La Guerra Civil y Cesar

Durante los años 51 y 50, el debate político giró en torno a los poderes cesarianos. Pompeyo y el Senado trataban de evitar el segundo consulado de Cesar, y obligarle a abandonar el proconsulado en la fecha establecida. Pero Cesar quería retener su proconsulado hasta el 49, y presentarse a las elecciones para el consulado del 48. Cesar, trataba de esta manera, de enlazar el proconsulado y el consulado sin intermedio, para no quedar en la situación de privatus. Quería utilizar la ley del 52 que le autorizaba a presentarse al consulado in ausentia.

En marzo del 50, el Senado debatió la cuestión de los poderes de Julio Cesar, y se formuló una propuesta para destituirlo y obligar a licenciar a sus legiones. Dicha propuesta fue vetada por el tribuno de la plebe, un tal Curion, que era cesariano, y propuso como solución para evitar una guerra civil, que tanto Cesar como Pompeyo abandonasen simultáneamente sus mandos extraordinarios, y licenciar a sus respectivas tropas. La propuesta fue aprobada mayoritariamente en el Senado el 1 de diciembre del año 50. Pero el cónsul Marcelo, sin tener en cuenta la votación, encargó a Pompeyo la defensa de la República, otorgándole el mando sobre las legiones estacionadas en Italia, y poder para reclutar más legiones.

Con estos precedentes, se llega a la sesión senatorial del 1 de enero del 49, en la que se decide que Cesar licenciara sus ejércitos, pero dos tribunos de nuevo, Marco Antonio y Casio Longino, vuelven a vetar la resolución senatorial. Cesar hace una contraoferta, renunciando a nueve de sus diez legiones, y a las dos Galias, pero a cambio conservaría la Ilirica, y la posibilidad de presentarse al consulado del 48 en ausencia.

Ante la negativa de los tribunos de retirar el veto a la resolución del Senado, éste decreta el Senatus Consultum Ultimum, obligando a los tribunos a abandonar la Curia, y destituyendo a Cesar como procónsul de la Galia, legitimando las medidas de Marcelo, y por lo tanto daba a Pompeyo el mando para salvar a la República.

El 10 de enero del 49, Cesar atravesó el Rubicón -frontera que separaba Italia de la provincia Cisalpina-, entrando con sus legiones en Italia, dando comienzo la Guerra Civil entre los dos imperatores, Cesar y Pompeyo, por el poder, en donde el campo de batalla decidiría a quién dar la victoria.

Desde el punto de vista ideológico, Cesar se esforzó en convencer que él no luchaba contra el Senado, sino contra la facción oligárquica que lo apoyaba, y con su lucha quería devolver la libertad al pueblo romano dentro del orden político tradicional. Pompeyo, por su parte ,defendía la República frente a el enemigo del Estado: Cayo Julio Cesar.

En el plano militar Pompeyo se equivocó. Escogió por dar perdida Italia, ante la llegada de Cesar a Roma con sus legiones, y porque Pompeyo tenía sus siete legiones en Hispania. Pompeyo abandona Roma con las dos legiones que tenía en Italia, y se traslada a Dyrrachium, en la costa Adriática, para preparar desde allí una operación en pinza, aglutinando legiones de las provincias orientales, y llegar a Italia con las legiones de Oriente e Hispania.

Mientras, Cesar marchó rápidamente sobre Roma, y a su paso se le adherían las ciudades por las que pasaba. Una vez enRoma, se apoderó del tesoro público. Desde Roma se dirigió a Hispania, consiguiendo la capitulación de la Hispania Citerior tras la batalla de Ilerda, y a continuación capituló la Hispania Ulterior sin necesidad de lucha. Pompeyo se quedaba sin estrategia, había perdido las legiones de Hispania.

Cesar vuelve a Roma, donde está once días. En el verano había sido nombrado dictador, y como tal dirigió las elecciones consulares para el 48, donde fue elegido cónsul. Desde el 48 alternará el consulado con la dictadura , y a partir del 46 fue nombrado dictador por diez años, ocupando también el consulado. En esos once días concedió la plena ciudadanía a los habitantes de la Gália Cisalpina que pasó a integrarse en Italia.

