Historia de Grecia

El mundo minoico

Yacimientos de la Edad del Bronce en la isla de Creta
Yacimientos de la Edad del Bronce en la isla de Creta

En la mayoría de las ocasiones, la historia de Grecia se suele reducir a la historia de la Grecia clásica, es decir, las Guerras Médicas, la Guerra del Peloponeso, y más tarde el imperio de Alejandro Magno. Y quizás esto sea así por la tradición, puesto que las fuentes escritas, que se han transmitido –Heródoto, Tucídides, Jenofonte, entre otros–, recogen precisamente estos acontecimientos. Sin embargo, a finales del siglo XIX, importantes descubrimientos, como el de Troya, excavada por Schliemann en 1870, así como Micenas en 1874 –de ahí el nombre de cultura micénica-, y más tarde el descubrimiento, especialmente por sir Arthur Evans, a partir de 1894, de una nueva cultura que se remonta al segundo milenio: la minoica, han llevado a remontar el nacimiento de la cultura griega a tiempos mucho más remotos de lo que se pensaba. Hasta entonces la historia griega había comenzado en el siglo VIII a.C. con los dos grandes clásicos de la literatura: la Iliada y la Odisea.

Nos debemos remontar, así, a la Edad del Bronce, momento en el que el Egeo se convierte en un crisol de culturas con influencias, especialmente, mesopotámicas y egipcias. De ese modo, podemos dividir el Egeo en cuatro ámbitos desiguales: el mundo continental de la Península Balcánica, conocido como Heládico; el mundo cicládico –el de las Cícladas–; la fachada occidental asiática o mundo troyano, en donde prácticamente el componente es asiático; y el mundo cretense o minoico.

Se tratará, en este caso, éste último, el mundo minoico, cultura que se desarrollo en la isla de Creta o la «Isla de los Bienaventurados» como se la conoció en la Antigüedad –con su época de esplendor entre el 2000 y el 1400 a.C.-, y que recibió dicho nombre por la leyenda del rey Minos.

Se trata de una cultura prehelénica, que no tiene nada que ver con el mundo micénico como muchas veces se ha intentando observar. Mientras que la cultura micénica –el mundo heládico antes mencionado- proviene de un elemento indoeuropeo, y que es el precedente del posterior mundo griego, la cultura minoica es probablemente la evolución de la cultura autóctona del Neolítico en la isla de Creta. La cultura minoica nfluyó en la cultura micénica, que tuvo su esplendor una vez que el mundo minoico cayó tras un desastre natural.

La reconstrucción de este mundo no es fácil. Se encuentra dentro de lo que los historiadores han venido a llamar protohistoria, concepto amplio y poco definido, en donde podemos introducir aquellas sociedades, que si bien tiene una estructura estatal -que sería lo que definiría el concepto de Historia-, no poseemos documentos escritos que nos permita reconstruirla, debiendo basar todas nuestras pesquisas únicamente en la arqueología. Desde que Evans hiciera los primeros descubrimientos –en un momento en que Creta quedaba liberada del yugo turco–, distintos países –Italia, Inglaterra, Francia y Estados Unidos– han enviado regularmente campañas, que anualmente aportan novedosos datos. Las preguntas, en cambio, siguen siendo muchas, y la gran mayoría, quizás, irresolubles.

Y cuando me refería a la carencia de documentación escrita, no es que los minoicos carecieran de escritura, o que no tengamos ningún tipo de documentos del mundo minoico. La tuvieron, y tenemos los documentos que se guardaron en los archivos de los palacios, pero hasta el momento nadie ha podido realizar su traducción. Cuando se realizaron los primeros descubrimientos se comprobó la existencia, en la isla de Creta, de tres tipos de escrituras en los distintos momentos, a las que se les llamó, de más antigua a más moderna: escritura de jeroglíficos –ideogramas–, lineal A –de tipo silabario– y lineal B. Esta última es un griego muy arcaico, y, por tanto, pudo ser descifrada a mediados del siglo XX. Fue una escritura usada por los micénicos –es decir, una vez que el mundo minoico ya había caído–. La escritura de jeroglíficos y lineal A, propiamente minoicas, no han podido ser descifradas hasta el día de hoy.

