Leyendas de la fundación de Roma (I): las tradiciones griegas
Si preguntáramos quién fundó Roma, cualquiera nos diría que fue Rómulo e, incluso, también su hermano Remo. Es posible que contara, además, la historia de ambos hermanos antes de que decidieran llevar a cabo tal empresa, e incluso la lucha entre ambos que acabó con la muerte de Remo. Esta leyenda de la fundación, popular en nuestros días, no fue, ni mucho menos, la única que existió en la Antigüedad, aunque sí fue la que se convirtió en la leyenda principal. Por tanto, nuestra pretensión aquí es exponer esas otras leyendas fundacionales. No entraremos, en cualquier caso, a realizar un análisis pormenorizado de estas, ni tampoco vamos a ser exhaustivos en citar cada una de las variantes que recogen las fuentes, pues sería una tarea dilatada.
Estos mitos fundacionales los podemos dividir en dos bloques. Por un lado, las narraciones que provienen del mundo helénico, es decir, recopiladas o creadas por autores griegos. Por otro lado, aquellas que exponen los propios eruditos romanos, los cuales también usan en muchas ocasiones los relatos griegos.
En esta entrada haremos referencia al primer conjunto. En efecto, los primeros que crearon leyendas de fundación sobre Roma no fueron los romanos, sino los griegos, al menos son las versiones más antiguas que tenemos. No se trata, desde luego, de que hubieran recopilado historias procedentes de Roma; eran en realidad invenciones propias que utilizaban a personajes del fondo mitológico griego para integrar a Roma —ciudad cada vez más poderosa en el Mediterráneo— en el propio universo griego.
Eneas y Rhome
El primero de los fundadores de Roma no fue Rómulo, sino Eneas; único de los héroe troyano que sobrevivió y escapó de Troya. En su largo periplo por el Mediterráneo, llegó al Lacio y fundó allí Roma. Por lo general, el héroe aparece acompañado por una mujer, Rhome, que es la que da nombre a la ciudad. Así nos lo dicen autores griegos del siglo V y IV a.C.
Por ejemplo, Helánico de Lesbos y Damastes de Sigeo consideraban que Eneas y Odiseo —es decir, Ulises, quien también realiza un largo viaje antes de retornar a su amada Ítaca— habían llegado al Lacio. Allí, la troyana Rhome, cansada de tan larga marcha, convence al resto de mujeres de la expedición troyana para incendiar las naves. Eneas tuvo por tanto que permanecer en las tierras del Lacio, por lo que se vio forzado a fundar Roma, dándole el nombre de la susodicha mujer (Dion 1.72.2; Fest. 329L; Solin. 1.2; Serv. Aucto, Aen. 1.273). Una variante de esta tradición, atribuida a Aristóteles, prescinde de Rhome, pero mantiene a las troyanas como las incendiarias de las naves (Dion 1.72.3-4, Plut. Q.Rom.6). No hace falta mencionar el importante papel femenino que existen en tales versiones.
En cualquier caso, el origen troyano de Rhome desaparece en algunos relatos posteriores. Algunas fuentes indican que era hija de Italo —nombre epónimo de Italia— y de Leucaria —que parece una personificación helenizada de la ciudad de Alba Longa—, es decir, oriunda de la península itálica. En este caso, no incendia nave alguna, sino que se casa con Eneas (Dion. 1.72.6; Plut. Rom. 2.1), uniendo así el mundo troyano y el itálico. Otras veces Rhome es hija de Télefo, hijo de Heracles —Hércules en la tradición romana— (Plut. Rom. 2.1.), atribuyendo entonces a Roma raíces griegas. Heracles, en cualquier caso, suele tener gran protagonismo en las narraciones itálicas e incluso aparece frecuentemente en el solar que posteriormente ocupará Roma.
