La Paz Armada: los sistemas de alianzas

Tras la unificación italiana y alemana, y los acontecimientos que tuvieron lugar a lo largo de éstas, el mapa de Europa cambió. Las principales potencias europeas se lanzarán a dominar el mundo. Poseer colonias, materias primas para las nuevas industrias, y mercados para dar salida a los productos nacionales, era fundamental, y para ello había que mostrar el poderío militar frente a las potencias rivales. Ello hizo que desde 1871 se comenzara a respirar un ambiente de guerra, la cual no llegaría hasta 1914. Es por ello que, dicho periodo –1971-1914–, se le conoce como la «paz armada», puesto que en un ambiente en el que los tambores de guerra parecía que iban a empezar a sonar, las potencias se lanzaron a modernizar sus ejércitos y armamentos, mientras firmaban alianzas. Y de hecho, todo este periodo estuvo protagonizado por la diplomacia, en donde destacaría el canciller alemán, Bismarck, quien ya incluso antes de la unificación alemana había mostrado sus dotes diplomáticas.

Tras 1971 Alemania será la que lleve la batuta de la diplomacia. Bismarck basó dicha diplomacia en un acercamiento a los imperios –Rusia y Austria–, así como a Italia, mientras que intentaba mantener al resto de potencias lejos de ellas, e impedir crear un bloque en contra de Alemania. Y de hecho lo consiguió hasta que fue retirado de su cargo. Francia e Inglaterra no tuvieron ningún tipo de acercamiento diplomático hasta 1990, sino todo lo contrario, fueron los contrincantes en la carrera colonial.

Entre 1871 y 1990 Bismarck mantendrá el equilibrio europeo a partir de tres sistemas de alianzas. En 1873 el canciller alemán logró crear el primer sistema de alianzas, que será conocido como la Alianza de los Tres Emperadores, entre Alemania, Rusia y Austria. Dicha alianza iba encaminada a un acuerdo entre los tres para impedir revoluciones que alteraran el orden político establecido en cada uno de los Estados, y lo que era mucho más importante, frenar la Internacional socialista. Sin embargo, pronto la alianza iba a quedar desmotada. En 1878 la alianza se rompía, puesto que dos de sus miembros, Austria y Rusia, tenían un conflicto entre ellos: los Balcanes. Dominados estos por los Otomanos hasta 1800, empezaron a abandonarlos conforme los movimientos independentistas iban cediendo. Pero desde aquel momento vieron, tanto austriacos como rusos, la posibilidad de controlarlos y poseer una salida al Mediterráneo. La guerra turco-rusa de 1877-78, que dio auge a los movimientos independentistas de los Balcanes, dejo ver a Rusia las intenciones de Austria, así como una Alemania que no estaba interesada en los asuntos rusos cuando entorpecieran sus relaciones con Austria.

Todo ello llevó a que Alemania firmara la Doble Alianza con Austria. Entre las clausulas se establecía que de ser atacados por Rusia, la otra potencia debía acudir en su ayuda, mientras que si el ataque provenía de un tercer Estado, mantendrían la neutralidad. Pese a que nació como una alianza de cinco años, se renovó en 1883 y en 1902, y duraría hasta el final de la Gran Guerra. Esta alianza se convirtió en el eje del resto de alianzas.

En 1881 la Alianza de los Tres Emperadores resucitó, después de que Rusia encontrara diferencias con Gran Bretaña en Próximo Oriente y Asia. Ya en la guerra de Crimea, en 1853, Inglaterra y Francia habían apoyado al Imperio Otomano. Pero las diferencias entres Rusia, Francia e Inglaterra venían bien a Alemania para evitar un acercamiento de éstas, y volver a montar la anterior alianza. Aunque inicialmente secreta, fue renovada en 1884, aunque no se prorrogó cuando llegó a su fin en 1887. Junto con esta alianza, en 1882, se firmo la Triple Alianza entre Italia, Alemania y Austria, una alianza que fue secreta y que tuvo una duración inicial de cinco años. En dicha alianza Alemania y Austria se comprometían en prestar ayuda si Francia atacaba a Italia. De hecho Italia prácticamente no se comprometía a nada, y Bismarck sabía que el potencial militar italiano no era fundamental en una posible guerra. Sin embargo, la alianza tenía un valor estratégico, puesto que mantenía a Italia alejada de Francia, y evitaba un posible conflicto entre Italia y Austria.

