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Salamanca

Salamanca es la ciudad cultural española por antonomasia. Miles de turistas llegan cada año a esta localidad castellano-leonesa, de unos 150.000 habitantes y situada cerca de la frontera portuguesa, con el fin de contemplar su amplio e interesante patrimonio cultural con estilos románico, gótico, plateresco, renacentista y barroco, entre otros.  Algunos, en su caso, acuden a degustar el patrimonio gastronómico, como los ibéricos.

Jardín de Calixto y Melibea

Es posible que si viviéramos en Salamanca, no llegáramos a conocer todos los monumentos que aloja en su centro histórico, así que pasar tan solo dos o tres días nos permitirá ver una mera parte de todos ellos. Nos será difícil andar por sus irregulares calles, que nos permitirán perdernos –especialmente porque el ayuntamiento parece contrario a los rótulos-, sin toparnos con algún edificio de sillar procedente de Villamayor, en su mayoría iglesias, conventos, palacios y colegios.

Puente romano de Salamanca

Sea como fuere, la ciudad perteneció al antiguo reino de León y fue repoblada en ese periodo de la historia que erróneamente llamamos Reconquista. Tras dominar el reino de León el sur del valle del Duero y tras la conquista de Toledo por Alfonso VI en el siglo XI, se crearon grandes concejos (municipios) con amplios alfoces con dos importantes objetivos: repoblar y mantener milicias municipales que defendieran el territorio frente al Al-Ándalus. Por ello la ciudad de Salamanca cuenta con sólidas murallas que se pueden contemplar hoy en día en diversos lugares. Sobre uno de esos tramos de muralla se alza un pequeño jardín llamado de Calixto y Melibea, en honor a los protagonistas de la insigne obra de Fernando de Rojas, La Celestina, que transcurre en Salamanca. Cerca, por cierto, se encuentra la Cueva de Salamanca, en realidad la cripta de la antigua iglesia de San Cebrián, en donde se dice que, por la noche, el diablo impartía clase a siete discípulos durante siete años.

Cueva de Salamanca

No obstante, ya en época prerromana existió un castro que las fuentes nombran como Helmantiké o Salmántica. Más tarde, debió existir una ciudad romana, aunque no tenemos apenas documentación, que debió perdurar durante la época visigoda, quedando despoblada, como el resto del valle, con la conquista arabo-bereber en el siglo VIII. De su pasado romano se mantiene algunos de los tramos del llamado puente romano sobre el río Tormes. Por allí cruzaba el río la conocida e importante vía de la Plata. Precisamente, junto al puente, encontramos una estatua del Lazarillo de Tormes, pues allí nació según la anónima obra: “Pues sepa vuestra merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tórmes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fue desta manera”.

Estatua del Lazarillo de Tormes con el ciego

No está solo el Lazarillo, pues junto a él se encuentra el primero de sus amos, aquel ciego que a la salida de Salamanca, y en el mismo lugar en donde se halla la escultura, tiene lugar la siguiente escena:

“Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada de ella un animal de piedra, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo:

-Lázaro; llega al oído a este toro y oirás gran ruido dentro de él.

Yo simplemente llegué, creyendo ser así. Y como sintió que tenía la cabeza par de la piedra, afirmó recio la mano y dióme una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada y díjome

-Necio, aprende que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo”.

Verraco junto al puente romano

Ese toro al que se hace mención todavía sigue allí, justo al comienzo del puente. Se trata de un verraco típico de la cultura vaccea (pueblo de época prerromana), del que se tienen muchos ejemplares repartidos por la zona.

Salamanca es ante todo una ciudad estudiantil, con miles de estudiantes que se desplazan durante el curso para estudiar en su afamada universidad (y tradicionalmente para sacarse un dinero integrando la conocida Tuna), que fue fundada por Alfonso IX en el año 1218.  Por tanto, el edificio de la universidad, que data de 1415, es uno de los más visitados. Destaca su portada, con rica decoración plateresca, en donde encontrar una minúscula rana es el pasatiempo de todo aquel que se acerca, pues dice la leyenda que, aquellos estudiantes que la encontraban, aprobaban.