Descendientes de Eneas: Rhomo y Rómulo
Con la conquista romana de Italia y el enfrentamiento directo con las polis griegas, surgieron un mayor número de versiones entre los siglos IV y III a.C. En concreto, los autores que transmiten estos nuevos mitos fundacionales proceden de los territorios greco-occidentales, amenazados por la supremacía romana. En estas nuevas narraciones, Eneas pierde su papel de fundador, que es sustituido ahora por otro personaje, Rhomo. Como Rhome, este parece haber sido creado con una función epónima. En cualquier caso, suele ser integrado en la propia descendencia de Eneas. Además, como ya hemos visto, comienzan a aparecer personajes, ciudades y pueblos del fondo mitológico de los pueblos itálicos.
Así, el siciliano Alcimo indica que Eneas casó con Tierrenia —observamos claramente la unión troyana e indígena—. Del matrimonio resultó Rómulo —otro personaje de la mitología itálica—, quien a su vez es el padre de Alba —personificación de la ciudad de Alba Longa, que las fuentes romanas identifican como patria de los posteriores Rómulo y Remo—. Esta fue la madre de Rhomo, quien finalmente fundó Roma (Fest. 326 L). Rhomo se convierte aquí, por primera vez, en el fundador de la Ciudad. Como en las versiones de los propios romanos, la creación de una descendencia permitía salvar el vacío temporal entre la caída de Troya y la fecha que se consideraba que se había fundado Roma.
En el caso de Timeo –el primero que sabemos que indica un año concreto de fundación— salva el vacío cronológico con una doble fundación. Una primera se produce poco después de la caída de Troya por parte de Rhomo —que sigue siendo hijo de Eneas—, quien además había fundado Capua, Anquia y Enea. Una segunda fundación, tiempo después, es llevada a cabo por los ya conocidos Rómulo y Remo (Dion. 1.73.3). En cualquier caso, otra versión indica que tras la muerte de Eneas, el rey Latino —que gobernaba sobre el Lacio y que le da nombre— legó una parte de su reino a Rómulo y Rhomo, hijos o nietos del héroe troyano (Dion. 1.73.2), manteniéndose, por tanto, la descendencia de este último. Aparece aquí ya Rómulo como uno de los fundadores.
Otra versión muestra a Rómulo y Rhomo, hijos de Eneas y Dexitea, siendo conducidos a Italia todavía niños. En la desembocadura del Tíber, fueron destruidos los barcos, excepto el de los dos hermanos que se salvaron milagrosamente; entonces fundaron Roma (Plut. Rom. 2.2). La versión es parecida a la que se dará de Rómulo y Remo, abandonados en el río y salvados por la loba.
Por su parte, Calias de Siracusa nos explica que Eneas, fugitivo, desembarcó en el Lacio. Allí —como en versiones posteriores— fue recibido por Latino, rey de los aborígenes en este caso, quien contrajo matrimonio con la troyana Rhome. De su descendencia resultan: Rhomo, Rómulo y Telégono. Los dos primeros fundaron Roma, y le dieron el nombre de su madre (Dion. 1.72.5). Así pues, se sigue manteniendo el origen cultural troyano, pero se elimina la descendencia de Eneas.
Por lo general, todas las versiones suelen indicar la llegada de Eneas al Lacio, fundándose posteriormente Roma por alguno de sus descendientes. No obstante, existen versiones del siglo II a.C. en que se niega que el troyano pusiera pie alguno sobre las costas itálicas. Por ejemplo, habría muerto en Tracia, tras lo cual llegan al Lacio sus dos hijos: Rómulo y Rhomo, siendo este último el fundador de Roma (Pol. 18.47.1). Aunque también se negó en ocasiones el origen troyano. Distintas versiones helénicas indican que ni Eneas ni su descendencia abandonaron Troya, ya que en la Iliada se profetiza a Eneas que un día gobernará sobre la Tróade (Arctino, en Proclo 1.250-251). Incluso otros autores creían que el héroe no había sobrevivido a la caída de Troya (Demetrio, en Str. 13.152-53). No faltan quienes le consideran un traidor que entregó la ciudad de Príamo (OGR 9.2).