 

Surgimiento y cronología del mundo minoico

Pero, ¿surgió esta cultura como consecuencia de una evolución? En un principio así lo deberíamos entender, puesto que pese a que se dio la hipótesis de un proceso de colonización de la isla, o incluso una invasión de ésta –teoría de la que se suele abusar para explicar el desarrollo de una cultura-, la realidad es que la arqueología no ha podido confirmar esto. Aunque por otra parte, la idea autoctonista, en su modo más puro, no sea del todo cierta, y debemos pensar que ésta estuvo acompañada por algún tipo de difusionismo desde Mesopotamia y Egipto, que permitió que la población autóctona sufriera una aculturación, que incluso pudo ir acompañada de algún tipo de migración desde las áreas más evolucionadas. Ello se podría advertir en que, a partir del 2600 a.C., el uso de la metalurgia, que hasta esa fecha había sido muy escasa, comienza a ser de gran importancia. Pero además de recibir influencias, la cultura minoica, una vez conformada, también irradiara sus rasgos a gran parte del Mediterráneo oriental e incluso occidental.

Antes de continuar con el proceso evolutivo del minoico, habría que hacer un comentario a la cronología de Creta, para la cual no existe una homogeneización entre los investigadores, aunque principalmente se sigue la dada por Levi –prepalacial, paleopalacial, neopalacial y postpalacial–, que se sincroniza con la dada por Evans –minoico antiguo, medio y reciente –, así como con la cronología heládica, del modo en que se expone a continuación:

  Cronología según Levi Denominación según Evans Equiparación mundo Heládico
  Prepalacial    
  I 2600-2400 Minoico antiguo I Heládico antiguo I
  II 2400-2100 Minoico antiguo II Heládico antiguo II
  III 2100-1900 Minoico antiguo III-minoico medio IA Heládico antiguo III
  Paleopalacial    
  I 1900-1830 Minoico medio IB Heládico medio I
  II 1830-1750 Minoico medio IIA Heládico medio II
  III 1750-1700 Minoico medio IIB  
  Neopalacial    
  I 1700 -1600 Minoico medio III Heládico medio III
  II 1600-1500 Minoico reciente IA Heládico o micénico reciente I
  III 1500-1450 Minoico reciente IB Heládico o micénico reciente II
  IV 1450-1380 Minoico reciente II-minoico reciente IIIA  
  Postpalacial    
  I 1380-1320 Minoico reciente III A2 Heládico o micénico reciente III A
  II 1320-1220 Minoico reciente IIIB Heládico o micénico reciente III B
  III 1220-1120 Minoico reciente IIIC Heládico o micénico reciente III A
 

Subminoico (1120 – 1050)

  submicénico

Como se puede apreciar, la estructura cronológica que dieron ambos investigadores –y la dada por otros muchos como Glotz, Pendlebury, Matz, Hutchinson-, es bastante compleja, y totalmente artificial. Sin embargo, quedémonos con las  grandes divisiones, de las cuales nos interesa, para el mundo minoico, las tres primeras -prepalacial, paleopalacial, neopalacial-, que pasaremos a tratar a partir de ahora, no sin antes mencionar que los datos arqueológicos, que nos ha aportado la isla de Creta, han permitido crear sincronismo con las cronologías egipcias y próximo orientales.

 

La época prepalacial

La época prepalacial es un momento en que se conforma la cultura minoica. Hacia el minoico antiguo III ya existe un florecimiento del arte cretense, que se plasma, entre otras cosas, en su cerámica. Entre el 2600 y el 2000 se observan toda una serie de modificaciones a lo largo del Egeo, en el que se dan nuevas ideas y técnicas en todos los ámbitos, y especialmente en el desarrollo de la navegación, algo que no hubiera permitido el desarrollo de la cultura minoica, por así decirlo, atrapada en una isla, en cierto modo rocosa, y poco apta para la agricultura en gran parte de su territorio, así como en las Cicladas –las cuales son auténticos pedregales–. La supervivencia de una población que crecía solo podía venir dada por la importación de productos desde otras zonas.

