Historia de Roma

El Principado de Augusto

 Tras la campaña de Egipto y la derrota de Marco Antonio Octavio tenía todo el poder en sus manos. En el año 29 a.C volvió a Roma, en donde fue objeto de una serie de distinciones y honores. Ese mismo año se incluyó su nombre en el Carmen Saliare, el texto sagrado que recitaban los Salii en honor a Marte. Se clausuraron las puertas del templo de Jano, en un claro signo de que la pax había vuelto a Roma gracias a Octavio. Se celebraron tres días de Triunfo, y dentro de estas celebraciones se consagro la Curia Julia, levantándose un altar en ella en honor de la Victoria, que simbolizaba la divinidad tutelar del Imperio, y un recordatorio de la madre de todas las victorias: Actium. Se le reconoció, además, el derecho a crear patricios mediante la lex Saenia.

Ese año se inicio el proceso para acomodar las instituciones al poder de Octavio, poniendo fin a la excepcionalidad triunviral. Llevó a cabo como cónsul una lectio Senatus, revisión del álbum senatorial, que era propia de los censores, sin que recibiera la potestas censoria. Se redujo el número de senadores a 600, incorporando a sus partidarios, y él se inscribe como Princeps Senatus. Presidía el Senado y lo convocaba, y como Princeps era el primero que hablaba. Tenía el Senado bajo su control, y empezó su predilección por el termino Princeps.

Imperator Caesar Augustus

Entre los años 28 y 27 se llevo a cabo una restitutio res publicae, aboliendo el régimen triunviral. Fundamento su poder sobre la República y el Imperio en el consulado del 28 a.C, restableciendo el carácter colegial del consulado, siendo su amigo Agripa su colega. En agosto se declaró oficialmente el final de las guerras civiles mediante un Senatus Consultum que cerraba el periodo de excepción y emergencia que había empezado en el 43 a.C. Llevó a cabo la segunda operación de las funciones de los censores, haciendo un censo de la población del Imperio romano, la primera vez en 42 años, que fue acompañada de una lustratio, tras la cual el pueblo romano recomenzaba un nuevo tiempo en armonía con los dioses. En el plano judicial restableció la normal administración de justicia, nombrando un pretor urbano, y restauró el derecho de apelación de los ciudadanos. Devolvió también el erario al Estado.

En el 27 completa esa restitución mediante tres sesiones del Senado los días 13, 15 y 16 de enero. Devolvía las provincias al Senado con sus legiones, y éste le otorgó una serie de honores como la corona cívica de hojas de roble; el laurel, símbolo de la victoria, y finalmente el Senado insistió en que mantuviera el control sobre todas las provincias, aceptando la Galia, Hispania y Siria. Se le daba además un imperium de 10 años que incluía el derecho a hacer la paz y la guerra

A partir del 27 se diferenciarán dos tipos de provincias, las provinciae caesaris y las provinciae populi romani, aunque en el fondo seguía manteniendo casi el mismo poder sobre todas.

Junto con esa gestión de las provincias, el día 16 recibió el mayor de los honores, el título de Augustus mediante Senatus Consultum. Según Casio Dion ese epíteto solo se usaba para designar objetos sagrados, y nunca para los hombres. Casio Dion lo traduce como Sebastos en griego , digno de veneración. Suetonio lo define de forma más precisa: Augeoere (crecer, aumentar) y se aplicaba para calificar los lugares religiosos que habían sido consagrados con rito augural. Por lo tanto, sería un epíteto religioso que lo calificaba en ese plano, pero también en el político, significando que había crecido en sí mismo, hasta alcanzar la perfección. De esta forma pasó a ser llamado Imperator Caesar Augustus.

El último acto fue depositar un escudo de oro en la Curia Julia que llevaba una especie de inscripción en el que decía que se lo había entregado el pueblo y el Senado romano por su virtus, clementia, iustitia y pietas.

Después de estos hechos se convertía en el Princeps, en el primer hombre de Roma, siendo su auctoritas superior, pero el mismo dice que su potestas no fue mayor que la de sus colegas. Con su auctoritas expresaba su posición de prestigio moral y religioso, y en segundo lugar también designaba su posición de tutela, fuerza y garantía sobre los órganos de la República.

El 23 a.C es la siguiente fecha de gran interés en la construcción del primado político de Augusto. Ese año renunció al consulado que llevaba desempeñándolo desde el 31, al parecer debido a una enfermedad que casi le costó la vida, lo que le planteó la cuestión de la sucesión. Augusto tenía planteado que el poder pasaría a su familia, pero de tal modo que no pareciera una monarquía. La renuncia al consulado, además de dejar una de las plazas consulares libres, hacía que se tuviera que redefinir su posición política.

En el 23 recibió la plena tribunitia potestas y el imperium proconsulare, así como el ius interseccionis sobre cualquier magistrado, el ius coercitioniius referendi, por el cual podía someter al Senado a una cuestión determinada en cualquier sesión, y podía presenta una moción con prioridad sobre el resto de magistrados. Tenía el poder de los tribunos sin ser tribuno, lo que hacía no estar sometido a la anualidad y colegialidad.