En general, las versiones helénicas del siglo II a.C. tienen un trasfondo político. Con una Roma que se expandía por el Mediterráneo, la leyenda fundacional de la Ciudad es utilizada tanto para negar los orígenes troyanos o para presentar la lucha contra Roma como una nueva Guerra de Troya.
Sea como fuere, como diremos en otra entrada, esta leyenda de Eneas será tomada por los romanos, estableciendo una descendencia que culmina con el mito fundacional de Rómulo y Remo.
Descendientes de Odiseo
Habíamos dicho al principio cómo en la primera de las leyendas conocidas Odiseo se encuentra junto con Eneas en la llegada al Lacio. Versiones posteriores prescinden del troyano y proponen a los descendientes del héroe aqueo como fundadores.
De este modo, habrían sido Latino y Romano los fundadores, pues estos eran hijos de Odiseo y Circe (Serv. Auct. Aen. 1.273; Plut. Rom. 2.1). La versión de Jenágoras, por su parte, indica que los hijos de estos eran Rhomo, Anteias y Ardeis, y que fundaron diferentes ciudades en el Lacio: Roma, Antium y Ardea (Dion. 1.72.5). Según Clinias, Rhome es la hija de Telémaco, hijo de Odiseo, y esta a su vez casada con Eneas (Serv. Auct. Aen. 1.273). Esta última leyenda, por tanto, da a Roma raíces aqueas y troyanas.
Se establece también una sucesión por la cual Telémaco y Circe engendraron a Latino, quien casó con Rhome. Del matrimonio resulto, nuevamente, Rhomo y Rómulo, los cuales fundaron la ciudad sobre el Palatino (Fest. 329L). Se recoge aquí la tradición de un primer asentamiento sobre esta colina. En otra versión aparece Rómulo, que es hijo de Rhome y esta a su vez de la troyana Dexitea y de Latino, hijo de Telémaco (Plut. Rom. 2.3.).
Otros fundadores
Finalmente vamos a observar otras tradiciones que no están relacionadas con Eneas u Odiseo. En este caso, podemos dividirlas en dos grupos. En uno de ellos podemos agrupar tradiciones en las que los fundadores no son ninguno de los personajes que hemos visto. Por otro lado, aquellas narraciones en las que se mantienen a fundadores como Rhomo, pero cambiándoles su parentesco.
En el primero caso, una versión recogida por Plutarco nos indica que fueron los pelasgos (Plut. Rom. 1.1.) quienes habrían llegado a Lacio, procedentes de Grecia, tras lo cual fundan una ciudad que tenía un nombre relacionado con la fuerza de sus armas, es decir, Roma. Este pueblo, en cualquier caso, tiene gran presencia en los relatos itálicos, especialmente entre los etruscos. En otra tradición, también recogida por el afamado autor, nos dice que fue Rhomis, tirano de los latinos y procedente de Tesalia, tras haber expulsado a los etruscos (Plut. Rom. 2.1).
En cuanto al segundo grupo, un fragmento de Dionisio de Calcis expresa que Rhomo es hijo de Ascanio o de Emation (Dion 1.72.6), y en un caso se hace referencia a que fue enviado —o posiblemente desterrado— por Diomedes desde Troya (Plut. Rom. 2.1), de tal forma que en realidad este Rhomo realiza el mismo viaje que Eneas.
Finalmente, podemos hacer alusión a la versión dada por Antígono. En este caso, Rhomo es hijo de Zeus y fundador de la ciudad en el Palatino (Fest 328L), lo que parece más bien un cambio de parentesco divino en la ya tradición romana del siglo II a.C., es decir, en vez de ser Ares (Marte) el padre, lo es Zeus.
BIBLIOGRAFÍA
MARTÍNEZ-PINNA, J. (2011): Las leyendas de fundación de Roma. De Eneas a Rómulo, Universitat de Barcelona, Barcelona