La arquitectura gótica
El estilo gótico surgió en el siglo XII y se mantiene, claramente en una línea evolutiva, hasta el siglo XVI. Se trata de un estilo arquitectónico mucho más complejo que el románico y que consigue, desde luego, crear amplios y estéticos edificios. Se engloba en un contexto histórico, la Alta Edad Media, en el que el comercio vuelve a fluir en Europa, las ciudades retoman cierto vigor perdido desde la Antigüedad y los monarcas inician su andadura para organizar, como sucederá ya en la Edad Moderna, auténticos Estados en torno a ellos. La riqueza vuelve a estar presente en las ciudades, las cuales quieren diferenciarse del resto mediante una arquitectura mayor. Incluso los monarcas verán reflejadas en muchas catedrales su propio poder, por lo que no es de extrañar que estos mismos costearan las obras.
En el siglo XII el gótico no era más que un románico al que se le habían añadido bóvedas apuntadas. En el siglo XIII, que es su periodo clásico, el gótico estaba ya plenamente conformado y se opone a lo que había sido el románico. El siglo XIV se produjo una estilización y la arquitectura se separa de la escultura y la pintura. El siglo XV pasó a tener un carácter barroco y decorativo. Se mantuvo durante el siglo XVI en algunos países, cuando el Renacimiento ya se encontraba en pleno auge.
Debemos tener en cuenta que, aunque hablemos fundamentalmente de catedrales, iglesias y monasterios, el gótico es una arquitectura que sobrepasa la esfera religiosa, a diferencia del románico, y será utilizado para la construcción de otros edificios con fines civiles y militares: castillos, palacios, hospitales, y diversos edificios relacionados con la justicia y la economía.
El estilo gótico ha tenido cierto aspecto peyorativo. Así, el propio nombre de gótico –dado por el Renacimiento- conllevaba una fuerte carga negativa, puesto que hace referencia a la barbarie y al elemento nórdico. Lo que para nosotros hoy en día son auténticos monumentos de gran complejidad, el hombre renacentista lo entendía como obras horrendas.
Sea como fuere, ¿cómo y de dónde surge este estilo arquitectónico? Las interpretaciones que se han dado han sido varias. Algunos autores han considerado que el gótico era, en efecto, propio de los pueblos germanos e incluso alguien ha intentado buscar una ascendencia céltica. Se basan estos en alegar que este estilo recuerda a la arquitectura germana de madera como, por ejemplo, las finas columnas que se asemejan a los postes. En cualquier caso, una atribución germana de este estilo difícilmente puede darse por válida.
Muchos más son los que han considerado que el gótico es más bien una evolución del propio románico, aunque se le pueden realizar a esta afirmación amplias matizaciones. Así, se podría decir que más que una evolución desde el románico, parece que el gótico es una evolución arquitectónica lenta que se va experimentando sobre la arquitectura previa, es decir, el románico. De esta forma, se denota que los primeros edificios góticos se apoyan en estructuras románicas, mientras que en el gótico más evolucionado se trata de una arquitectura totalmente nueva, la cual es prácticamente opuesta a la románica como veremos.
Intentemos trazar esta evolución. En primer lugar, es sabido que uno de los elementos que caracterizan al gótico es el arco apuntado u ojival, así como la bóveda de ojivas o de crucería. Así, el gótico del siglo XII es, en realidad, una arquitectura románica con bóvedas y arcos apuntados en el mejor de los casos. En el románico había sido característico usar la bóveda de aristas, especialmente en las naves laterales, como elemento de refuerzo. En Inglaterra, a esta bóveda se le aplicó un refuerzo mayor que consistía en la introducción de nervios cruceros o diagonales, es decir, que se cruzan entre ellos como, por ejemplo, en la catedral de Durham –es lo que se llama gótico primitivo o early gothic-. Aunque fue en Inglaterra en donde se aplicó por vez primera, la realidad es que el uso de nerviaciones fue usada en otros lugares más allá de Europa, antes de que el gótico se constituyera. Es cierto que, por ejemplo, los musulmanes los usaron, aunque sus cúpulas y bóvedas tenían un peso mínimo. Pero en Armenia, ya en el siglo XI, aparecen bóvedas ojivales. Difícil es saber si existe alguna relación de estas con el gótico.
Sea como fuere, este primer gótico inglés influyó considerablemente sobre el gótico francés, el cual se convirtió en el gótico por antonomasia, mientras que el inglés, que también beberá del francés, se desarrolló en paralelo a este, con peculiaridades propias, pero que por efecto de su insularidad no tuvo amplia repercusión en el siglo XIII.
