Historia de Roma

La supremacía de Pompeyo

 

A partir de Sila, se ve evidente las aspiraciones de muchos individuos, los llamados Imperatores, que no dudarán en realizar reformas institucionales para adaptar la República a sus propias circunstancias. El obtener una provincia importa, y conseguir grandes victorias al mando de las legiones, se convirtió en lo primordial para cualquier individuo que aspirara a ser el primer ciudadano de Roma.

Sila había sido el primero, aunque sus intenciones reales fueron siempre las de restaurar la Républica. Sus medidas, por otra parte, no gustaron a practicamente nadie, especialmente los que habían sido proscriptos por Sila, que tras su muerte volvían a Roma. Los años 70, de esta forma, estarán marcados por la reacción a los cambios introducidos por Sila. En este contexto hay que entender el ascenso de Pompeyo.

Pompeyo era un nobilis, había participado en la Guerra Civil a favor de Sila, en donde se había destacado en su capacidad mimitar. Tales fueron sus éxitos miltares en esta época que se le había concedido, en el 88, el nombre de Magnus, que incluyó a su nomenclatura personal. como cognomen. Ese mismo año, recibió un imperio como propretor para acabar con los focos de resistencia contra Sila en África y en Sicilia, celebrando en el 81 a.C. su primer triunfo en Roma. Con estos antecedentes, destacó en la represión contra Lépido en Italia y Sertorio en Hispania.

Marco Emilio Lepido fue elegido Cónsul para el 78, junto a Catulo. Lepido había ganado el consulado en contra de los intereses de Sila, ya que Lepido había estado del lado de Mario, colaborador de Cinna, y luego se pasó al bando de Sila, cuando la situación estaba ya perdida. Lépido presentó un programa de reformas para reintroducir las flumentaciones, autorizar el regreso a Roma de los exiliados, la devolución de los bienes y derechos a los proscriptos, y el restablecimiento el Triibunado de la Plebe con sus características tradicionales. Sus reformas no fueron aprobadas, lo que hizo que en el 78, en Fiesole, se produjera una revuelta protagonizada por los desposeídos, quienes expulsaron de sus antiguas propiedades a los nuevos propietarios, instalándose en ellas.

El Senado envió a los cónsules a reprimir la revuelta, y Lepido se supo del lado de los rebeldes -nunca un cónsul había actuado de forma contraria al sentir del Senado-. Lépido fue llamado a Roma, y se le otorgó la Galia Narbonense como gobernador -una forma para alejarlo de Roma-. Sin embargo, Lépido, que aceptó el mandato del Senado, volvió con las legiones marchando sobre Roma, exigiendo que se volviera a aceptar su candidatura para el consulado del año siguiente -según las reformas silanas debería esperar 10 años para volverse a presentar-.

Esta actuación hizo que el Senado declarara el Senatus Consultum Ultimun -una situación de emergencia-, y encargó Catulo, como proconsul, que salvase a la República, al mismo tiempo que concedió a Pompeyo un imperium como propraetor en el año 77.

La guerra entre Lépido y Pompeyo se resolvió en dos batallas: Modena y Cosa. Las dos victorias fueron para Pompeyo. Lépido huyó a Cerdeña, pero los hombres de éste, al mando de su lugarteniente Perpenna, se refugiaron en Hispania, donde se unieron a las fuerzos de Sertorio ese mismo año. El Senado ordenó a Pompeyo disolver su ejército -pues su misión en Italia había acabado-, pero Pompeyo quería ser enviado a Hispania para hacer frente a Sertorio, y finalmente el Senado tuvo que aceptar.

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Pompeyo el Grande

La rebelión de Sertorio no fue un episodio de la historia provincial, aunque se diera en Hispania. Fue una consecuencia de las Guerras Civiles, la reacción contra la toma de poder por Sila. La protagonizaron exiliados, partidarios de Cinna, y a ellos se unieron provinciales rebeldes contra Roma. El objetivo era acabar con el régimen de Sila, y Sertorio nunca se planteó la segregación de Hispania, tal y como sus enemigos lo hicieron ver.

