amplio conflicto entre ingleses e irlandeses, pues se les impondrá el régimen feudal con confiscaciones de tierra y reparto entre señores ingleses, problema que se agudizará cuando Inglaterra se convierta al protestantismo mientras que los irlandeses permanecerán siendo católicos, iniciándose además una colonización de ingleses en la isla irlandesa con el fin de convertirla culturalmente también en inglesa.

En 1800 se firmó el acta de Unión, por el cual Irlanda quedaba unido al Reino Unido de forma definitiva, pero que no hizo más que agudizar el caso irlandés. Se empezó así a crear en Irlanda una conciencia a partir de la segunda parte del siglo XX a favor de la autonomía de la isla (home rule), destacando en este proyecto los lideres irlandeses Parnell y O’Connor, en un momento de gran dureza económica para la isla que conlleva la emigración al nuevo mundo de miles de irlandeses. Pese a las negociaciones llevadas para acordar la autonomía, en la que incluso el gobierno  ingles de Gladstone intentará dar un estatuto como en aquel momento se le había dado a Canadá, pero la gran masa de protestantes agrupada en el Ulster siempre frenará los proyectos de autonomía. El siglo XX comenzará ya no con la idea de autonomía sino de independencia.

En 1902 surgió el Sinn Fein, organización política irlandesa,  dirigida por Griffith y MacNeill, quienes reivindicará la independencia de Irlanda. Se creará poco después, en 1919, el IRA como brazo armado, protagonizando varios atentados contra los ingleses, aunque la formación política desaparecerá en 1922 al ser derrotada por el Fine Gael. Pese a ello, realizaron un gran papel para la independencia de Irlanda, puesto que con motivo de la primera guerra mundial, los nacionalistas la utilizaron para reivindicarla.  Si bien se saldaría en 1916 con la revolución del lunes de Pascua con una feroz represión por parte de Inglaterra, con la ejecución de su principal cabecilla, Patrick Pearse, pero que sirvió para despertar a la opinión pública irlandesa, llegando finalmente a la concesión de una nueva autonomía en 1918, que  motivo una guerra civil en Irlanda entre los que se contentaban con la autonomía y los que preferían la independencia, entre los que destacaban De Valera, que se alcanzaría en 1921 con el surgimiento de Estado Libre de Irlanda, aunque hasta 1948 no se alcanzaría una independencia total.

Pero no toda la isla consiguió la independencia, el norte de Irlanda, el Ulster, fue separado del resto de Irlanda, en el Home rule de 1914 en el que se otorgaba  un parlamento propio en Belfast. En el Home Rule de 1920 se promulgo la Irish Government Act, según la cual el Ulster debía ser regido por un gobernador británico y un Gobierno autónomo responsable ante el Parlamento del Reino Unido. Este último estatuto se conservo al margen del Tratado anglo-irlandés de diciembre de 1921 por el que dio origen al Estado Libre de Irlanda. La república de Irlanda no renunció al Ulster, que quería la unión de la Isla, pero los dos partidos más importantes de la república no aceptaron nunca la violencia del IRA.

El motivo por el que el Ulster siguió perteneciendo al Reino Unido era que la población de este lugar estaba constituida por mas protestantes que por católicos, y los protestantes no estaban dispuestos a formar parte de Irlanda. La mayor parte los investigadores dan como principal factor de conflicto las diferencias religiosas, atendiendo a la idea de que los protestantes se hubieran convertido en minoría en una Irlanda católica,  pese a que actualmente se tiende a quitar fuerza a este factor, que más bien es encubridor de otra serie de factores, entre ellos evidentemente el económico si se sigue una línea marxista. Parte de la población, principalmente la protestante ,que por razones históricas eran los principales poseedores de la tierra y medios de producción, hubieran perdido mercados al haberse apartado su economía de la del Reino Unido.  Otros autores en cambio, sin rechazar este factor, proponen un factor social, en el que la intolerancia entre sus habitantes fue efectiva y evidente, y en la que los protestantes, que solían ocupar los principales puestos políticos de importancia tuvieron miedo de perder ese dominio a favor de la población católica, que generalmente suponía los estratos más bajos de la sociedad.

La mayor parte las obras que han tratado el tema han intentado contestar a preguntas tales como la naturaleza de la violencia y las tendencias que ésta ha seguido, no sólo en el contexto norirlandés, sino dentro de un marco más amplio como el de las relaciones entre Gran Bretaña e Irlanda. De igual modo, se tiende a buscar las características de un antagonismo político tan prolongado que ha convertido al Ulster en un fenómeno enormemente peculiar y conflictivo en una democracia liberal como es el Reino Unido, aunque quizás tampoco sea tan peculiar, y quizás se deba ver en un contexto de descolonización.