No existe una ruptura total con el Neolítico, sino un lento avance de progreso que se deja notar a partir del 2600 –iniciándose la Edad del Bronce-, momento en el que los antiguos establecimientos neolíticos son abandonados, con un reagrupamiento de la población en nuevos asentamientos de mayor tamaño, con la aparición de un urbanismo ordenado –con plantas cada vez más perfiladas–, cercanos al mar, y situados en zonas más elevadas  -que tampoco protegen en demasía-. Desde estas zonas se controlará un territorio mayor o menor.

Las plantas de las viviendas se hacen cuadrangulares, aunque en lo funerario se seguirá manteniendo la planta circular –la planta típica del Neolítico-. Las casas se van haciendo cada vez más complejas, las cuales irán desde la mera habitación, a una agrupación de éstas, llegándose, finalmente, a constituirse los palacios, que se dan en una época posterior. La distinta tipología de casas, y su tamaño, constituyen, por tanto, una jerarquización del hábitat, o, lo que es lo mismo, una estratificación urbanística, que demuestra que es una sociedad que va adquiriendo serios contrastes. Una élite que domina la economía, es decir, los excedentes de la producción, que son guardados en lugares de almacenaje, los cuales se dotan de muros de gran espesor para protegerlos, no del enemigo exterior, sino de los propios miembros de la sociedad. Y frente a esa élite, un gran conjunto de la población que se seguirá dedicando a lo que hoy llamamos sector primario –agricultura y sobre todo ganadera-. Aunque se va produciendo una especialización de artesanos que dedican su tiempo completo a la producción de diversos útiles, como cerámicas, que constituyen –no es una novedad- un fósil guía director. La propia especialización hará también que estas actividades, que normalmente realizaban las mujeres anteriormente, pasen a ser ahora un campo de los hombres

La propia complejidad de la sociedad y su organización se demuestra, por otra parte, en algunos edificios singulares –o edificios que hasta entonces no habían existido-, propios del sistema político y económico que adquirieron estas comunidades, y que desembocará en el palacio como centro del poder. Así, la propia existencia de grandes lugares para el almacenaje, o lugares destinados para la artesanía, son un indicio de una sociedad evolucionada.

El uso de metales, del mismo modo, se atestigua, para este momento, como algo destinado a la ostentación y prestigio de unos pocos. Los yacimientos nos han dado piezas de oro, plata y cobre, con toda una variedad de joyería de reposición –destinada únicamente al acompañamiento del difunto-, así como una amplia tipología de puñales. Y ante una isla que carece de dichos metales, estos fueron importados. Para ello fue de gran importancia la navegación, la cual se realizó primeramente a golpe de remo –como atestiguan los dibujos de las cerámicas- hasta que se introdujo la vela. Además del cobre y otros metales, se han encontrado en la isla obsidiana y marfil que han venido desde muy lejos.

 

Época paleopalacial

Planta aerea de Cnossos
Planta aerea de Cnossos

A partir del 2000 hay un cambio en la urbanística, la cual se perfila de una forma más concreta.  Aparece el palacio como centro de la vida política y económica. Los primeros datos que se obtuvieron del mundo minoico –y también del micénico- fueron precisamente de estos, lo que llevo a pensar en un mundo aristocratizante, dejándose a un lado los estudios del resto de las ciudades, y por tanto de su población.

Pero lo cierto es que, a partir del 2000 a.C., se comienza a dar esta orbita de los palacios que compone la etapa clasificada como paleopalacial. Este nuevo momento viene dado por un incremento demográfico, que permitió una mayor explotación del territorio, con la lucha entre los diversos palacios por el control de éste, por lo que existe un mayor desarrollo de los elementos defensivos.

Como ya se adelantaba, el palacio es tan solo una parte de la ciudad, en el cual reside el monarca, y en donde se encuentra su administración, así como los almacenes y los talleres. En torno a estos palacios se extiende el resto de la ciudad, que componen núcleos de gran complejidad, a los que tradicionalmente se les llamó ciudades-palacio.