Sertorio, en el 87, era oficial en el ejército de Cinna, y en el 83 era pretor, a quien se le asignó la Hispania Citerior como gobernador. Cuando Sila resultó vencedor, Sertorio fue destituido de su gobierno en la provincia, y tuvo que huir a África. En el año 80, regresó a Hispania al frente de un ejército provincial del que formaban parte los mauri de Mauritania. Se puso al frente de una sublevación lusitana, lugar donde se estableció en un primer momento, y venció sucesivamente a dos oficiales que habían sido mandados para acabar con su ejercito. Roma, en el 79, envía a Cecilio Metelo Pio como procónsul, pero Sertorio lo venció de igual modo, así como a los gobernadores de la Hispania Ulterior y de la Narbonense. Sertorio dejó Lusitania bajo control militar, y se trasladó a la Hispania Citerior, consiguiente una alianza con los celtiberos. Sertorio instala su campamento en Castra Aelia, cerca de Salduie (Zaragoza), y en el 77 a.C. se le unieron los hombres de Perpenna. Sertorio organizó una especie de gobierno paralelo, con un Senado y unos magistrados. Era un gobierno en el exilio a la espera de recuperar el poder en Roma .Convirtió a Osca en su centro político, acuñando allí abundante moneda, y creo una escuela para difundir a los indígenas la cultura romana.

El año 77 fue el momento en que el poder de Sertorio atravesaba su mejor momento. El Senado recurrió a Pompeyo -más bien por la presión que este les estaba ejerciendo para ello- para que acabara con éste. Ese año, Pompeyo obtuvo un imperium extraordinario como procónsul. Sertorio, ante la noticia de la llegada de Pompeyo, pactó con Mitriades -rey del Ponto-, a quien reconoció su dominio sobre toda Asia, a cambio de ayuda económica, y de barcos. Para cuando esa ayuda llegó, Pompeyo ya había derrotado a las tropas sertorianas. Tras esa derrota, aparecieron disensiones en el ejército de Sertorio, que acabarán en el 73 a.C con una conjura, promovida por Perpenna, para asesinar Sertorio en Osca. Más tarde, Pompeyo se encargaría de acabar con Perpenna.

Pompeyo había acabado con el último frente abierto de las Guerras Civiles. Su posición de poder era tal que, en el 71 a.C, no solo celebró su triunfo, sino que exigió que se le permitiera acceder directamente al consulado, sin haber desempeñado ninguna magistratura anterior. Una vez más el Senado tuve que ceder, ante un ejército acampado a las puertas de Roma -ya que Pompeyo estaba esperando celebrar el Triunfo- . Pompeyo pudo, así, presentarse a las elecciones consulares del 70 y salir elegido como tal. Pese a lo extraordinario, en el fondo se regularizaba la situación de Pompeyo, quien había obtenido sendos mandos extraordinarios sin ser magistrado.

Por otra parte, el colega de Pompeyo en el consulado sería Craso. Éste era un nobilis, había combatido incondicionalmente con Sila, y en el 81 había entrado en el Senado. Se había enriquecido con los bienes de los proscriptos. Y había reunido meritos para obtener el consulado, gracias a su victoria contra Espartaco.

La insurrección de Espartaco surgió en Capua, en el verano del 73, en una escuela de gladiadores. Eran en principio unos 70 gladiadores, dirigidos por Espartaco – un esclavo de origen tracio, y que antes había servido en el ejército romano-. El objetivo en principio era huir, pero se transformó en una revuelta servil, ya que se le unieron muchos esclavos de Campania. Roma no tenía en ese momento recursos para acabar con la rebelión, y el Senado solo pudo enviar a dos pretores, con dos legiones, que fueron vencidos por Espartaco facilmente. El Senado no le quedó más remedio que enviar a los dos cónsules, los cuales, de igual modo, fueron vencidos en el 72. Espartaco tenía un ejército de 100.000 esclavos a su disposición., mientras que Roma tenía sus legiones fuera de Italia. Con ese ejército atacaron y saquearon ciudades. El Senado encargó a Craso que acabará con la revuelta de los esclavos, dándole un imperium proconsular, y un ejército de diez legiones (60.000 hombres). Espartaco intentó negociar, pero Craso quería una victoria militar -aunque no se le permitiría celebrar un triunfo al haber derrotado a un ejercito de esclavos-, y dijo que Roma no negociaría con rebeldes esclavos. Espartaco murió en batalla, y en el 71 la victoria de Craso era definitiva. Hizo crucificar por la Via Apia, a 6.000 esclavos desde Capua a Roma, como aviso a futuros intentos de rebelión. Pero Roma también aprendió una lección de todo esto: en el futuro había que reducir el número de esclavos que cultivaban las grandes extensiones de tierra.

