Historia de Grecia

Las supergaleras helenísticas

El helenismo, que tradicionalmente se considera el periodo entre la muerte de Alejandro Magno en el 323 hasta la batalla de Actium en el 31 a.C., va a suponer un cambio en todos los sentidos, incluido el contexto ideológico. La idea de la monumentalidad, en los nuevos Estados surgidos tras la muerte de Alejandro, se adueño de ellos con la idea de demostrar la capacidad económica y el poderío de éstos. Se construyeron grandes templos, palacios y edificios públicos, y el barco no fue algo que se dejara de lado. La grandeza y la monumentalización había que demostrarla también en el mar, y siguiendo la propia evolución del trirreme, se añadieron más remeros, creándose verdaderos buques de gigantesco tamaño, las supergaleras, que en la mayor parte de los casos de poco valían en la batalla por su imposibilidad de maniobra, pero la idea era otra, se trataba de impresionar al enemigo, de infundirle miedo.
Este cambio que se produce, no solo en la naves sino en general, se ha atribuido siempre a Alejandro, efectivamente el rey macedónico fue un propulsor de éste cambio y evidentemente lo aceleró, pero ya hay evidencias de que antes de él se había iniciado este proceso, así volviendo a las embarcaciones, el gobernador de Siracusa inicio en el 399 a.C. un proyecto de construcción de buques con cuatro líneas de remeros a cada lado, los tetrereis, inaugurando el tiempo de la innovación[1] que será el siglo IV a.C., como muy bien dice Morrison en su obra “Greek and Roman oared warships 399-30 B.C” dedicada precisamente a las naves helénicas.
A diferencia de lo que había pasado con la invención del trirreme en la que pasó más de un siglo hasta que fue aceptada, el nuevo tipo de barco, iniciado por Diodoro, fue acogido en relativamente poco tiempo, en unos 50 años, por las ciudades griegas y por los fenicios. En el 350 la ciudad de Sidon ya contaba con este tipo de naves, y en el 330 Atenas ya tenía 18 tetrereis, aunque la mayor parte de su flota la seguía formando trirremes con casi 500 unidades, pero tan solo seis años más tarde tenía 43 tetrereis e incluso habían empezado a construir naves con cinco remeros. Durante el gobierno de Diodoro II, en la mitad del siglo IV, que sustituyo a su padre en Siracusa, se construyeron galeras con nada menos que seis remeros.
Con el inicio de las conquistas de Alejandro, éste llevó a cabo todo un plan naval, puesto que además de dominar la tierra había que hacerlo también en el mar, por lo que se construyeron gran cantidad de naves en las que había desde trirremes hasta naves con seis remeros, según dicen fuentes como Plutarco o Diodoros, aunque el número de naves total que Alejandro pudo disponer es incierto, aunque debió ser un numero bastante elevado, flota que en su mayoría fue heredada a su muerte por Ptolomeo I de Egipto, después de que el imperio de Alejandro fuera dividido entre sus generales. Empezaría así una época de rivalidad entre los nuevos reinos helenísticos, que en el mar se tradujo en una carrera de armamento naval nunca vista en la antigüedad, en la que contribuyó principalmente Antígono que tuvo un gran poder en el mar, así como su hijo Demetrio, un brillante estratega y diseñador de buques. Se empezaron a crear grandes polyereis o polyremes, nombre que recibieron las galeras con más de 6 remeros, que necesitaban verdaderos regimientos de remeros para conducirlas. De esta forma, Antígono construyó naves de hasta siete remeros, pero su hijo lo superó, y al iniciar el siglo III a.C. había construido galeras de ocho, nueve y diez e incluso una de trece, y al final de su reinado llegó a construir una galera de nada menos que de 16. Pero la cosa no quedo así, en un contexto de rivalidad, su enemigo Lysimachus y su hijo Antigonus Gonatas, construyeron naves similares o incluso se atrevieron a ir más lejos, como hizo Ptolomeo II construyendo una galera de 20 remeros, y a finales del siglo III a.C. Ptolomeo IV construyó una de 40, de la cual da una descripción Ateneo de Náucratis:
Filopator [Ptolomeo IV]  dio al barco de 40 bancos que construyó una eslora de 280 codos [24,32 m] y 38 codos [16,87 m] de una borda a otra, así como una altura de 48 codos [21,31 m] hasta el adorno de la proa. Desde los adornos de proa hasta la línea de flotación había 53 codos [32,53 m]. Había cuatro remos-timón de 30 codos [13,32 m] que debido al plomo contenido en sus empuñaduras y al peso de su parte interna, estaban lo suficientemente bien equilibrados como para ser fáciles de gobernar. Tenía dos proas y dos popas, y poseía siete espolones; el primero el más importante, los demás eran de tamaño decreciente, y algunos protegían las serviolas de proa. Estaba revestido con doce cables de cinta, cada uno con una medida de 600 codos [266,40 m]. Era extremadamente bien proporcionado y la ornamentación del navío admirable. Tenía mascarones de proa y popa con no menos de 12 codos [5,32 m], y no había rincón que no estuviera adornado con pinturas al encausto. Desde los remos hasta la carena estaba rodeado de hojas de hiedra y de tirsos. Tan grande era la riqueza de su aparejo, que no había rincón del barco que no lo tuviera. Durante un crucero de prueba, llevó a 4.000 remeros y 400 hombres para las maniobras; en el puente, 2.850 infantes de marina; y además, bajo los bancos, mano de obra complementaria y una gran cantidad de alimentos. (Deipnosofistas, V, 203)
Tras el siglo III, estas supergaleras y éste énfasis desapareció, más bien porque se vio que ocasionaban más estorbo que ayuda. En la Batalla de Chios en el 201 a.C., Philip V a pesar de disponer de galeras mayores, no uso más que las de 10, en un momento en que se estaba produciendo una nueva época de innovación de tácticas navales, y en las que apareció el destructor. En la batalla de Actium de Marco Antonio contra Augusto en el 31 a.C., el primero tenía como naves mayores galeras de 10, mientras que Augusto eran de seis remeros, que será precisamente éste tipo de nave, las de 6 remos, el buque insignia de la marina romana, pero utilizándose generalmente naves mucho más pequeñas.
 