Fachada de la Universidad

En el interior, cuya entrada nos costara casi tanto como matricularnos, un amplio patio a imitación de los claustros da lugar a las diversas aulas o espacios.  Podemos destacar la rica ornamentación de la escalera, en donde se narra tanto el triunfo de los estudiantes como la caída de los mismos en otros mundanos placeres que Salamanca ofrecía: el de las mujeres de la vida, que vestían atuendo pardo acabado en pico. De ahí que se acuñara la famosa frase: “irse de picos pardos”.

Ejemplo de vítor

Entre las aulas, podemos destacar las que utilizaron Unamuno y la de Fray Luis de León. En la de este último, se conserva todavía la cátedra original en donde, tras volver de un cautiverio de varios años, dijo aquello de “como decíamos ayer”. Y el salón de actos, en donde se realizan las grandes ceremonias de la universidad, y en donde se produjo aquel enfrentamiento entre Millán-Astray y Unamuno. Este último, que en aquel entonces era rector, tiene junto a la universidad una casa-museo.

Cielo de Salamanca

Enfrente de la fachada principal de la Universidad, además de una estatua de Fray Luis de León, encontramos el rectorado, que fue el Hospital del Estudio –en donde se asistía a los estudiantes pobres-, así como las Escuelas Menores, edificio que servía para impartir docencia como antesala a los estudios de la Universidad. Actualmente el edificio es un museo universitario gratuito en donde destaca el llamado Cielo de Salamanca. Se trata de la pintura de la techumbre de la antigua biblioteca de la Universidad en la que están representadas las constelaciones y que fueron descubiertas en la restauración de la capilla del edificio universitario. Existían, en cualquier caso, un total de 28 colegios menores, de los que destacamos del de Santa María de los Ángeles, San Pelayo, San Ambrosio, Carvajal, San Bartolomé o de Anaya, Santa cruz de Cañizares, Santa Catalina, Calatrava, San Ildefonso, Huérfanos. Existían además otros Colegios Mayores, como el del Arzobispo Fonseca, que albergaba a aquellos carentes de recursos.

Clerecía y Casa de las Conchas

Salamanca no solo tiene una única universidad, además de la pública, encontramos otra privada, la Universidad Pontificia, que tiene su sede en el edificio llamado de la Clerecía. Con una magnifica fachada de gran altura franqueada por dos altas torres, casi hay que desnucarse para poder observarla, pues a pocos pasos al frente encontramos la Casa de la Cochas. En la Clerecía, además del claustro, podemos también pagar (pues la entrada es diferenciada) para subir a las torres, desde donde se pueden obtener magníficas vistas de Salamanca. !Cuidado¡, no apto para aquellos que sufran de vértigo, ni tampoco problemas cardiacos, pues la subida es a pie. Si no nos vale con esta torre, también tenemos la opción de subir a la de la catedral, aunque la entrada para la misma es distinta que para el resto del edificio.

En cuanto a la Casa de las Conchas, actualmente es una biblioteca pública. Podemos acceder libremente al patio de la misma, aunque lo que destaca es su fachada, que posee cientos de conchas tallada en piedra a lo largo de sus muros. Dice la leyenda que el propietario,  Rodrigo Maldonado de Talavera,  puso una por cada día de amor con su amada. También se dice que detrás de una de las conchas existe escondida una moneda de oro.

Palacio de Monterrey

No es el único de los palacios que podemos visitar, también podemos entrar, previo pago, al palacio de Monterrey, actualmente propiedad de la casa de Alba. El palacio data del siglo XV, aunque en realidad del proyecto inicial solo se construyó una parte. La visita, que solo se puede hacer guiada, es un tanto decepcionante. Uno espera conocer el funcionamiento o las estancias de un palacio de aquella época. Para desgracia nuestra, resulta que todo lo que se puede ver fue construido a mediados del siglo XX. Así, se reduce la visita a observar los cuadros y otras obras de arte como si fuera un museo. Como anécdota, en una de las estancias durmió Juan Carlos I cuando tenía 17 años.