Las principales iniciativas del consulado de Pompeyo y Craso fueron, en primer lugar, las concernientes al Tribunado de la Plebe. En el año 75, la Lex Aurelia había reintroducido el Tribunado de la Plebe en el Cursus Honorum. En el 70, se aprobó la lex pompeia-licinia, por la cual se restituía a los tribunos todas sus competencias tradicionales. Por otra parte, en el 70, otra Lex Aurelia presentada por un pretor, establecía una composición mixta para los tribunales, que incluyeran a senadores, equites y tribuna aerarii (propietarios con rentas inferiores a los equites) a partes iguales.

Un tercer hecho de este consulado de Pompeyo y Craso fue, que después de mucho tiempo, se eligieron censores, que revisaron el album senatorial, siendo expulsados 64 senadores. Elaboraron el censo de ciudadanos, que era entonces de en torno 910.000 ciudadanos, y fue entonces cuando se repartió definitivamente a los itálicos entre todas las tribus y centurias.

Estas acciones no anulaban el orden silano, pero si lo moderaba en aquellos aspectos que habían sido más discutidos, ayudando a mantener la continuidad del orden silano.

Los mandos extraordinarios, que a partir de ahora se otorgaran de forma continua, daban mucho poder a los llamados imperatores, ya que les proporcionaba poder, riqueza, clientelas, prestigio, y la formación de ejércitos personales profesionales. En este proceso fue fundamental los mandos extraordinarios que se le otorgaron a Pompeyo: en el 67, para hacer frente a piratas; y en el 66, contra Mitriades.

Existía una piratería que dificultaba el transito de personas, y sobre todo de mercancías, especialmente el suministro de cereal a Roma. -asunto de gran importancia-. En principio, Roma no intervino, pero en el S. II instó a los reyes aliados a acabar con los piratas, y ante los escasos resultados se decidió intervenir.

En el año 74, el Senado concedió al prator Marco Antonio un mando militar extraordinario para combatir a los piratas allí donde los encontrase. Consiguió acabar con la piratería en el Mediterráneo occidental, pero no en el oriental. Ese mismo año, con el fin de controlar la piratería, el territorio livio de Cierne, que en el 96 había sido cedido a Roma mediante testamento, fue transformado en provincia romana. También Cilicia se convirtió en provincia en el 80. En el 67 hubo una gran ofensiva contra los piratas, y tras ello se creo la provincia romana de Creta.

Ese año del 67, el tribuno Gavinio presentó un proyecto de ley, que proponía nombrar como procónsul a un senador de rango consular, con el único objetivo de combatir a los piratas, allí donde estuvieran. En esa lex se definían las características de ese mando proconsular: desde el punto de vista geográfico se daba autoridad sobre las costas de todas las provincias y de Italia, hasta un límite de 70 km en tierra, excepto sobre Roma. Desde el punto de vista militar, se daba al procónsul poder para reclutar soldados para las legiones y las flotas sin límites, y podía nombrar hasta 15 legados en calidad de propretores. El procónsul podría disponer de un fondo estatal de 6.000 talentos, y se incluía un plazo máximo de tres años. para logar la misión. El procónsul sería elegido en comicios.

Una parte del Senado se opuso a esto, ya que era demasiado poder en manos de una misma persona -al fin y al cabo, al elegido se le entragaba el Mediterráneo-, pero el entonces joven Cayo Julio Cesar defendió el proyecto, que paso a conocerse como la Lex Gavinia. Los comicios eligieron a Pompeyo como procónsul. En tres meses acabó con el problema de la piratería, y algunos de esos piratas fueron establecidos en ciudades como colonos.