Sala del trono de Cnossos
Sala del trono de Cnossos

Estos palacios, de grandes dimensiones en su mayoría, se encuentran construidas alrededor de un gran patio central y rectangular –forma que se mantiene hasta el mundo micénico–, y, en torno a las fachadas del palacio, existen grandes explanadas que estarían destinadas a la reunión de una gran parte de la población para la celebración de diversos ritos, en los que a veces existe incluso una especie de teatro con gradas. El edificio, en torno a ese patio, está compuesto por una multitud de habitaciones que se van sobreponiendo, con pórticos y columnas, grandes escaleras,  y paredes ricamente decorados con frescos al temple -de los que se conservan algunos ejemplos en los que se pueden ver una amplia variedad de temas pictográficos-. Entre las diversas salas de estos palacios destacaba la sala del trono, que aparece en los cuatro palacios que conocemos, en donde se puede observar una cátedra en piedra. Se les dio el nombre griego de mégaron.

Diosa de las Serpientes
Diosa de las Serpientes

Pero ¿quién gobernaba estos grandes palacios?. Durante mucho tiempo se discutió quienes dirigían los primeros Estados de la Historia. La respuesta solía ser  que los templo, es decir, en el poder religioso. Así, se planteó que los palacios minoicos estarían gobernaos por un rey-sacerdote. Pero la respuesta, hoy en día, deja mucho que desear. Al fin y al cabo, cualquier hecho de la Antigüedad tiene su contrapartida religiosa, sin que se pueda separar lo religioso de lo meramente político. Por tanto, el rey –que recibiría el título de minos– tenía funciones religiosas, claro está, y la vida ritual se articulaba en torno al palacio. Realizando un inciso, la religión minoica, mal conocida, se basó quizás en un elemento femenino de las divinidades, que se plasma en la diosa madre –cabe destacar la estatua de la diosa de las serpientes– y en santuarios de montaña y cuevas.

Cnossos
Cnossos

Pero, frente a estas ciudades y sus palacios, existen también núcleos rurales o mixtos, puertos, ciudades, villas reales o residenciales, lo que deja ver una cierta descentralización respecto a los palacios.

A lo largo del paleopalacial, hasta el 1700, se produce una consolidación de distintos palacios en la isla de Creta, o lo que es lo mismo, de distintas monarquías que lucharon entre sí por dominar un escaso territorio. Así, se puede observar tres palacios que dominaron el territorio: Festos, Cnossos y Manlia, a lo que muy probablemente debemos sumar un cuarto palacio en la zona occidental, que aún está sin encontrar, y que explicaría un cierto vació que se produce en el occidente de Creta. Cada uno de estos palacios tendría, además, relaciones diplomáticas entre ellos, así como intercambio comercial.

 

La época neopalacial

Reconstrucción palacio de Cnossos
Reconstrucción palacio de Cnossos

A partir del 1700, con el inicio de la época neopalacial, algo sucede. Quizás un fenómeno natural, como un terremoto, destruyó buena parte de los palacios –aunque hay quien mencionó la posibilidad de una invasión de los hicsos procedentes de Egipto, que desde luego no puede ser demostrada–. Sobre la ruina de estos, se crearon nuevos palacios, destacando el de Cnossos, el cual amplia sus dimensiones y su altura, mientras que el resto de palacios disminuyen su superficie, con una amplitud menor de los almacenes. Ello quiere decir que se ha producido un cambio sobre el dominio del territorio.

¿Cuál es la situación de Cnossos, en el neopalacial, ante estos datos? Podemos dar dos hipótesis : que Cnossos se ha convertido en el palacio predominante, es decir, el que controla la mayor parte de la extensión de la isla, o que directamente ejerce el poder sobre el resto de los palacios, que pasarían a ser una especie de monarquías títeres. Quizás se dieron los dos casos, ya que al menos  el palacio de Festos siguió funcionando como centro político, aunque parte de su territorio fue dominado por Cnossos, sobre el cual se creó una villa real de explotación por parte de éste último –éstas villas son una especie de palacios en miniatura–. También parece que el palacio de Menla se mantuvo en cierto modo independiente, aunque con una gran ritualización, mientras que el palacio de Koto Zakro, de nueva construcción –pequeño pero muy rico- se volcó al mar. Aunque este palacio debió ser otra de las villas reales o residenciales, que se configuran como un mecanismo de descentralización para la explotación económica. Se podrían mencionar otras como la de Hagia Triada y Gournia.