Podríamos destacar también el Palacio de la Salina, actual diputación provincial, en el que destaca su torre señorial, así como la Casa Álvarez Abarca, que es el Museo Provincial de Bellas Artes. La Casa de la Concordia, nombre que recibe por creerse que allí se firmó la paz entre las familias salmantinas que estaban en época moderna enfrentadas. La Casa de las Muertes, sobre las que gira diversas leyendas, entre ellas escabrosas muertes como su nombre indica, aunque tales mitos parecen proceder de las calaveras que adornan su fachada.

Respecto a la Catedral, lo que sería la universidad ya había empezado mucho antes de su fundación en los propios muros de estas, en la llamada Catedral Vieja, de estilo románico o, mejor dicho, con transición al gótico como muestran sus arcos ligeramente apuntados. En efecto, era en las capillas en donde se daba clase. Allí, en el claustro, encontramos una de las principales, en donde se conserva el pendón de Padilla, uno de los principales cabecillas de la rebelión de los comuneros contra Carlos I. También la capilla en donde se llevaba a cabo los exámenes orales. Aprobarlos y conseguir el grado de doctor conllevaba una celebración que culminaba con las pintadas de vítores en los muros de la ciudad.

Vista de la Catedral Nueva

En cuanto a la Catedral Nueva, se construyó respetando la vieja y, por tanto, paralela a esta, de tal forma que son un único conjunto. La nueva, de estilo gótico, está decorada con capillas barrocas en su mayoría. En el exterior, las decoración es plateresca, y destaca en uno de los vanos un pequeño astronauta, un elemento anacrónico que identifica la restauración que se llevó a cabo en nuestros tiempos.

Convento de San Esteban

Si continuamos con otros monumentos, no faltan iglesias y monasterios. Con el fin de no abrumar a nombres, pues son muchos, y siempre no visitables, podemos destacar dos. El primero de ellos, el Convento de San Esteban, perteneciente a los dominicos, es el más monumental por sus dimensiones. Se nos permite recorrer el claustro y sus estancias anexas, así como la iglesia. Allí se encuentra enterrado el insigne Francisco de Vitoria. Enfrente, el de las dominicas, conocido como Las Dueñas, que en este caso solo permiten recorrer el claustro de estilo renacentista. Podemos destacar también, entre los monumentos religiosos, la Iglesia de San Millán, por el mero hecho de que acoge el llamado Monumenta Salmanticae en donde una exposición dotada de audiovisuales explica el urbanismo e historia de la ciudad.  

Claustro del convento de Las Dueñas

Pero si algo no nos podemos perder es la magnífica Plaza Mayor, realizada por Alberto de Churriguera en el siglo XVIII. La plaza, que, pese a su aparente regularidad, no posee ningún lateral de igual longitud, destaca por los medallones en los que se representan a ilustres personajes de la ciudad o del país, como los rostros de los monarcas españoles en el pabellón real.  Numerosos establecimientos se alojan en sus porches, entre ellos la oficina de turismo. Es una plaza en la que se reúnen, ya sea en ocasiones especiales o simplemente como lugar de encuentro, los charros. Reciben este nombre los salmantinos por los botones del traje tradicional, así como pendientes o colgantes, que se caracterizan por una decoración basada en bolitas concéntricas.

También en Salamanca podemos encontrar arquitectura modernista. En concreto la Casa Lis, que alberga, como no podría ser de otro modo, el Museo Art Nouveau y Art Déco. Cerca también encontramos el Museo de la Automoción.  Se encuentra también en Salamanca el Archivo General de la Guerra Civil Española.

Casa Lis

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