Historia de Roma

Los sacerdotes romanos

No se pretende aquí una explicación detallada de cada uno de los sacerdocios, sino, más bien, el presentarlos en su conjunto. Si una de las características más relevantes de la religión romana es su amplia ritualización, habría que preguntarse, por tanto, quiénes eran los directores de ceremonias y rituales, y quiénes guardaban la tradición religiosa de Roma, es decir, quién se hacía cargo del ius divinum. La respuesta es fácil: toda una serie de sacerdotes, que conformaban la autoridad religiosa, y que eran los depositarios y gestores de esa tradición, sirviendo como instrumentos del culto. Estos, además, ocupaban una situación excepcional dentro de Roma, a diferencia de los sacerdotes griegos.

Primeramente, podríamos preguntarnos sobre el número de sacerdotes que existían. Por una parte, podemos decir que había una multitud de estos, con mayor o menor importancia. Por otra parte, sin embargo, eran sacerdotes profesionalizados, y formaban un número limitado, ordenado, estructurado, especializado y permanente –pues quienes los ocupaban lo hacían de forma vitalicia–. A su vez, la gran mayoría de los sacerdocios estaban colegiados, en donde podemos destacar los tres grandes colegios mayores, que más tarde fueron cuatro. Conformaban lo que en latín se conoce como quattuor amplissima collegia, que ordenados de mayor a menor importancia quedarían así: el colegio de los pontífices, el de los augures, el colegio de los quindecimviri sacris faciundis –que en origen estuvo compuesto por dos, luego diez, hasta quedar en quince–, y el colegio de los septenviros de los banquetes sagrados –septemviri epulonum–.

Por debajo de estos existían toda una serie de colegios, o mejor dicho, sodalidades –sodales–, como la de los salios –Salii–, lupercos –Luperci–, la de los hermanos arvales, la de los fetiales, y vestales. Luego, existían algunos sacerdocios particulares, conocidos como flamines, y que conformaban unos sacerdocios distintos. A ellos deberíamos sumar los sacerdotes de culto local o provincial, que se fueron creando en cada provincia y ciudad, así como los sacerdotes de los distintos santuarios, y los que se encargaban de los cultos familiares –en este caso, el paterfamilias–. Y a partir de época imperial, al ser divinizados los emperadores, se crearon nuevas sodalidades encargados del culto a estos. Y llegados a este punto, hay que aclarar que dichos colegia y sodales no pueden ser entendidos como una especie de monacato, sino que el número de quienes los conformaban está siempre limitado.

¿Quiénes ocupaban estos sacerdocios? Los principales, ya nombrados, eran ocupados por los mismos que ocupaban las magistraturas, es decir, por la nobilitas romana, e incluso en muchos sacerdocios se mantenía la tradición de ser elegidos solo entre el patriciado. El ser ocupados por la nobilitas indica de por sí la importancia de estos sacerdocios, que se refleja bien en un comentario de Cicerón que realiza en el Discurso sobre su casa (1.1): «Si un espíritu divino, pontífices, parece haber inspirado a nuestros ancestros gran número de sus invenciones y de nuestras instituciones, nada de lo que nos han transmitido es más admirable que su decisión de confiarnos, a la vez, la presidencia de la totalidad del culto de los dioses inmortales y la suprema dirección del Estado, de modo que los hombres mejor considerados y más ilustres gobiernan juiciosamente el Estado como ciudadanos, y, al interpretar con sabiduría la religión, como pontífices, aseguran por partida doble la salud de la patria».

Respecto a esto anterior, hay que aclarar que pese a esa profesionalización comentada al principio, la vida de los sacerdotes no está consagrada en exclusiva al culto de los dioses. Es decir, que al tiempo que se realiza una carrera política, y se ocupaban las magistraturas, también se podía desempeñar algún tipo de sacerdocio. Pongamos el ejemplo de Julio Cesar, quien fue desde el año 63 a.C. Pontifex Maximus, al tiempo que fue realizando el cursus honorum, y de hecho hasta el año 59 a.C. no ocupó su primer consulado, y aún faltarían diez años más para las Guerras Civiles.

¿Qué funciones desempeñaban estos sacerdotes? Pese a ser distintas la de cada uno de ellos, o la de cada uno de los colegia, se puede decir que su principal cometido es dirigir el rito y controlar la legitimidad política y religiosa. Aunque deberíamos excluir de estas características a los flamines, ya que estos mantienen una posición «pasiva», mientras que el resto de sacerdotes tienen una función «activa».