Si ya en época paleopalacial se había observado un fenómeno de talasocracia –dominio de los mares–, a partir del 1700 se ve claramente el carácter marítimo de la isla de Creta, con un importante comercio, y que irradia la cultura minoica, especialmente en el oriente del Mediterráneo.  Importantes  cerámicas, y otros tipos de objetos, se han encontrado en zonas fuera de Creta -en Egipto, Siria, las Clicladas, e incluso en el occidente como en la isla de Lípari-. Este mercado, cabe pensar, que estaría dominado por los palacios y sus flotas.

La aparición de estos materiales, fuera de Creta, hizo que muchos, entre ellos Evans, considerara que existió una colonización cretense –se basaba en la afirmación de Tucídides de colonias creadas por el legendario rey Minos en el Egeo–, mientras que otros historiadores parece no querer sacar a los cretenses de la isla. Evidentemente ni tenemos muestras ni de lo uno ni de lo otro, sino más bien algo intermedio. Grupos de cretense debieron de establecerse por diversas zonas de Egeo para gestionar este comercio. De ese modo, parece que hay algunos asentamientos permanentes en Rodas, Encomi, Ugarit, quizás en Phylakopi – en Melos-, y en Tera, en donde tradicionalmente se había considerado la existencia de colonias minoicas, aunque quizás se traten de establecimientos únicamente destinados al comercio.

Sobre esta cuestión, quizás los autores clásicos puedan mostrar alguna luz sobre ello. Autores como Heródoto, Tucídides u Homero –entre otros– mencionan al mítico rey Minos, a su imperio, y su poderío naval:

«De estos pueblos, los carios llegaron al continente desde las islas, pues antiguamente, como súbditos de Minos y con el nombre de légetes, ocupaban las islas sin satisfacer tributo alguno –por lo menos durante todo el tiempo a que las tradiciones más antiguas me permiten remontarme-, si bien, siempre que Minos lo requería, contribuían a equiparle sus naves. Por ello, como Minos había conquistado muchas tierras y tenía éxito en la guerra, el pueblo cario, por aquellas mismas fechas, era, con gran ventaja, el más famoso de todos los pueblos». (Heródoto I, 171,2)

«En efecto, Polícrates fue, que sepamos, el primer griega –sin contar a Minos de Cnoso y a algún otro, si en realidad lo hubo, que detentara el dominio del mar con anterior a este último- que aspiró a conseguir la hegemonía marítima» (Heródoto III, 122,2)

«Minos fue el más antiguo, de los que conservamos recuerdo, que se hizo con una escuadra y, dominando la mayor parte del mar de Grecia, ejerció su poder en las Cícladas» (Tucídides I, 49)

En las citas mostradas, y en otras tantas, se puede observar como al rey Minos se le atribuye un amplio dominio sobre los mares, así como el dominio de amplios territorios. Ahora bien, todas estas citas guardan algo de verdad, que ha sido modificada con el transcurrir del tiempo. En primer lugar, Minos pudo ser un personaje real, aunque gran parte de los historiadores se decantan por considerar que minos sería la titulación de los gobernantes, como ya se dijo antes. Pero sea como sea, ese dominio por conquista que se le atribuye a Minos – es decir, a los distintos palacios cretenses, y luego quizás al de Cnossos, principalmente– era tan solo un predominio en el ámbito comercial, gracias a una amplia flota, puesto que no se ha demostrado, tampoco, un carácter bélico de los minoicos. Se debe desmentir, de esta manera, la existencia de un Imperio minoico o cretense.

Lo que sí es seguro es que, a partir del 1400, la prosperidad del mundo minoico decayó por un fenómeno natural que destruyó los palacios, especialmente el de Cnossos, que fue abandonado por la monarquía. Este fenómeno natural fue la erupción del volcán de la isla de Tera, al norte de Creta –o al sur de las Cícladas– que hundió parte de la isla. Ello ocasionó un tsunami que llegó hasta la isla de Creta, la cual fue arrasada, y con ello los palacios y la flota minoica. Quizás, este recuerdo fue el que recogió Platón cuando nos narra el mito de la Atlántida.

En los años siguientes, los micénicos, provenientes del continente, fueron estableciéndose en la isla, en donde levantaron, de nuevo, los antiguos palacios. Comenzaba la época postpalacial según la división al principio mencionada. 

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