El imperium proconsulare era excepcional, y no tenía que deponerlo al cruzar el pomerium como era lo habitual. Concentraba los poderes de dos magistraturas que no tenía, el tribunado y el proconsulado. Desde el 23 es cuando se puede decir queda constituidos los poderes del príncipe, los cuales serán los mismos que tendrán sus sucesores. podía ser superior al suyo, lo que hacía que su poder era superior a cualquier gobernador provincial. En consecuencia, le confería el liderazgo militar en el imperio.

A partir del año 23 las líneas de política de Augusto fueron por una parte la aproximación a la plebe, y la tendencia a la monumentalidad. Se preocupó por asegurar las necesidades de la plebe para presentarse como su protector. En el 19 se hizo cargo a sus expensas de la cura annonae, suministro de trigo a Roma haciendo frecuente las frumentaciones, repartió plata en ocasiones señaladas, rebajó los intereses de los préstamos, e incluso él mismo realizó préstamos a bajo interés.

Se preocupó de eliminar a los rivales en popularidad, así por ejemplo, Egnatius Rufus, que había sido aedil y que había creado con su dinero una brigada de bomberos, pretendiendo presentarse a cónsul, fue acusado de conspirar contra la vida de Augusto y se le condenó.

Se llevaron a cabo grandes centros monumentales en Roma. En el año 13 se inauguró el Altar a la Paz. Se terminó la gran obra del Foro de Augusto inaugurado en el año 2 a.C, año en el que se le concedió el titulo de Pater Patriae (Padre de la Patria).{phocagallery view=category|categoryid=1|imageid=9|displaydownload=0|float=left|type=0}

Junto con Agripa, en el año 17, celebraron los ludi seculares, que tradicionalmente se celebraban cada 110 años, con una parte central que consistía en una purificación o lustratio de la ciudad. Comenzaba así un nuevo siglo bajo los auspicios de los dioses y un tiempo de paz gracias a Augusto. En esto se inserta el pontificado máximo, cargo que asume en el año 12 a.C a la muerte de Lépido. El culmen de su promoción política fue la concesión de Pater Patriae, que pretendía evocar la auctoritas, la potestas, el vinculo familiar, la condición de dador de vida que tenía el padre en el ámbito familiar, la obediencia y la adhesión filial que se debe al pater en la familia romana, una figura que había que respetar.

Mientras todo esto ocurría, Augusto llevo a cabo también anexiones territoriales. Entre el 26 y el 19 a.C llevo a cabo la conquista del norte de Hispania, y en el 16 procedió a una reforma administrativa creando en Hispania tres provincias: Tarraconensis, Betica y Lusitania, las cuales sustituían a las antigua provincias Citerior y Ulterior. También la Galia sufrió modificaciones creándose la Aquitania, Lugdunensis y Belgica. En el 30 Egipto se había convertido en provincia, y en el 25 a.C en Oriente se crea la Galacia y en el 6 d.C Judea se convierte también en provincia romana.

Los mayores logros de Augusto como conquistador fueron en el Danubio, donde se conquistó Rhaetia, Noricum y Moesia, aunque estas provincias no fueron constituidas hasta después de la muerte de Augusto. En el Rin quiso llegar hasta el río Elba, y de hecho se estuvo a punto de conseguir, pero en el 9 d.C en Panonia hubo una sublevación y hubo que enviar allí legiones que se encontraban en el frente del Rin, además Roma sufrió una derrota en Teutoburgo en donde se perdieron tres legiones. Se convertirá así el Rin en la frontera norte del Imperio en la mayor parte de la historia de Roma.

Finalmente hay que hablar de la sucesión de Augusto. Como ya se ha dicho. Augusto quería transmitir su poder a su familia, pero sin que pareciera una monarquía, lo que hizo siempre que el tema de la sucesión fuera el punto débil del principado.

Augusto pretendía perpetuar su poder en su familia usando la tradición nobiliar gentilicia que por vía de consanguinidad masculina transmitía el nomen, el patrimonio, el prestigio y la clientela. Pero Augusto no tuvo hijos, tan solo una hija. Tuvo que recurrir de esta manera a adoptar a los hijastros de sus matrimonios, aunque antes lo había intentado mediante el matrimonio de su hija Julia.

El primer candidato a la sucesión fue Claudio Marcelo, hijo de su hermana, al que caso con su hija, pero lamentablemente éste murió. El segundo candidato fue Agripa, su compañero de armas, que casó en el 23 a.C con Julia, recibiendo Agripa todo Oriente en un imperio proconsular, y en el 18 la tribunitia potestas. En el 17 a.C adoptó a los hijos de Julia y Agripa, a Cayo y Lucio, a los cuales les dio el título de Princeps iuventutis, Príncipe de la juventud. Pero esto tampoco resultó, Agripa murió, así como sus dos hijos.

La tercera opción fue el matrimonio de Julia con Tiberio, que era el hijo de su tercera esposa Livia. Tiberio pertenecía a la gens Claudio, y había demostrado su capacidad militar y política. Había sido cónsul en el 13 a.C, en el 11 recibió un imperio proconsular, y en el 6 la tribunitia potestas. Augusto tuvo que optar así por la opción de Tiberio, una opción que no gustaba mucho a Augusto. En el 4 a.C adoptó a Tiberio, e hizo que éste adoptara a Germánico, el cual era sobrino de Tiberio y a la vez marido de una nieta de Augusto.

Cuando Augusto murió en el 14 d.C, Tiberio tenía la mejor posición, con el patrimonio y nombre de Augusto, convirtiéndose así en el nuevo Princeps.

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