En cuanto a la dirección del rito, son los pontífices los principales sacerdotes que llevan esta función. Estos estaban presidios por el Pontifex Maximus, que, por así decirlo, era realmente el jefe de la religión romana. Todo los demás debían estar sometidos a éste. Los pontífices intervenían en la vida litúrgica, asistiendo a los magistrados, y a los flamines en sus celebraciones religiosas. El Pontifex Máximus se encargaba de proveer, así como de su inauguración, a los más antiguos sacerdocios, como los flamines mayores, las Vestales, el rex sacrorum –este último habría recogido las funciones del antiguo rex, aunque como sacerdocio fue perdiendo sus funciones originales– y los augures – o incluso de todos los sacerdotes como piensan algunos–.

Conforme Roma fue aumentando en tamaño, el número de pontífices fue creciendo –de los tres originales hasta los dieciséis en el final de la República–, y se crearon nuevos sacerdocios, congregados en colegios, que les descargaban de atribuciones concretas. Así, los banquetas sagrados de Júpiter, epulum Iovis, que se realizaban con ocasión de los Juegos romanos –y también de los juegos plebeyos– fueron realizados desde el 196 a.C. por un nuevo colegio, el de los septemviri epulonum –que inicialmente fue solo de tres miembros–.

Otro de los colegios mayores era el de los duoviri, que según la tradición fue creado en época monárquica, y que fue aumentando hasta ser un colegio de quince miembros en época de Sila –quindecimviri–, que estaban encargados de los Libros sibilinos. Cuando existía una emergencia nacional ,o los prodigios observados así lo requerían, el Senado encargaba a dichos sacerdotes interpretar estos libros, los cuales supuestamente daba la solución para acabar con el problema que había ocasionado la ruptura de la pax deorum. A menudo, la solución que daban los libros, tras la interpretación por parte de los sacerdotes, era la de introducir ritos y cultos de origen extranjero. Esto se incremento a partir del siglo III, conforme el territorio romano se ampliaba. Se trababa de una forma para que los nuevos pueblos conquistados se integraran en el dominio romano, mediante la introducción de sus dioses en el panteón romano.

Por su parte, los augures –dieciséis en total–, el segundo de los colegios tras los pontífices, tenían como función la interpretación de lo augurios –señales enviadas por los dioses–, que permitían conocer si había una situación armoniosa para emprender una determinada actividad, como por ejemplo el inicio de las asambleas. Se trataba, por tanto, de garantizar que los dioses de la ciudad estuvieran de acuerdo con aquello que se iba a emprender. Su gran fuerza, y poder, hizo que fuera un puesto codiciado, sobre todo al final de la República, puesto que estos podían anular las actuaciones de los magistrados si consideraban que los augurios eran contrarios a ellas. Habría que comentar, por otra parte, que los augures no realizan ningún tipo de adivinación. Esta práctica oriental, que entre otras tantas cosas, asumieron de los etruscos, era realizada por los haruspices, los cuales no eran sacerdotes oficiales, y no serían nacionalizados hasta época de Claudio. Y pese a ello, para la adivinación, se solía recurrir a profetas ambulantes, o a los oráculos existentes a lo largo del Mediterráneo.

Frente a todos estos sacerdotes, que Plutarco los considera como señores de los sacra, existían otros que se caracterizan por ser «estatuas vivientes y santas» (Cuestiones romanas 111) puesto que representan a la divinidad. Plutarco se estaba refiriendo concretamente al Flamen de Júpiter –Flamen Dialis–, pero los estudiosos creen que la definición puede ser aplicada a todos los flamines. Además del Flamen Dialis, había otros dos más: el de Marte –Flamen Martialis–, y el de Quirino –flamen Quirinalis– que pueden ser considerado como los más importantes. Luego había otros como el flamen Volturnalis –Voltorno–, Palatualis –Pales–, Furrinalis –Furria–, Floralis –Flora–, Falacer –Falacer–, Pomonalis –Pomona–, Volcanalis –Volcano–, Cerialis –Ceres–, Carmentalis, y Portunalis –Portuno–.