En el año 74, el rey Nicomedes de Bitinia murió, y en su testamento legó su reino a Roma -algó que ya se había convertido en habitual-. Roma convirtió a Bitinia en provincia ese mismo año. Mitriades reacciono invadiendo Bitinia, dando comienzo la segunda guerra contra Mitriades. Roma encomendó a Licinio Lúculo conducir la guerra. Este cónsul logró recuperarla y ocupar ,además ,el Ponto, obligando a Mitriades a huir a Armenia ,en donde gobernaba Tigranes. Lúpulo exigió a Tigranes la entrega de Mitriades, y ante la negativa, Lúculo invadió Armenia, pero ello hizo que ,al final, Mitriades recuperará el Ponto. Lúculo fue destituido en el 67, y el tribuno Manilio, en el año 66, presentó una propuesta que concedía a Pompeyo directamente el gobierno de las provincias de Cilicia y Bitinia, así como el mando de la guerra contra Mitriades. Parte del Senado se opuso, y de nuevo Cesar le apoyó. Uno de los pretores del 67, el ya famoso abogado Cicerón, defendió también la Lex Manilia, diciendo que debía mantenerse Asia para Roma.

Pompeyo partió a Asia al mando de un gran ejército, emulando a Alejandro Magno. En el 66 recuperó el Ponto, y Mitriades se suicidó en el 63. En el 65 se unió el territorio de Bitinia y el Ponto, formando la provincia de Bitinia-Ponto. Pompeyo penetró en Armenia, llegando hasta la capital, Artaxata, imponiéndole la paz a Tigranes, por la cual conservaba su trono a cambio de convertirse en amigo y aliado de Roma -y ,cómo no, el pago de tributos-. Después descendió hacia el sur, conquistando Siria, la cual transformo en provincia en el 64. Por su parte, Judea se transformó en Estado tributario de Roma. Sin embargo, Pompeyo se extralimitó en sus funciones, puesto que la decisión de crear nuevas provincias dependía de una comisión de diez senadores.

El resultado de la reorganización supuso una presencia militar en las nuevas provincias. En las provincias romanas de oriente se mantuvo la organización propia de las ciudades griegas, muchas de ellas fundadas por Alejandro Magno, pero bajo la visión de Roma. Así mismo ,los romanos fundarán otras ciudades.

En el interior de Asia se mantuvo relaciones con los llamados Estados aliados, cuyo estatuto se caracterizaba en que Roma les debía defender, y por parte del Estado aliado se comprometía a prestar ayuda militar siempre que se le solicitase. Por su parte, las legiones romanas podían entrar en sus territorios siempre que fuera necesario. Esto permitía mantener la hegemonía en Asia con pocos gastos.

Mientras Pompeyo estaba en guerra, en los 60, se dio una intensa actividad legislativa desde el Tribunado de la Plebe, y se empiezan a delinear los liderazgos de Cesar y Cicerón. Como principales acontecimientos de estos años, están: el consulado de Cicerón, en el 63, y la conjura de Catilina, hechos que se conocen gracias al propio Cicerón.

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Marco Tulio Cicerón

Marco Tulio Cicerón era un homo novus, era de familia ecuestre itálica, y no un nobilis. Empezó como abogado defensor, lo que le había aportado mucha clientela. Desde la pretura, en el 63, fue elegido cónsul, y como tal, consiguió acabar con la conjura de Catilina. Catilina era un silano, y había destacado en su crueldad. Había intentado presentarse a cónsul en el 65 y en el 64, pero no pudo, debido a que estaba en un juicio por corrupción a provinciales, mientras era gobernador de África en el 67. Catilina ,al ver que no podía llegar al consulado legalmente, organizó un complot con otro senadores y equites para conseguirlo por la fuerza. El apoyo popular lo consiguió prometiendo reparto de tierra.

La conjura fue abortada en su fase inicial gracias a la actuación de Cicerón, después de recibir una denuncia formulada por Craso. Cicerón informó al Senado de los preparativos de la revuelta, decretando del Senatus Consultum Ultimum, y los principales implicados fueron detenidos y ejecutados sin juicio. Cesar, que era pretor en estos momentos, rechazó estas condenas sin previo juicio. En Etruria, se levantaron en armas partidarios de Catilina, y Cicerón al mando de sus legiones consiguió reprimirla, muriendo Catilina en el combate. Cicerón pudo proclamarse como salvador de la República, hecho que él mismo repetirá hasta la saciedad.

 

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