La colonia tiria – Juan Antonio Malo
Juan Antonio Malo, La colonia tiria. Siervo de Sapas, Ediciones Algorfa, Marbella, 2021
La Atenas de Pericles, la Roma imperial, las Guerras Púnicas y las Médicas, la tierra de los faraones o los imperios proximorientales son algunos de los muchos escenarios que utiliza la novela histórica. Sin embargo, poca atención ha prestado la narrativa a la historia antigua de la Península; mucha menos a la colonización fenicia. Precisamente, La colonia tiria cubre este vacío.
A comienzos del primer milenio antes de la era, los fenicios, desde la costa sirio-palestina, llegaron a las costas de Ishapan, nombre que estos dieron a la Península Ibérica. A partir de ese momento, empezaron a fundar asentamientos que, en gran medida, tenían como objeto comerciar con los pueblos autóctonos. Así lo atestiguan los muchos yacimientos que han sido descubiertos en la Península, pero quizás los fríos datos arqueológicos han provocado que desarrollar una trama en este contexto sea una tarea compleja. El autor de esta novela que reseñamos, Juan Antonio Malo, se ha atrevido a ello en su primera obra; y no precisamente ha localizado la trama en la ciudad fenicia por excelencia, Gades (la antigua Cádiz), sino en el desconocido yacimiento situado en Cabezo Pequeño del Estaño (Alicante), aunque aparecen o se mencionan otros tantos existentes en el siglo VIII a.C. De hecho, el autor realiza un comentario histórico de cada uno de estos lugares al final de la obra, que el lector debería incluso leerse antes de iniciar la novela. Por otro lado, demuestra el trabajo de documentación efectuado por el autor, no solo en esta cuestión, sino en el contexto histórico en general.
¿Qué más podemos aprender aparte de la geografía? A lo largo de la novela se puede observar un trasfondo que recoge diversas cuestiones. La primera de ellas es la navegación, que está siempre presente: la orientación en el mar, la estructura de los barcos, el modo en que estos se manejaban y el atraque en las playas; también los peligros que afrontaban los marineros, así como la navegación por los ríos, cuestión esta de gran importancia.
Por supuesto, también podemos aprender sobre el comercio. Continuamente se nos indica la forma en que las mercancías eran transportadas en los barcos, la carga y descarga, pero sobre todo los intercambios. Un comercio dirigido hacia los pueblos autóctonos en el que los metales o los objetos de metal eran de vital importancia. Al fin y al cabo, la historia transcurre en la Edad de los Metales: se estaban descubriendo nuevos metales o aleaciones y maneras de trabajarlos; unas sociedades, las autóctonas en este caso, todavía no conocen el hierro, mientras que los fenicios ya lo moldeaban. Se entiende que el jefe de la colonia fenicia en la novela, Kahen, guarde celosamente sus descubrimientos o intente que los pueblos nativos no aprendan nuevas técnicas de trabajo con estos materiales. Con gran pericia se nos describe las fases del trabajo metalúrgico, desde la extracción del metal hasta la creación de moldes.
Presente en el relato también hallamos la cuestión de la minería. El protagonista, Adom, además de metalúrgico, es un hábil especialista en la lectura del terreno. Sin embargo, no es suficiente con encontrar los yacimientos —cuyas ubicaciones se mantiene en secreto—, también hay que explotarlos; eso, como se observa, es complicado con arcaicas herramientas a la vez que peligroso.
También el autor ha sido capaz de transmitirnos que el metal no solo era un producto de intercambio, sino también de estatus, en especial los objetos manufacturados con este material. El jefe de uno de los pueblos autóctonos, Bodilkas, está obsesionado por tener unos medallones de brillante bronce que le permitan ante otros jefes aumentar su prestigio. No únicamente eso, sino que la posesión de armas fabricadas con un metal u otro significa la derrota o la victoria: ¿acaso una espada de bronce se puede oponer ante una de duro hierro? Diplomacia y guerra giran en torno al metal y las relaciones entre los distintos pueblos, ya sean fenicios o nativos, penden siempre de un hilo. Fenicios y autóctonos, Kahen y Bodilkas, se necesitan al mismo tiempo que se odian.
Otra cuestión que siempre aparece a lo largo de la novela es la religión, pues esta lo impregnaba todo en la Antigüedad. Continuamente los personajes hacen alusión a dioses fenicios como Sapas, diosa de la que es devoto el protagonista y que subtitula la novela: Siervo de Sapas. También hacen acto de presencia ritos para aplacar la ira de las divinidades o solicitar su favor, así como sueños y presagios: una montaña roja se le aparece en sueños al protagonista cuyo significado tan solo se descifra al final.
En cualquier caso, pese al contexto histórico, la trama de la novela, evidentemente, es ficción. Esta se estructura en 25 capítulos distribuidos en nueve bloques. Estos últimos comienzan con una escena retrospectiva, por lo que el hilo argumental no se construye totalmente de forma lineal. La trama arroja temas universales que son intrínsecos al ser humano en el pasado y el presente: el abandono de la ciudad natal, Tiro, por parte del protagonista, Adom, tras un triste acontecimiento que hace que emprenda la aventura que le lleva al otro lado del Mediterráneo. La búsqueda de su padre, Helo, desaparecido en esa zona, constituye la pregunta dramática que se nos hace al principio y que podremos contestar al final: ¿logrará encontrarlo? La pretensión de desarrollar una nueva vida en un lugar que ofrece nuevas oportunidades, en especial para un metalúrgico como el protagonista; también el afán de aventura y de ver mundo, como menciona más de una vez su amigo Yzar. No falta las tramas de poder y el ejercicio despótico del mismo, del que dan buena cuenta el jefe de la colonia, Kahen, pero también el jefe autóctono Bodilkas. Un poder relacionado, como no podría ser de otra manera, con la acumulación de riqueza. Sin embargo, también está presente el mando bien ejercido, como demuestra el viejo capitán de barco Ark. Desde luego, la traición y el asesinato no faltan y pueden llegar, como sucede, por parte de personajes de los que no se espera; pero también la lealtad, como muestra Aulem, el metalúrgico de la colonia. Tampoco carece el relato, por su puesto, de amor y celos, en donde la inocente Neleb y la altiva Kilith cobran protagonismo. No obstante, algunas escenas y la mentalidad que tienen algunos personajes están más cercanas a nuestras costumbres que a las de la época, pero al fin y al cabo es cierto que también hay que hacer atractivo a ciertos personajes para el lector moderno.
En conclusión, el autor ha logrado reflejar en gran medida un contexto histórico pocas veces tratado por la novela histórica, el de la colonización fenicia, por medio de una trama que tampoco defrauda.