Aunque estos últimos no son muy conocidos, teniéndose solo información sobre el de Júpiter, Marte y Quirino –los cuales, anualmente, celebraban de forma conjunta una ceremonia en honor a Fides–. Estos sacerdotes no parecen que sean ni sacrificadores ni depositarios de la tradición, sino que su función era la de representar a la propia divinidad. Es decir, que quienes los ocupaban encarnaba durante toda su vida al dios correspondiente en las ceremonias. Ello podría explicar por qué no existen estatuas cultuales anteriores al siglo V a.C., en cuanto que sería el flamen quien encarnaba al dios.

Además, en mayor o menor grado, parece que los flamines estaban cubiertos por una multitud de elementos tabú. Así, por ejemplo, en el caso del flamen Dialis, sus ropas iban desprovistas de nudos y ataduras, y debí llevar la cabeza cubierta con el abogalerus, un tipo de bonete, hecho con piel de una víctima sacrificada a Júpiter. La esposa de este era la flaminica, cuyo calzado también era especial, y debía llevar un vestido de color rojo fuego. En general, tenía toda una serie de restricciones, pues no podía ni tocar, ni nombrar, productos como la harina, la levadura, y la carne cruda. Y de su casa solo se podía sacar el fuego sagrado.

Otros sacerdotes parece que tenían la misma función, la de representar a su divinidad. Los lupercos encarnaban los espíritus de la naturaleza salvaje. Las Vestales –seis vírgenes, normalmente patricias– garantizaban la identidad y permanencia de Roma –manteniendo encendido siempre el fuego de Vesta–, representado el hogar y la morada.

También los magistrados tenían, en ciertas ocasiones, la función de llevar a cabo iniciativas cultuales, tales como la formulación de votos, sacrificios regulares y excepcionales, permitir la toma de auspicios, triunfos, presidencia de juegos, entre otras. Por ejemplo, los magistrados siempre comienzan con sus funciones religiosas, tomando los auspicios de investidura. Los cónsules, tras entrar en el cargo, debían presidir la primera reunión del Senado, en la cual se trataban únicamente asuntos religiosos. Aunque en general, su actividad religiosa está limitada, y una vez más deberíamos plantearnos que dichas funciones, que realizan los magistrados, están en un contexto en que no podemos separar las funciones que hoy consideraríamos laicas, de aquellas que hoy serían religiosas. Ni tampoco podemos considerar sacerdotales estas funciones, ni la existencia de ningún tipo de usurpación, puesto que, como hemos visto, existen una multitud de sacerdotes publici o puopuli romani con una importante posición en la constitución romana.

Los sacerdotes, sin embargo, quedaban sometidos al poder de los magistrados, aunque siempre en colaboración. Por ejemplo, los augures debían confirmar mediante la observación de los augurios el inicio de una asamblea, pero para poder observarlos debía contar con la aprobación de un magistrado que tuviera derecho a tomar auspicios. Aunque muchas veces magistrado y augur era la misma persona. Por lo general, el sacerdote solo interviene para hacerse cargo de los ritos de acuerdo a ius sacrum. Pero normalmente, sino existe una consulta expresa de un magistrado o del Senado, los sacerdotes no pueden emitir anuncio alguno.

Los sacerdotes permiten una unidad de la Republica como lo describe Cicerón en varias ocasiones: «Trataré ahora acerca de las magistraturas. Una vez constituida la religio, es está, con toda seguridad, la que mejor mantiene la unidad de la República» (Leyes, 2.27.69). «Estoy convencido, incluso, de que Rómulo. Por medio de los auspicios que prescribe, y Numa, a través de los sacrificios que establece, han puesto los fundamentos de Roma. Ésta, sin duda alguna, no habría podido alcanzar su grandeza actual sino se hubiera atraído por medio de su culto el favor de los dioses inmortales» (Sobre la naturaleza de los dioses, 3.2.5). Se trababa por tanto de dar legitimidad a las actuaciones de los magistrados.