 
Teorías sobre las supergaleras
Como se puede ver, los antiguos designaban a las naves con un número, que  he nombrado como el número de remeros, pero, ¿qué quieren decir las fuentes antiguas cuando nombran a esas naves mediante un numeral?, ¿se refieren realmente al número de bancos, o al número de remeros?, ¿serían posible técnicamente galeras con tantas filas de bancos? ni tan siquiera sobre el papel parece posible crear galeras que llegue a contar con 40 filas de remeros superpuestas.
Si el trirreme había ocasionado ya un quebradero de cabeza para los estudiosos, es evidente que las supergaleras crean un mayor problema para entender que es lo que realmente quieren decir las fuentes antiguas cuando nombran a este tipo de embarcaciones.
Siguiendo la posición de los bancos del trirreme, se puede entender y es factible que se pudieran construir  galeras de cuatro, cinco o incluso seis bancadas, pero galeras mayores con bancos superpuestos es técnicamente imposible, puesto que además de la altura y anchura  que debería tener la embarcación, el remo de las filas más altas debería ser tan largo que sería imposible que lo moviera una persona, así como la imposibilidad de que fueran de solo una pieza los remos. La hipótesis que dio Tarn fue que realmente lo que los antiguos quieren expresar, para los barcos superiores a 6 remeros, no es el número de filas de bancos, sino el número de remeros en un banco único, siguiendo las características de las galeras de los siglos XVII y XVIII. Pero de nuevo esta teoría se  puede rechazar puesto que es prácticamente imposible que un remo sea manejado por tantas personas, volviendo al ejemplo de las galeras de los siglos XVII y XVIII en la que como máximo llevaban ocho remeros por remo, es evidente que la teoría de Tarn no se sostiene. Ello ha producido que se busque un intermedio, como han hecho autores como Lionel Casson, Bonino o Morrison, los cuales sostienen que serían naves con varios bancos y varios remeros en cada uno de ellos, ello sí haría factible el número que mencionan las fuentes.
Ésta última teoría, parece que aceptada por la mayor parte de los experto, ha permitido por otra parte hacer una división cronológica de las Polyremes, de esta forma las galeras hasta seis remeros se desarrollaron en la primera mitad del siglo IV como hemos visto, mientras que durante la segunda mitad de éste siglo y la primera del siguiente se desarrollaron las galeras, en pleno helenismo, con más de seis remeros, que culmino en la mitad del siglo III con las grandes galeras con más de 16 remeros.
Volviendo a las galeras que contaban entre 4 y 6 remeros,  se tienen pocos datos de ellas. Los atenienses utilizaron tetrarremes, así como en Rodas, y al igual que el trirreme parece que era una nave rápida y maniobrable. Los cartagineses la usaron de cinco, al igual que lo harían los romanos, y éstos al mismo tiempo también usarían en ocasiones las galeras de seis. Pero ¿realmente eran bancos superpuestos?, aunque pudieran ser construidas mediante superposición de bancos, hay evidencias que dejan ver que realmente esto no era así, volviéndose a la teoría de que hay que buscar un intermedio para conocer la colocación de los remeros. Habría que entender, de esta forma, que siguiendo las tres bancadas de la trirreme, en vez de un solo remero, en alguna de las filas irían dos, ello mantendría el mismo número de remos, manteniendo la misma longitud que los de la trirreme, pero dándole más fuerza al contar con más de un remero. Se puede formular así la hipótesis de que una galera de cinco remeros tendría tres filas de bancos, con dos tranitas y dos zygitas por remo, mientras que los talamitas mantendrían uno. De igual modo, la galera de seis remeros tendría tres filas de bancos, con la misma colocación que antes he comentado, pero también con dos talamitas por remo. Finalmente la hipótesis para el tetrarreme sería que en realidad podría ser una birreme con dos remeros por remo.
Pero esto se explica desde el punto de vista más sencillo de ordenación, aunque la hipótesis podía ser corroborada acudiendo de nuevo a la arqueología, que si bien no permite afirmarla del todo, si puede apoyar la teoría. Acudiendo de nuevo a los restos de arsenales, se puede apreciar que no existe ninguna diferenciación de tamaño y que por lo tanto, laos trirremes como los tetrarremes así como las galeras superiores hasta seis remeros, eran guardadas en los mismos arsenales, lo que evidencia que tenían la misma anchura que el trirreme, unos 16 pies. Es evidente que no se superpusieron más líneas de bancos, puesto que ello supondría un aumento de la anchura de la nave que al parecer no se dio. Por otra parte, no sería necesario aumentar la anchura si a cada banco se le añade otro remero más, simplemente haciendo una redistribución interior del espacio.
Otro de los elementos para apoyar la hipótesis es la estatua de la Victoria de Samotracia (imagen 1), realizada por la ciudad de Rodas entorno al 190 a.C., la cual se encuentra sobre la proa de un buque. Sabiendo que dicha ciudad se usaba el tetrarreme en aquella época, se puede apreciar que dicha proa, realizada en piedra, presenta dos escalones que se puede identificar con la fila de los zygitas y los tralamitas, dando validez a la hipótesis antes expuesta.