Como se ha dicho, en origen las nerviaciones únicamente se establecieron con el fin de reforzar las aristas, pero se siguen utilizando con arcos de medio punto como en el románico, tal y como se puede observar, en el siglo XII, en algunas catedrales como Durham, en Inglaterra, y Bayeux en Normandía. En dichas catedrales, el único elemento gótico es la bóveda ojival o de crucería, utilizándose el de medio punto para vanos y arcos formeros.
El primero de los países que tuvo una arquitectura realmente gótica fue Francia, ya en el siglo XII. Buena cuenta da de ella la catedral de Sens y la abadía de Saint Denis, en concreto la primera, que es considerada la primera de las catedrales góticas, a la que siguieron otras, tanto del siglo XII como del XIII, que son ya de un verdadero gótico: catedral de Chartres, la catedral de Reims, Lisieux, Bayeux, Séez, Coutances, Bourges.
Las verdaderas innovaciones del gótico, que se observan en las catedrales antes citadas, se produjeron en el momento en el que se introducen innovaciones técnicas que perfecciona la bóveda de ojivas. Los nervios, a partir de entonces, no son un mero refuerzo, sino que se incrustan en la propia bóveda y se transforman en la auténtica sujeción del peso de la misma. El lugar de intersección de estos nervios, también llamados arcos diagonales, se refuerza con un elemento conocido como clave. También se añadieron más arcos de tal forma que los intersticios o plementos aumentaron. Lo más común fue el añadido de un tercer arco paralelo a los fajones que pasaba por la clave o punto de intercesión entre los arcos diagonales, lo que daba lugar a la bóveda sixpartita. Estos nervios, además, serán después moldurados, es decir, se convierten en un elemento en el que puede añadirse decoración.
Del mismo modo, el arco apuntado sustituye al arco de medio punto, el cual es mucho más eficaz en la distribución de fuerzas.
Siguiendo con lo que ya se había realizado en el románico más avanzado, los arcos se apoyan sobre sobre un pilar cuadrangular o cruciforme, o en su caso una columna, a la que van adosadas otras, cada una correspondiente a uno de los nervios y arcos que sujetan la bóveda. A cada una de estas columnas se les da, además, un capitel y basa, aunque en muchas ocasiones el conjunto de capiteles y basas conforman un todo. Las basas apoyan normalmente sobre un plinto con forma octogonal. Los capiteles reciben decoración con animales y follajes como sucedía en el románico, aunque posteriormente se vuelve a un estilo corintio romano, aunque con volutas sustituidas por el llamado ganchillo, el cual está formado por un ramillete de hojas crespas y erguidas. No obstante, lo más usual es encontrar capitel cubierto de hojas naturalistas.
Estas nuevas técnicas permiten que las naves centrales se eleven en altura. Pero esto no impide que aparezcan nuevos problemas de fuerzas como ya ocurría en el románico. En aquel entonces se había solucionado mediante contrafuertes que se encontraban directamente adheridos al muro justamente coincidiendo con las columnas o pilares de la nave central o de las laterales. Ahora, la elevación de la nave central e incluso de las laterales hace que este sistema no sea eficaz, puesto que la altura hace que este y el muro, finalmente, se combe o se quiebre. Para solucionar esto, lo que se hace es añadir contrafuertes alejados del muro. De esta forma, estos reciben la fuerza de la bóveda mediante una serie de arcos de transmisión o arbotantes. Incluso estos contrafuertes pueden, a su vez, tener otra serie de arbotantes que transmiten el empuje a una segunda fila de contrafuertes. Los arbotantes, al mismo tiempo, actúan como canal de desagüe del agua de lluvia para que no resbale por las paredes. Se encuentra estos canales colmatados por figuras monstruosas llamadas gárgolas. Los contrafuertes tienen en la cúspide una terminación puntiaguda denominada pináculo, de tal forma que la sensación, junto con los arcos apuntados, es el de una elevación al cielo. A su vez, el pináculo se encuentra coronado por el florón, un motivo vegetal, y decorado mediante crochet, unos elementos con forma de hoja o gancho que se encuentra a lo largo del mismo. No obstante, este sistema de contrafuerte da la sensación de que las construcciones están apuntaladas.
En cualquier caso, toda esta innovación técnica permite que el muro pierda la función que había tenido en el románico, el de sujetar la bóveda. Ahora, el muro ni siquiera tiene que ser necesario, de tal forma que los vanos se pueden multiplicar y hacerse tan grandes como se quiera. Para cerrar, por tanto, los edificios, se acude a las vidrieras, las cuales se convierten en un elemento de gran importancia. En ellas se realizan representaciones iconográficas de diversos temas religiosos. Estos crean al ser traspasados por la luz del día una atmosfera especial dentro del templo. El oficio de vidriero se convierte entonces en uno de los más demandados.