El consolidado enfrentamiento ideológico entre los principales protagonistas del conflicto ha obligado a interpretar la compleja historia de Irlanda del Norte atendiendo a las percepciones de dichos participantes. Las diferentes iniciativas políticas promovidas por el Gobierno británico durante décadas han quedado expuestas fuera  de su verdadera intención, a la reacción de antagónicos enemigos como unionistas  nacionalistas ,y a su dispar visión del mundo. Stewart sugirió que las viejas y profundas raíces del problema norirlandés no pueden sintetizarse a conveniencia del investigador en una materia como ésta en la que se ha afianzado una situación que define como “polemocracy”. Es ésta una coyuntura en la que la violencia se ha perpetuado durante décadas, convirtiéndose en el status quo dominante y caracterizada por la ausencia de duraderos y prolongados períodos de paz.

Tradicionalmente la situación en Irlanda del Norte ha sido interpretada por algunos sectores como un conflicto de «suma cero», en el que la realización de los objetivos de uno de los contendientes necesariamente supone la anulación de las aspiraciones de la otra parte. Si se asume como válido dicho planteamiento, Irlanda del Norte aparece como un conflicto irresoluble, pues resulta imposible reconciliar el ideal nacionalista de una Irlanda unida con el deseo de los unionistas de mantener Irlanda del Norte como parte del Reino Unido. Frente a estas posturas ha surgido en los últimos años una nueva reivindicación orientada a ofrecer una alternativa a ese antagonismo mutuamente excluyente. Se trata de la denominada “parity of esteem” o “paridad de trato” para las dos comunidades. A través de este término, las dos principales ideologías enfrentadas exigen ecuanimidad hacia sus respectivas identidades por parte de la política para Irlanda del Norte de los Gobiernos de Londres y Dublín. Mediante el recurso a esta noción de “parity of esteem” durante el proceso de paz se ha pretendido que el reconocimiento cultura de las diferencias de una y otra parte suplantase la limitación ofrecida por la confrontación sobre el  status constitucional de Irlanda del Norte. Sin embargo, la interpretación que cada una de las partes ha hecho de semejante expresión y la politización de la misma ha demostrado sus restricciones.

Por otra parte existe también un conflicto de ideologías, la diversidad de componentes políticos, culturales y religiosos que conforman la identidad de las dos principales ideológicas enfrentadas en el conflicto, el unionismo y el nacionalismo, añade una especial complejidad a su análisis. Dervla Murphy ha resumido la enorme importancia de este concepto a través del testimonio de un protestante: “El conflicto no es realmente sobre religión, o empleos, o poder. A lo mejor lo fue una vez, pero no ahora. Ahora es todo acerca de identidad. ¿Quién es qué?. Si todo el mundo en Irlanda del Norte pudiera responder  a esta pregunta sin titubear, estaríamos mucho más cerca de la solución”.

La población protestante presenta una ambivalente noción de identidad, con un amplio conflicto interno entre las congregaciones protestantes en Irlanda del Norte, mucho más que en Inglaterra, no estando muy seguro de los quienes son exactamente, pero no tienen ninguna duda sobre lo que jamás llegarán a ser. Por otra parte, los unionistas  tampoco se les puede identificar íntegramente con los protestantes, los cuales consideran a los nacionalistas norirlandeses como una minoría étnica dentro de Irlanda del Norte, mientras que la mayor parte de los nacionalistas norirlandeses rechazan su perfil de minoría étnica en el contexto del Reino Unido y se ubican dentro de una nación irlandesa cuyo marco sería el conjunto de la isla de Irlanda, pero otra tendencia , la mayoritaria, aceptan el status constitucional de Irlanda del Norte y sostienen que la unificación de las dos partes de la isla solo puede producirse a través del denominado principio del consentimiento. Pero tampoco se puede identificar a los nacionalistas con el catolicismo. De esta forma es complicado extraer conclusiones sobre el equilibrio ideológico de la población en Irlanda del Norte.

Es importante el lenguaje que se utiliza en este conflicto, refiriéndome claramente a los términos tales como unionismo, nacionalismo, republicanismo, etc, etc. Son términos complejos, como ya hemos visto anteriormente con las ideologías, difíciles de definir, pero que son de gran importancia dejar claro, a la hora de escribir sobre el tema, con qué intención los está usando el autor. Así por ejemplo, el término terrorista es utilizado por muchos autores para referirse al IRA (Irish Republican Army), así como otros grupos como el INLA (Irish National Liberation Army), CIRA (continuity IRA), el IRA auténtico, la UVF (Ulster Volunteer Force), UFF (Ulster Freedom Fighters), entre otras organizaciones. Pero aplicar el término terrorista a estas organizaciones, que por otra parte lo son, podría ser interpretado como una exoneración del Estado británico en el conflicto. Implica así el tener que definir de antemano el término terrorismo. Es por ello que la mayor parte de la bibliografía relacionada con Irlanda del Norte acepta como válido el concepto “paramilitares” en lugar de terroristas. La tendencia a emplear  ésta palabra  obedece a la necesidad d buscar una terminología que facilite la acomodación entre las partes en disputa, evitando la deslegitimación que otras opciones implican. Así por ejemplo, no solo se utiliza esta terminología en el contexto investigador, sino también en el diplomático, de tal forma que cuando  se realizó la Declaración de Downing Street  en 1993 se decía “fin permanente del uso y apoyo a la violencia paramilitar”, y de igual modo el Cuerpo de Policía del Ulster lo utilizaba para referirse a las organizaciones proscritas. No si bien, no deja de ser parte todo esto del gran juego de la diplomacia.