Imagen 1. Victoria de Samotracia
Pasando ahora a las galeras superiores a seis remeros, habría que decir primeramente que dichas galeras fueron simplemente armatostes sobre el mar, utilizada más bien de plataforma para llevar a cabo combates cuerpo a cuerpo, debiendo estar auxiliadas en todo momento por naves de menor tamaño. Eran lentas y con una pésima capacidad de maniobra, que prácticamente no se alejaban mucho del puerto del que habían salido. Nunca pasaban mucho tiempo fuera de puerto, y en general se usaban como ya se ha comentado como un monumento que demostrara la capacidad y grandeza del Estado en que se construían. Muchas veces no pasaban de ser meros juguetes reales.
Pese a ello fue una época de gran innovación técnica, en la que además de la ampliación de la embarcación, sobre ella se establecieron todo tipo de estructuras, desde verdaderas torres de fortaleza hasta catapultas. Pero de nuevo la disposición de los remeros supone un gran problema, puesto que el numero de posibilidades es tan elevado, pudiéndose especular tanto y formular tantas hipótesis que no pueden ser demostradas, que no merece la pena ni siquiera hacer más mención a ello, tan solo decir que nunca llegaron a superar las tres bancadas, y que normalmente serían dos bancos a los que se les añadían o quitaban remeros.  Pero quizás esto sirva para las galeras que no superan los 16 remeros que mencionan las fuentes, pero cuando el número es mayor, se empiezan a plantear muchas más dudas, puesto que supondrían remos con más de ocho remeros. Así por ejemplo la galera de 40 bancos que dice que construyo Ptolomeo IV ¿qué interpretación se le puede dar?. A esta pregunta Lionel Casson ha contestado con una respuesta muy sencilla, realmente se trataría de un enorme catamarán, llegando a dicha conclusión a partir del texto antes mencionado que describe ésta nave, en el que se dice que tenía dos proas y dos popas. Por lo tanto se trataría no de una galera de 40 sino de dos galeras de 20 unidas por una plataforma en la parte superior, lo que cuadraría tanto el numero de remeros como la longitud y anchura que el propio texto da, como se puede apreciar en la imagen 2, habiendo en cada una de estas galeras tres bancos, en la que cada remo de los tranitas tendría 8 remeros, los zygitas 7 y los talamitas 5[2]. Quizás esta misma explicación también pueda explicar galeras con menor número de remeros, pero que siguieran una estética parecida. De todas formas, la galera de Ptolomeo IV no dejaba de ser la imagen de la exaltación del monarca, que servía para impresionar pero totalmente ineficaz en la guerra,  hasta el punto que tan solo sería sacada de puerto en contadas ocasiones con motivo de algún tipo de celebración.