Alianzas  entre 1871 y 1878

Lo que era patente es que, a estas alturas, Rusia estaba alejada de Francia, aunque había otros que querían mantenerse alejados de Rusia. Serbia y Rumanía firmaron tratados con Alemania y Austria en 1881 y 1883, ante una Rusia que les presionaba para conseguir la anhelada salida al Mediterráneo. Al mismo tiempo que Alemania colaboraba con Gran Bretaña en temas coloniales para mantenerla alejada de Francia.

Todo este esfuerzo no perduraba más allá de unos años, las alianzas caducaban y había que innovar continuamente. Así que, en 1887, se realizó –por iniciativa de Bismarck– el Pacto del Mediterráneo entre Gran Bretaña, Austria e Italia para mantener el statu quo allí, y con ello, el impedimento para que Francia pudiera actuar en Marruecos después de que hubiera conseguido apoderarse de Túnez. Sin embargo, ese año la alianza de los Tres emperadores llegaba a su fin. Rusia no quería volverla a firmar, puesto que le era un impedimento para actuar en los Balcanes, así que Bismarck consiguió llegar a un acuerdo en secreto con Rusia –un pacto de garantías–, por el cual Alemania se aseguraba la neutralidad rusa si Francia atacaba a Alemania, a la vez que ésta se mantendría neutral si Rusia actuaba en los Balcanes y Austria declaraba la guerra a Rusia, pese a la existencia de la doble alianza.

Pero el poderoso canciller alemán, Bismarck, encontraría una piedra en su camino que daría al traste con todo su trabajo: la muerte del emperador Guillermo I, que le había consentido absolutamente todo, y su sustitución por Guillermo II en 1890. Este nuevo emperador ya no iba a dejar a Bismarck campar a sus anchas, ni tampoco el recién elegido parlamento con una mayoría más liberal. Y aunque Bismarck tenía previsto la proclamación de la ley marcial, Guillermo no le iba a dar su apoyo. Finalmente, y tras solicitárselo, Bismarck abandonaba la cancillería. El nuevo canciller Von Caprivi no tenía experiencia diplomática, mientras el ministro de exteriores, Von Holstein consideraba que el pacto de garantía con Rusia era incompatible con la Dúplice Alianza. Así el pacto con Rusia no se renovó.

La nueva política alemana consideraba mucho más importante mantener la amistad con Austria, y aunar lazos con Gran Bretaña, con quien firmaron un acuerdo bilateral, con el que Alemania consiguió territorios coloniales en África. Incluso la triple alianza estuvo a punto de convertirse en una cuádruple alianza. Sin embargo, pronto las tornas cambiarian, y Gran Bretaña se alejaría de Alemania.

Alianzas entre 1879 y 1986

Por otra parte, el fin del pacto con Rusia por parte alemana, y la reducción de sus préstamos a Rusia, hizo que ésta buscara estos en Francia, entrando de esta forma ambas potencias en contacto. De hecho, Francia y Rusia estaban demasiadas solas, y ello hizo superaran sus diferencias. Así que, en 1893, se firmó una convención francorrusa secreta. Entre las clausulas, se hacía referencia a la Triple Alianza. Mientras esta existiera seguiría en vigor el acuerdo, y se movilizarían si la Triple Alianza se movilizaba. El acuerdo se convertía en una primera base del bloque de los aliados.

Gran Bretaña era la única que no había entrado en un acuerdo que perdurara, más allá de acuerdos puntuales con cualquiera de las alianzas. El primer acercamiento inglés con una potencia europea –puesto que en 1902 había firmado un acuerdo con Japón- sería curiosamente con su enemigo tradicional, Francia. Ambas potencias habían rivalizado en la carrera colonial, y en 1989 se había producido un enfrentamiento bélico entre ellas en Sudán –la batalla de Fachoda–. Sin embargo, el ascenso al trono de Eduardo VII –el artífice real, más que el gobierno Tory– que simpatizaba con Francia, condujo al entendimiento entre ambas naciones, al tiempo que Francia entre elegir la venganza por Fachoda o la recuperación de Alsacia y Lorena en manos alemanas, preferían lo segundo, ante una Alemania cada vez más peligrosa ante los ojos franceses. De esta forma, en 1899, Gran Bretaña y Francia realizaban un acuerdo para suavizar tensiones. En 1904 ambas potencias firmaban la Entente cordiale, que será el germen de los «aliados». La alianza llevaba a Francia a reconocer el dominio inglés de Egipto y del resto de las colonias disputadas por Francia, al tiempo que Gran Bretaña daba el visto bueno a Francia para su expansión por Marruecos, llegándose a un acuerdo con España para repartirse el protectorado marroquí.