El estudio de este conflicto que vivirá Irlanda del Norte se puede realizar gracias a la prensa en todos sus ámbitos. Acabada la Segunda Guerra Mundial se puede decir que se inicia un proceso de revolución de las comunicaciones, y el conflicto del Ulster será muestra de ellos, puesto que se hará eco en el resto del mundo, en donde la prensa jugara un gran papel, de tal modo que el conflicto se puede seguir día a día en la prensa internacional, tan solo hay que ir a las hemerotecas y buscar en los diarios de los últimos 50 años para comprobar que solían ser habituales la mención al Ulster, en especial cuando la violencia tomo mayor gravedad a partir de los años 70. En España fue usualmente que los principales diarios, como ABC, el Mundo, o El País, realizaran alguna que otra vez especiales sobre las claves del conflicto de Irlanda del Norte, y más tarde sobre, sobre los principios en los que se asentó la paz. Hace poco, el Ulster ha vuelto a ser protagonista de los monográficos especiales al cumplirse 10 años desde que se asentara la paz en aquella zona, todos ellos publicando sus conclusiones tras este periodo que variaban según las tendencias ideológicas del diario, así como del resto de medios de comunicación. Pero todos ellos coincidían en lo complejo que fue lograr esta paz, en la que el gobierno inglés, vio finalmente que el mantenimiento de un ejército, para algunos de ocupación, en el Ulster, ya no era viable ni sostenible durante mucho tiempo más. Las soluciones que se han dado al conflicto del Ulster han sido variadas: soberanía conjunta, repartición, unión con la república, integración con el Reino Unido o independencia.

La cumbre celebrada en 1993 que dio lugar a la Declaración de Downing Street, firmada por el ministro británico Major e irlandés Reynolds, apoyó el reconocimiento del derecho a la autodeterminación del territorio, favorecida, en 1994, con el anuncio de un alto el fuego por parte del IRA. Sin embargo, los atentados acontecidos a principios de 1996 acabaron con el plan de paz. La llegada al poder de Tony Blair (laborista) en Gran Bretaña, a mediados de 1997, abrió nuevas esperanzas para acabar con la violencia en el Ulster, al propiciar la reanudación de las conversaciones entre unionistas y nacionalistas (Sinn Féin). En julio de 1997 el IRA anunció un nuevo alto el fuego y se iniciaron contactos entre católicos, representados por Gerry Adams y Martin McGuinness, del Sinn Féin, y John Hume, del Partido socialdemócratra y liberal; y protestantes, representados por David Trimble y Ken Maginnis, del Partido unionista del Ulster, y Gerry McMichael, de Partido democrático del Ulster. Para impulsar las negociaciones, Tony Blair recibió a Gerry Adams en su residencia oficial de Londres (diciembre 1997). Superadas las reticencias por ambos bandos, en abril de 1998 se llegó al histórico acuerdo de paz de Stortmont, que al mes siguiente fue aprobado en referéndum por el 71 % de los electores norirlandeses, para la creación de una Asamblea autónoma democráticamente elegida.

Como fuente habría que destacar también internet, evidentemente siempre teniendo cuidado y seleccionando la información, pero como vía de comunicación es de gran importancia. Así por ejemplo las páginas dedicadas al conflicto del  Ulster son numerosas, pero más allá de eso, prácticamente todos los diarios del mundo tienen en sus web una hemeroteca con buscadores en donde se pueden encontrar todas las noticias publicadas por el diario, de tal forma que poniendo Ulster o Irlanda del Norte, las entradas que nos devuelve son también numerosas. De igual forma se pueden consultar las páginas web de muchos de los principales protagonistas en el conflicto en donde dan su visión del asunto, así como las páginas oficiales de los diferentes partidos del Ulster.