A comienzos del 48 desembarcó en Apolonia, se dirige hacia Dyrrachium, donde se produce una victoria pompeyana. Tras unas negociaciones entre ambos bandos, se llegó la batalla final en Pharsali, en el 48, donde Pompeyo es derrotado.

Pompeyo tratará de buscar ayuda en Egipto. En este país existía una lucha entre Tolomeo XIII, y su hermana Cleopatra, que le disputaba el trono. Tolomeo, que no quería entrar en una guerra con Roma, mandó matar a Pompeyo al desembarcar en Alejandría. Cuando llegó Cesar a Egipto se encontró que quien había sido su aliado, yerno (Pompeyo había casado con la hija de Cesar, Julia) y oponente, estaba muerto, y no aprobó el asesinato. Cesar en vez de volver a Roma, se quedó en Egipto para apoyar a Cleopatra. En el transcurso de una guerra civil abierta en Egipto ardió la biblioteca de Alejandría, que estaba continua al palacio donde se alojaba Cesar.

Cesar hubiera podido anexionar Alejandría en ese momento, pero no lo hizo, aunque dejo tres legiones allí, a pesar de que no era provincia. Egipto se transformó en socio y amigo del pueblo romano. Cesar no lo anexiono porque sus relaciones con Cleopatra eran más que diplomáticas, y tuvieron incluso un hijo: Cesarión.

En el 47, Cesar vuelve a Roma. Pero mientras Cesar estaba en Egipto, los partidarios de Pompeyo se habían hecho fuertes en África, con ayuda del rey Yuba de Numiria. En Tapsos, en el 46, se produjo un nuevo enfrentamiento entre cesarianos y pompeyanos, que se saldó con la derrota de éstos últimos. Numiria, por el apoyo a los pompeyanos, fue anexionada. Una parte pasó a manos de Mauritania, y la otra a la provincia de Africa Nova. El último episodio de la resistencia pompeyana tuvo lugar en Hispania, con los hijos de Pompeyo, que son derrotados, en el 45, en Munda. Cesar era ahora el único general de las legiones, instalándose definitivamente en Roma.

Cuando empezó la Guerra su única legitimidad, y no clara, era la de procónsul, por eso quiso que se le nombrara dictador. En el 49 fue dictador, y como tal intentó una política de clementia, que era la capacidad de comparecerse del enemigo cuando uno está en posición de poder castigarle, para sí distanciarse de la dictadura de Sila. Intentó integrar a los aliados de Pompeyo en vez de represaliarlos. También rehabilitó a los hijos de los proscriptos por Sila, y todos los exiliados a consecuencia de los juicios del 52 fueron autorizados a volver, menos Milón. Cesar quería hacerlo todo de forma legal.

En el 48 fue cónsul, en el 47 otra vez dictador, y en el 46 otra vez cónsul, pero a partir de ese año, después de Tapsos, se hizo nombrar dictador por diez años, y a partir de entonces acumuló la dictadura y el consulado. En el 45 sería cónsul único tratando se superar la dignidad de Pompeyo.

En febrero del 44 fue nombrado dictator perpetuus, y se hizo atribuir la sacrosanctitas, al igual que los tribunos, lo que también significaba su acercamiento al tribunado, y con ello se ganaba también al pueblo.

En la práctica, sus poderes eran los de imperium: dirigir las elecciones, convocar asambleas y el Senado. A ello fue a acumulando otros poderes. En el ámbito militar podía decidir la guerra y la paz sin consultar a los comicios y al Senado. Después de Munda todas las legiones estaban a sus órdenes, y por lo tanto los gobernadores de las provincias. En el terreno económico administró las finanzas sin contar con el Senado, y se encargó de acuñar moneda con su efigie personal. En el plano político, después de Tapsos, asumió el derecho de hablar primero en el Senado. A eso sumó, en el terreno religioso desde finales del 48, la condición de augur, que la unía al Pontificado Máximo que tenía desde el 63. Ejerció también la praefectura morum (cuidado de las costumbres), y promulgó una ley suntuaria para combatir el lujo de los ricos y evitar las deudas. Por otra parte, mantuvo las asambleas y las magistraturas, pero controladas por él.