En cuanto a las fachadas, estas pasan a ser, por norma general, tripartitas, es decir, contarán con tres grandes puertas, agolpándose la decoración también en las fachadas del crucero. Esta decoración, a diferencia del románico, no se da únicamente en el marco de la portada, sino que la supera. Los grandes arcos apuntados de las puertas siguen manteniendo, como el románico, arquivoltas en una disposición abocinada hacia el interior –incluso estas y las estatuas de las jambas aumentan su número-, pero se añade sobre estas el gablete, con una forma triangular, que culmina en el florón. Común también es que sobre estos se encuentre el rosetón –un vano circular-, que también se da en las cabeceras cuadradas.
La fachada principal suele estar franqueada por dos torres laterales que alcanzan una gran altura gracias a las nuevas técnicas constructivas. Además, al apuntarse cada vez más la bóveda, esto hace que los tejados se hagan más puntiagudos.
Las plantas del gótico son muy variadas, al igual que ya lo era en el románico. Quizás lo más característicos es que el crucero pierde longitud o directamente desaparece en algunas ocasiones –en este último caso un ejemplo es la catedral de Bourges-. Por regla general se sigue manteniendo una gran nave central, franqueada por dos laterales de menor altura, aunque muchas veces son dos navales laterales en cada lado, perdiendo cada una altura como ocurre en la catedral de Toledo. Se culmina la nave central con ábside semicircular y las naves laterales continúan en torno a este conformando la girola, que también era común de la arquitectura anterior. Esto último se da en la catedral de París. En el gótico inglés, en cambio, la cabecera es cuadrada, tal y como se observa en la catedral de Salisbury, que además tiene un doble crucero. Otra planta es la conocido de plan salón, en donde todas las naves poseen una misma altura, tal y como ocurre en la iglesia de Santa Isabel de Marburgo y Santa Ana de Annaberg.
En cuanto a la disposición en altura, en principio, en el gótico francés del siglo XII, se mantiene la tribuna, corredor que se encontraba en la parte superior de las naves laterales y que asomaba mediante el llamado triforio a la nave central. Sobre esta, se levantaba un tercer piso en el que seguían abriendo vanos que iluminaban la nave central. No obstante, al poder aumentar la altura, algunas catedrales llegaron a contar con hasta cuatro pisos como sucede en la catedral de Noyon, en donde sobre la nave lateral se encuentra la tribuna, sobre esta el triforio y, más arriba, los ventanales. No obstante, a partir del siglo XIII la tribuna desaparece y se mantiene el triforio a modo de decoración, el cual queda finalmente únicamente para disponer vidrieras sobre él. Es común el uso de linternas y cimborrios en el lugar en donde se cruza la nave principal y el crucero.
En el siglo XIV el gótico toma mayor esbeltez y parece que cobra mucha más ligereza, un ascenso al cielo. Los arcos se hacen más apuntados, lo que implica que el gablete tiene que ser más alargado y se convierte en un triángulo isósceles. La bóveda se hace más compleja, la cual ahora será de terceletes. Esta bóveda se conforma al añadir nervios a la bisectriz que conforma el ángulo de los arcos formeros y fajones y los nervios cruceros. En el lugar que dos terceletes se une se instala una clave, del cual arranca otro nervio, llamado ligadura, que termina en la clave central. Se crea así la sensación de una bóveda estrellada.
Los vanos se hacen todavía más grandes y prácticamente desaparecen dejando lugar al vano y al vidrio. De hecho, los distintos vanos y el triforio se agrupan de tal forma que conforma una continuación.
Las puntas de las hojas se aguzan y se dirigen hacia arriba. En los capiteles aparecen frisos sembrados de ramilletes de hojas cortadas y desperdigadas. En este momento se crean una multitud de capillas en las naves laterales de las catedrales e iglesias, financiadas por particulares y por gremios.
En Francia estas características se introducen en las catedrales que ya se habían construidos o que estaban construyéndose, pero no se construyen nuevas catedrales. Su aplicación fue, ante todo, en la construcción civil, donde destacan palacios como los de Mehun del Yévre. Y los castillos, convertidos ahora en palacios, como el de los Papas de Avignon. Estos castillos se caracterizan por los torreones circulares y los tejados puntiagudos, aunque mantienen su aspecto cerrado e inexpugnable.
Inglaterra, en cambio, consigue un gótico con mucho más esplendor y suntuoso caracterizado por las construcciones rectas. Caracteriza el estilo gótico inglés el arco conopial y se usa el motivo de las cardinas. Destacan la catedral de Gloucester en donde el testero se encuentra totalmente perforado siendo una inmensa vidriera. El gótico inglés multiplica los nervios de la bóveda conformando un tejido continuo. Aparece también la bóveda de abanico, también paraguas o conoidal, en donde los nervios que parten de la columnas aumentan su número, y se empalman unas bóvedas con otras.