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Estructura, aparejo y armamento

Para la estructura de estas naves helenísticas, dentro de la gran diferencia que existe entre unas naves y otras en un contexto de innovación, lo que es el casco en sí era prácticamente similar entre unas galeras y otras.  Para su estudio, y pese a que son de época posterior al helenismo, se tienen evidencias arqueológicas y directas de la estructura del casco de naves de gran magnitud, como son las dos embarcaciones encontradas en el lago de Nemi[3], de época de Calígula (imagen 3).
A diferencia de los trirremes, al parecer las supergaleras tendieron a asegurar la vida de sus remeros, por lo que dejaron de estar visibles al exterior, protegidos por una cataphracta, ello hizo necesario la innovación de un sistema de iluminación que no provocara el incendio de la nave, puesto que ahora la oscuridad invadía el interior de ésta. Junto a esto, el espacio interior también fue reestructurado con el fin de albergar a mayor número  de remeros, aunque a diferencia que la trirreme se suprimió el botalón, al considerarse que éste quedaba demasiado expuesto a colisiones durante la batalla. Ahora se creó la llamada caja de remo sobre la que cada fila de remero se establecía en un escalón superior. Los laterales de la nave quedaron prácticamente verticales pareciendo un gran rectángulo alargado.
 
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Como se puede apreciar en una moneda acuñada por Demetrio para conmemorar la victoria de Salamina en el 306 a.C., en la que se representa una proa sobre la que está la victoria (imagen 4), la proa también cambio en su remate, a la que se le dio una curvatura hacia el exterior, que con el tiempo irá tomando forma y se representara sobre ella imágenes. Siguiendo la magnificencia de estas naves, se le añadieron varios espolones según el tamaño de ésta, aunque tendió a ser triple. Pero en general, la forma de construcción y las características generales del casco permanecieron prácticamente iguales a los siglos anteriores. Las mayores innovaciones después de los remeros se hicieron en las cubiertas, que conforme aumentaban su tamaño añadieron elementos como catapultas, torres, e incluso en ocasiones se atrevieron a construir auténticos edificios como templos o patios interiores, pero esto último solo en  las grandes galeras como por ejemplo la segunda nave de Nemi que se puede ver en la imagen 3. Lo más usual fueron las catapultas y torres, muchas de ellas desmontables, que podían montarse rápidamente cuando era necesario, ello permitía en caso de abordaje defender la nave, aunque por otra parte, la gran altura de la cubierta hacia difícil llegar a ellas si no se tenían naves de igual o mayor  tamaño.

Imagen 4.  Moneda acuñada por Demetrio, 306 a.C
Al igual que las trirremes, estas galeras helenísticas se construyeron con el fin de durar largo tiempo. Las fuentes indican que estas naves, construidas por los Estados helenísticos así como por Roma en este mismo periodo, tenían duraciones medias de unos 25 años.
En cuanto al aparejo, poca diferencia existe también con la trirreme, aunque debido al gran tamaño de la nave, se tendieron a poner tres mástiles, en el centro de ésta, en popa y en proa, que además aumentaron su tamaño así como el de las velas para que permitiera un mayor empuje del viento que permitiera mover la nave.

NOTAS
[1] MORRISON, Greek and Roman oared warships 399-30 B.C, pp 1-40
[2] LIONEL CASSON, Ships and Seamanship in the Ancient World , pp. 107-116
[3] UCELLI, Le Navi di Nemi, Roma : Istituto Poligrafico e Zecca dello Stato, 1996

 
La bibliografía puede ser consultada aquí: El trirreme

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