Llegados hasta aquí, y tras haber observado las diferencias y vinculación con los magistrados, ¿eran los sacerdotes elegidos del mismo modo que los magistrados, es decir, elegidos por las distintas asambleas? La respuesta es que no. Y aunque cada uno de diferente manera, estos eran elegidos por criterios tradicionales. Por una parte, el sacerdote era un ciudadano más, que representaba, ante las divinidades, al resto del pueblo, y por ello necesitaba de la confirmación política de éste para realizar esta función. Pero nunca fueron elegidos por el pueblo, ni controlados por éste, al menos de forma directa. Los sacerdotes, tradicionalmente, eran renovados por cooptación, como lo era el Pontifex Maximus, aunque con la Lex Domitia, presentada por Licinio Craso en el año 145 a.C., se intentó la «democratización» en la elección de los sacerdotes. A partir de entonces, los miembros de los cuatro colegios mayores eran elegidos por una asamblea de diecisiete tribus –elegidas a sorteo entre las treinta y cinco–. Sin embargo, los candidatos siguieron siendo designados por los propios colegios. Se volvería a una situación anterior en época de Sila, y, desde el 63 a.C., se devolvió a las tribus el derecho a elegir a los sacerdotes, aunque, si bien, creció el número de estos.

Ya en época de Augusto, el reclutamiento de los sacerdotes se realizó en base al censo, al igual que las magistraturas y de su nuevo ordenamiento. Así, ciertos sacerdocios estaban destinados para el ordo senatorial, otros para el ecuestre, e incluso los sacerdotes de barrio eran ocupados por libertos. Pero los sacerdocios sufrieron también un retroceso en cuanto a poder –que no en prestigio–. Si Augusto se hizo cargo del Pontificado Máximo, y de todos los sacerdocios importantes, el resto de sacerdotes quedaban como mejores consejeros en derecho sagrado, o de meros asistente litúrgicos. En este punto, se puede decir que el príncipe recuperó todos los poderes de los que había gozado el monarca: tiene el imperium, auspicia, es augur, y el sacerdocio superior desde el año 12 a.C. –todos ellos pasaran en bloque a los sucesivos príncipes–. De esta forma, para el príncipe no le era ya esencial la colaboración con los sacerdotes. Si pensamos en los augures, el derecho a tomarlos y a observarlos recaían en él mismo, por tanto se garantizaba siempre auspicios favorables.

Con todo lo visto, se puede decir que las instituciones religiosas son fundamentales en Roma. Los sacerdotes mantienen la tradición, y equilibran la situación política, danto legitimidad a las actuaciones de los magistrados, y siendo los directores de los distintos ritos.

ESPECIALISTAS RELIGIOSOS EN ROMA

Lista tomada de RÜPKE, J. (2007): Religion of the Romans, Polity Press, Cambridge, pp. 223-228

SACERDOCIOS SENATORIALES

Rex sacrorum (1)

Regina sacrorum (1)

Pontices (desde el 300 a.C. 9; desde Sila, 15; desde Julio Cesar, 16; desde Augusto, unos pocos menos. Desde el siglo IV d.C. son llamados pontifex maiores o Vestae). Se encuentra presidido por el Pontifex Maximus

Septemviri epulones (desde el 196 a.C.,3; desde la lex Domitia, 7; desde Julio Cesar, posiblemente 10)

Virgines Vestales (6, la jefa vestal es llamada virgo Vestalis máxima; las tres mayores son las tres maximae)

Flamines maiores (Dialis, Martialis, Quirinalis, son siempre patricios)

Flaminica (Dialis, Martialis, no se tiene constancia de una flaminica Quirinalis)

Flamines minores (12: Carmentalis, Volcanalis, Cerealis, Portunalis, Volturnalis, Palatualis, Furrinalis, Floralis, Falacer y Pormonalis; posiblemente podrían haber existido Virbialis y Lucularis)

Augures (3 y más tarde 6. En el 304 a.C. 9; y desde Sila 15; con Cesar, 16; y con Augusto algunos menos. El augur mayor en edad es llamado augur maximus)

Quindecimviri sacris faciundis (primero 2; en el 367 a.C., 10; desde el siglo II a.C, 17; desde Julio Cesar, 19. Había dos presidentes llamados magistri)

Fratres Arvales (12 miembros, anualmente se rotaban en la presidencia bajo el nombre de magister)

Sodales Titii (posiblemente 12)

Fetiales (posiblemente 20 miembros, dos de ellos eran oficiales, uno el pater patratus y otro el verbenarius)

Salii (12 miembros; desde Augusto se multiplicaron por dos divididos en palatini y collini. Había tres puestos, magister, praesul y vates)

Curio maximus (1)

Pontifices Solis (creado por Aureliano en el 274 d.C., posiblemente con 16 miembros)

Sacerdotes sacrae urbis (al menos eran 10 y conocido solo a partir del 286 d.C.)