Realizaría toda una serie de reforma. La iniciativa de éstas o fueron suyas o por personas de su confianza. Como premisa, Cesar intentó contentar a todos. Intentó contentar a sus soldados, llevando a cabo una política de colonización, y también para controlar el superávit de Roma. En Italia no quedaba tierra pública, por lo que busco tierra en provincias, y por lo tanto fundo o promovió levantar colonias en las provincias. La novedad estaba en el número de colonizaciones que promovió. Tuvieron lugar en África, Hispania, la Galia Narbonensis. Según Suetonio, hasta 80.000 fueron los ciudadanos romanos asentados en las provincias.

También quería tener a la plebe contenta y controlada. La plebe había crecido mucho en Roma, y ello daba lugar a problemas de orden público, y de mantenimiento. En torno a 320.000 personas vivían de las flumentaciones. Cesar procuró reducir a la mitad la plebe flumentaria, enviando a una parte a colonias, y excluyendo de la lista a los que no cumplían los requisitos para recibir cereal gratis. Promovió una política de construcciones públicas, para dar trabajo a la plebe.

En el plano institucional, actuó como Censor, aumentando el número de senadores de 600 a 900, cubriendo las vacantes con equites, aristocracias itálicas y provinciales, y miembros de su ejército de confianza. Respecto a las magistraturas, aumentó el número, solo los tribunos y los cónsules mantuvieron su número. Los pretores pasaron de 8 a 16, los ediles de 4 a 6, y los cuestores llegaron a ser 40.

En la administración provincial quiso evitar gobiernos prolongados, y en el 46 lo limitó a un año para los pretores, y a dos para los procónsules.

Se concedió a provinciales, a título individual, la ciudadanía, y se concedió el estatuto de municipio latino o itálico a poblaciones indígenas, y con ello promovió la romanización.

En materia religiosa, la mayor innovación fue la reforma del calendario, que daría como resultado un año de 365 días. En el ámbito de las costumbres se fomentó la natalidad. En el terreno judicial, la composición de los tribunales sería de senadores y equites.

En los idus de marzo, Cesar sería asesinado. Intervinieron en su muerte en torno a unas sesenta personas, la mayoría eran senadores y equites pompeyanos, pero también había cesarianos que habían combatido a su lado, pero que no quería su dictadura.

La causa de su asesinato era en primer lugar por su poder omnipotente. Después de la guerra era necesario un poder fuerte, pero esto cambio en el 46 cuando asume la dictadura por diez años, y en febrero del 44 se le nombro dictador vitalicio. Se empezó a temer la vuelta del Regnum, aunque Cesar había dicho que no aceptaría ser Rex. Cuando Marco Antonio le ofreció una diadema, Cesar la rechazó.

A esa dictadura perpetua había que sumarle otros poderes. Una ley tribunicia daba a Cesar la potestad de designar a la mitad de los magistrados sin tener que votarles en comicios, y a ello se le une la sacronsactitas, y una serie de honores que lo colocaban por encima de las instituciones y de los hombres. Tenía el titulo de Pater Patriae, el mes quintilis cambió a Iulius, y se le dedicó el quinto día de los juegos romanos. Se le reconoció el derecho de usar el manto púrpura y la corona de laurel (corona que llevaban los triunfatos el día del triunfo), y atribuyó a su nomenclatura el apelativo militar de Imperator. Su efigie aparecía en las monedas, y se levantaron estatuas suyas en los templos dedicados a los dioses.

Por lo tanto, había que eliminar al tirano. Julio Cesar estaba preparando una campaña contra los Partos, y extender los límites de Roma, emulando a Alejandro Magno. Contaba con 16 legiones y 100.000 jinetes. Había que eliminarle antes de que partiera a la guerra.

La ocasión vino con una reunión del Senado en el teatro de Pompeyo, el 15 de marzo. Antes de que diera comienzo, los conspiradores le apuñalaron hasta la muerte, cayendo el cuerpo de Cesar antes la estatua de Pompeyo. Entre los conspiradores estaban los pretores del 44, Casio Longino y Bruto, que creían que la República se restablecería por si sola con la muerte de Cesar. Estaban confundidos, la República había muerto para siempre.

BIBLIOGRAFÍA

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Autor: D. Gilmart, publicado el 2 de diciembre de 2008

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