Por otra parte, el séptimo arte ha usado el largo conflicto del Ulster para mostrar la violencia que se vivió en aquella pequeña región, que quizás sea uno de los mejores acercamientos, en un mundo de imágenes, al violento conflicto. En un orden cronológico de los argumentos de las películas, se puede destacar “Michael Collins”, una película biográfica sobre uno de los líderes irlandeses más famosos, quien a principios del siglo XX formo parte del Sinn Fein y del IRA, dirigiendo las actividades contra la presencia británica en la zona. Fue  dirigida por Neil Jordan y protagonizada por Liam Neeson. Pese a que la película comete múltiples errores históricos, es muy esclareceror la violencia que se vivirá durante un siglo. En la misma línea histórica se encuentra la película del cineasta británico Ken Loach “el viento que agita la cebada”.

Uno de los momentos más crueles fue reflejado por Paul Greengrass en su filme “Domingo Sangriento”, que recrea la matanza del 30 de enero de 1972, en clave de documental, en donde una manifestación de 15.000 personas que protestaban contra la represión que estaba sufriendo la comunidad católica y las detenciones sin juicios, acabó con 13 muertos después de que el ejército británico disparara contra los manifestantes.

Desde 1966 se sucedieron protestas y fuertes enfrentamientos que sumieron al país en un clima de violencia. Estos enfrentamientos tuvieron su culminación en los incidentes de 1969, que acabaron con una dura represión policial contra los católicos, pues a petición del Gobierno del Ulster Londres envió un contingente militar de ocupación.

Entonces la dirección de la lucha de los católicos con los protestantes pasó a manos del IRA y el Sinn Fein apareció de nuevo como su mano política, planteó la expulsión de las tropas británicas y la reunificación de la isla, respaldando sus aspiraciones con métodos terroristas. En este mismo año el IRA se escindió en dos partes, “Oficiales” y “Provisionales” pero este último es el responsable de la mayoría de los atentados. La represión británica contra los protestantes católicos en Londonderry en 1972 originó el llamado “domingo sangriento”, que se saldo con 13 manifestantes muertos. El gobierno británico suspendió la autonomía interna y restableció el gobierno directo desde Londres en ese mismo año.

Una de las películas más conocidas es sin duda “En el nombre del padre” dirigida por Jim Sheridan y protagonizada por Daniel Day-Lewis, llegando a conseguir siete nominaciones a los Oscar. En ella se narra la historia de Gerry Conlon, un joven irlandés al que las autoridades británicas acusaron de poner una bomba en un pub de Londres que acabó con la vida de cinco personas, acción que por otra parte se le atribuyó al IRA. La película se inspiró en los casos de los Cuatro de Guildford y los Siete de Maguire, que fueron acusados de colaboración con el IRA y de suministrarle material explosivo.  Su contexto se encuentra tras el plebiscito de 1973 que fue boicoteado por los católicos, que confirmó la permanencia de Irlanda del Norte como parte del Reino Unido. Esta situación produjo un recrudecimiento de la violencia ejercida por el IRA que extendió sus acciones a Gran Bretaña. Se lanzaron de esta forma las autoridades inglesas, en una situación de miedo, al intento de encontrar a todos los integrantes del IRA, que dieron situaciones como la que se narra en la película.

Finalmente cabría destacar “Omagh”, realizada por Peter Travis, que se basa en el atentado del IRA auténtico, una escisión de la banda que se opuso al proceso de paz, en la ciudad de Omagh el 15 de agosto de 1998, que dejó 29 muertos y cientos de heridos después de que estallara un coche bomba, siendo así el primer atentado contra el entonces reciente proceso de paz, y que fue el atentado con mayor número de victimas mortales. La película centra la atención en los efectos que causó el atentado en la vida cotidiana de la población, mas allá de consecuencias políticas, por ello la película gira en torno a una familia que ha perdido a un hijo.

La música también ha reflejado la violencia en Irlanda del norte, entre los que cabe destacar el grupo U2, una de las bandas que han mostrado mayor preocupación por la situación interna del Ulster. Ese compromiso ha quedado principalmente plasmado en una de sus más populares canciones “Sunday bloody Sunday”, incluido en su álbum “War” de 1983. La letra habla de la impotencia de la población ante el domingo sangriento: “Broken bottles under children’s feet / Bodies strewn across the dead-end street”, así describe aquel día un fragmento de la canción.

Dicha canción se inscribe también en un momento de recrudecimiento de la situación. Así por ejemplo, en 1981 el gobierno británico mostró una gran intransigencia ante la huelga del hambre de los presos de Irlanda del Norte.

Las conclusiones que se pueden dar serían varias, por una parte, que el conflicto del Ulste ha sido un tema ampliamente investigado, aunque sin un consenso general, quizás porque es demasiado reciente como para hacer una investigación totalmente objetiva. Por otra parte, en España se ha tendido a la comparación de aquel conflicto con la situación del País Vasco, y finalmente que existen numerosísimas fuentes para el estudio, entre las que cabe destacar internet como principal motor de transmisión de información.

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