Damiatrix (al parecer el titulo corrector era el de sacerdos Bonae Deae)

SACERDOCIOS ECUESTRES

Tubicines sacrorum populi Romani Quiritium (el número es desconocido)

Luperci (posiblemente 12 miembros en cada uno de los dos grupos, los fabiani y los quinctiales, y un tercero, the luperci Iulii en honor a Julio Cesar posteriormente. Fue en origen compuesto por patricios, pero en la Tardorepública participan tanto miembros ecuestres como senadores)

Pontifices minores sacris populi Romani faciundis (3 miembros)

Sacerdotes Laurentium Lavinatium (flamines, salii, festialis/pater patratus, pontífices, augures)

Sacerdotes Caeninenses

Sacerdotes Albani (pontífices, virgines Vestales, entre otros)

Sacerdotes Cabenses monti Albani

Sacerdotes confarreationum et diffareationum (conocidos a partir del siglo II d.C.)

SACERDOCIOS ABIERTOS A CIUDADANOS ORDINARIOS

Haruspices (colegio compuesto por 60 etruscos de buena familia, encabezado por un magister o un haruspex maximus)

Curiones (30)

Vicomagistri (también llamados cultores Larum et imaginum Augusti/domini nostri/dominorum nostrorum)

Sacerdotes bidentales (al menos una decuria)

Harioli, magi, mathematici (no eran sacerdocios oficiales)

SACERDOCIOS DEL CULTO IMPERIAL (en Roma por senadores)

Sodales Augustales/ Augustales Claudiales (21)

Sodales Flaviales/Titiales

Sodales Hadrianales

Sodales Antoniniani, Veriani, Marciani, Commodiani, Helviani, Severiani, Antoniniani, Alexandriani…

Flamines divorum (Iulii/Iulialis, Augustalis, Claudialis, neronis, Flavialis, Titialis, divi Nervae, Ulpialis, Commodianus, divi Severi…)

Flaminicae divarum (Iuliae augustae, etc.)

Sacerdos divi Augusti, sacerdotes domus Augustae, sacerdos domus divinae

PERSONAL SUBORDINADO

Kalatores/calatores (asistentes libres de los jefes de los colegios, responsables de las actividades cotidianas)

Publici sacerdotales (conjunto de esclavos que se encarcaban del mantenimiento de los colegios como los siguientes:)

A commentariis (secretarios de los colegios sacerdotales)

Arcarii (tesoreros)

Aeditui (porteros de los templos)

Apparitores, ministri, pedisequarii (sirvientes, guardaespaldas)

Camilli, pueri (niños servidores)

Turarii, unguentarii (asistentes encargados del incieso y las especias)

Fictores (personal que prepara el pan y la mola para los pontífices y las vestales)

Pullarii (cuidadores de los pollos augurales)

Praecones, viatores (anunciadores, escoltas)

Popae, victimarii, cultrarii (personal responsable de los sacrificiones de animales)

Symphoniaci, fidicinae (músicos)

Vestiarii (encargados del vestuario)

Lictor Dialis (1)

Lictores Vestalium (6?)

Lictores curiatii (30?)

Lictores vicomagistrorum (265 X 2?)

Flamines curiales (30

Struferctarius (oficial que hacia ofrendas en los árboles en donde habían caído rayos)

Praeficae (mujer que se lamentaba en los rituales funerales)

CULTOS INDEPENDIENTES

Isis: sacerdos, Isiacus, neocorus, profeta, Anuboforus, aidilis lustrarius, melanephorus, pastophorus, hymnologus, aretalogus, cymbalistria, tympanistria, yllychiniarius, scoparius Isidis.

Mater Magna: sacerdos, archigallus, sacerdos Phryx maximus, gallus, nafanticus, cistophorus, tympanistria, tibicen.

Jupiter Dolichenus: notarius, sacerdos, patronus, prínceps, pater candidatorum, candidatus, curator templi, lecticarius

Judaei: archisynagogus, archon, curator, sacerdos, scriba, patronus.

Christiani: episcopus, presbyter, diaconus, subdiaconus, lector, ostiarius, fossor, virgines.

Sabazius: sacerdos, antistes, pyrphorus.

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