En el siglo XV, influenciado por el estilo gótico inglés del XIV, aparece el estilo flamígero, que se convierte en la exaltación del gótico caracterizado por su barroquismo, en donde se mezcla la arquitectura simplista y la decoración complicada. Se comienza a utilizar el arco conopial, el carpanel, el escarzano y el Tudor. La elevación se deja a un lado, y los edificios pierden altura, al mismo tiempo que los elementos tectónicos, como las nerviaciones, comienzan a perder en muchas ocasiones su función para convertirse únicamente en motivos decorativos.
Los soportes se simplifican y se convierten, en muchas ocasiones en meras columnas, o quedan recorridos por finas nerviaciones. Las bóvedas se aplanan y casi se convierte en horizontales, los nervios se entrecruzan y se multiplican las claves en donde se plasman escudos o escenas, que llegan en un momento dado a ser colgantes. La bóveda estrellada, con una multitud de fórmulas, inspirada en la bóveda de terceletes, toma una amplia complicación y se establecen nervios secundarios o combados, unas veces rectos y otras curvos. En definitiva, estas nerviaciones ya no son las que sujetan los plementos, sino que se produce todo lo contrario, hasta el punto que en muchos edificios prescinden de los nervios: son las bóvedas anervadas. Las ventanas aumentaron los maineles, y se forman redes de arcos conopiales que se asemejan a llamas.
Algunos de los edificios construidos en este último estilo del gótico son los palacios de Bourgtheroulde, Jacques-Coeur en Francia, el castillo de Josselin en Bretaña y la iglesia de magdalena de Troyes. En Inglaterra, los centros universitarios de Oxford y Cambridge.
Hasta ahora hemos hablado únicamente de Francia e Inglaterra, pero el gótico se dio en otros lugares, como en España y Portugal, que son un importante foco de este estilo arquitectónico y artístico. No obstante, el caso de España lo trataremos en otro momento.
En Alemania, el gótico llegó en el siglo XIII, puesto que el románico tuvo una mayor resistencia a desaparecer, aunque luego fue uno de los lugares en donde el gótico más perduró, hasta el siglo XVI. Tuvo una amplia influencia francesa, y muchas catedrales siguieron los mismos esquemas que las catedrales francesas, aunque se puedan observar algunas características propias que provienen del románico, como los ábsides opuestos, como sucede en la catedral de Bamberg. Debemos destacar, en cualquier caso, la catedral de Colonia. En el siglo XIV, la columna se hace extraordinariamente delgada y los nervios tienen un perfil muy cortante. Los capitales desaparecen y los nervios descienden hasta los basamentos. Las bóvedas, aplanadas, se cubren de una retícula de nerviaciones. De esta época son la catedral de Ulm, la iglesia de Santa Cruz de Gmünd en Suabia, y San Lorenzo y San Sebaldo de Nuremberg. De la arquitectura flamígera del siglo XV, entre los muchos edificios, podemos destacar la catedral de Estrasburgo.
En Italia, el románico llegó tarde y arraigo muy poco. De hecho, ya el románico había sido muy distinto en esta zona. Se siguió manteniendo una arquitectura proveniente de la época clásica, con dimensiones reducidas, techumbres de madera, y los distintos elementos, como las torres, separadas del edificio principal. Destaca la catedral de Siena, construida en mármol, pero con una multitud de características de la época románica. Durante el siglo XIV se siguió interpretando el gótico de una forma peculiar como la catedral de Orvieto. Del siglo XV destacan amplios palacios en Venecia, como el Palacio Ducal, y la catedral de Milán. Desde luego, el inicio del Renacimiento hizo que prontamente el gótico desapareciera.
También deberíamos mencionar que las órdenes monacales poseían un gótico con características propias. De esta forma, allí donde se encuentra un monasterio de dicha orden se dan tales características. Es lo que sucede con el Cister y ordenes mendicantes como franciscanos y dominicos. Estas órdenes, además, distribuyen las diversas estancias de sus conventos en función de sus propias reglas de comportamiento. Debemos también mencionar que las catedrales cuentan con claustro, que se dispone al mediodía, en donde se sitúa, entre otras estancias, la sala capitular. Además, en el caso de que la catedral contara con una comunidad de canónicos que hicieran vida claustral, se disponía elementos típicos de la arquitectura de estas comunidades como refectorio, cocinas y dormitorios.
En definitiva, podemos decir que esta arquitectura gótica da un sentimiento de verticalidad, de impulso hacia el cielo frente a la pesadez del románico. La catedral se convierte a través de su grandeza en un elemento del poder superior de Dios que permite al individuo entrar en una especie de éxtasis.
BIBLIOGRAFÍA:
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