Lo que era evidente es que Berlín había dejado de ser el centro de la diplomacia. Por primera vez un gran acuerdo se realizaba sin que Alemania participara. Pero el káiser, que no iba a quedarse de brazos cruzados, especialmente en temas coloniales, llegó a presentarse en Tánger en 1905 para anunciar que la cuestión de Marruecos debía ser debatida en una Conferencia de Naciones. Y así fue, en 1906 tuvo lugar la Conferencia de Algeciras, en donde Alemania salió derrotada. Prácticamente nadie apoyó las posiciones alemanes, más allá del Imperio Austro-Húngaro. El resto se limitaron a aceptar la posición francesa en Marruecos. Pero lo más importante es que se observó el alejamiento de Italia de la Triple Alianza, al tiempo que la Entente se consolidaba, a la cual se le unió Rusia en 1907, conformando la Triple Entente. A ésta se pudo llegar tras un acuerdo entre Gran Bretaña y Rusia, quienes limitaron sus influencias en Persia y Asía, y se permitía a Rusia intentar dominar del estrecho de los Dardanelos.

Alianzas entre 1887  y 1890

Ello no gustó nada a Alemania, y con la excusa del peligro que suponía en los Balcanes el gobierno del partido de «Los Jóvenes turcos» en Turquía –que habían depuesto al Sultán-, y que intentaban recuperar las antiguas posesiones, permitió a Austria-Hungría la anexión de Bosnia y Herzegovina en 1908, rompiendo así los acuerdos que se habían tomado sobre esta zona en la Conferencia de Berlín. Mientras que Serbia, que también ambicionaba estos territorios, la cual estaba bajo protección rusa, consiguió que el Zar protestara sobre este hecho, apoyada también por Francia e Inglaterra. Se podría haber llegado a la guerra, pero ninguno de los miembros de la Entente estaba aún en condiciones, pero permitió ver que la Entente era una alianza fuerte.

Varios años después, una nueva chispa para la guerra volvía a darse. La causa se encontraba de nuevo en Marruecos, y los problemas que encontraba Francia en su interior para mantener el orden en el protectorado. Así que, en 1911, el kaiser consideró que debía intervenir de nuevo, y envió a Agadir el crucero Panther. La guerra parecía inminente, sobre todo cuando Alemania requirió a Francia que cediera a Alemania la mayoría de sus posesiones africanas. Tan solo el gobierno francés de Caillaux parecía partidario de ceder, el resto de franceses, así como Inglaterra, rechazaban las exigencias, así que Caillaux fue sustituido por Raimond Poincaré, quien se negó a aceptar las exigencias alemanas. Pero Alemania tampoco estaba dispuesta a la guerra, así que acabó, finalmente, dando por válido el dominio francés en Marruecos a cambio de un pequeño territorio en el Congo prácticamente inservible.

Alianzas entre 1891 y 1914

Lo que era evidente es que las potencias, más que nunca, sabían que tarde o temprano habría una guerra, y comenzaron los preparativos militares para ella, al mismo tiempo que seguían hablando de la paz, y se reunían para arbitrar los rencores como nunca se había hecho antes. En 1899 se había realizado en La Haya una conferencia de Paz, y nuevamente en 1907, que nadie creyó. De hecho parecía que preparaban la guerra, así se reforzó la posición de la Cruz Roja, y adoptaron, más bien, normas de guerra para el futuro. Y es que a la conferencia acudieron los principales defensores de todos los Estados que defendían el gasto desorbitado en armamento, y sobre el cual no se habló.

Hacia aquel entonces, Italia se alejaba más de la Triple Alianza, después de anexionarse Tripolitana en 1911, propiedad de Turquía. Pese a las simpatías alemanas y austriacas hacia el Imperio turco, no hicieron nada. Y la debilidad turca conllevo, por otra parte, que los Estados balcánicos se unieran para combatir contra la amenaza turca. Los Balcanes se convirtieron en el punto candente de los años siguientes, a menudo conocido como «el avispero», con varias guerras que precedieron a la Gran Guerra.

Autor: D. Gilmart, publicado el 27 de noviembre de 2010

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