Akrópolis – Valerio Massimo Manfredi
Valerio Massimo Manfredi, Akrópolis, Debolsillo, Barcelona, 2012
De la Historia griega antigua, únicamente conocemos en profundidad la de una única polis, Atenas, seguida, de lejos, por Esparta. Tres fuentes fundamentales nos permiten conocer el devenir de la patria de la diosa Atenea: Heródoto, Tucídides y Jenofonte, los tres principales autores griegos que Manfredi utiliza para recrearnos magníficamente la Historia de una ciudad caracterizada por su peculiar forma de gobierno, la democracia, y el esplendor que alcanzó cuando se convirtió en dueña del Egeo.
Mandredi nos relata la Historia de Atenas de una forma cronológica, centrándose en los aspectos políticos y militares -lo que en buena parte hacen las propias fuentes-, aunque no se echan en falta otros tantos temas como la religión, las costumbres, chismorreos y, como no, la Filosofía, que acompañan a los hechos históricos. Se trata de una obra de divulgación histórica dirigida al gran público, pero manteniendo el necesario rigor histórico, lo que la convierte en una interesante y recomendable lectura para quienes se quieran adentrar en este tema sin tener que vérselas con los dilemas historiográficos. Pero, si algún intrépido lo desea, encontramos al final del libro un apartado bibliográfico con recomendaciones para ampliar la información, aunque, claramente, la mayor parte de las referencias no han sido traducidas al castellano.
Manfredi nos realiza esta narración a lo largo de once capítulos. Este comienza, como no podría ser de otra forma, con los mitos. ¿Acaso podría existir alguna ciudad griega que careciera de mitos fundacionales en donde los dioses y héroes no estuvieran presentes? En el resto de capítulos, se adentra ya en los tiempos históricos: trata de la legislación llevada a cabo por Solón, a la que siguió un periodo de tiranía, para volver de nuevo a una nueva reforma, esta vez por Clístenes, que abrió al conjunto de la ciudadanía el sistema institucional, lo que daba lugar a la democracia. Sucedieron poco después las Guerras Médicas y las dos grandes victorias ante los persas: primero sobre Darío en Maratón, más tarde sobre Jerjes en Salamina. Tras la unión de los griegos contra el persa, transcurre una época de desencuentros, que llevaría a las dos principales ciudades de la Hélade, Atenas y Esparta –el autor no se olvida de darnos breves pinceladas de esta última–, a crear dos antagónicas grandes ligas entorno a ellas, momento en el que los atenienses, bajo el liderazgo de Pericles, embellecen su ciudad, al mismo tiempo que se convierten en los gobernantes del mar gracias a su gran armada de trirremes. Ambas potencias se vieron las caras en la llamada Guerra del Peloponeso, que acabaría, tras muchos años de lucha, diplomacia y paz, con la derrota de los atenienses, que incluso llegaron a perder el régimen democrático, sustituido por una oligarquía, y posteriormente recuperado nuevamente, justo a tiempo para condenar a muerte a uno de los personajes más famosos de la filosofía: Sócrates, con cuya muerte se pone punto y final a la narración.
Pero esta obra, además de constituir un excepcional relato y visión de la historia ateniense, tiene un lado también personal y emotivo. Esta comienza con un prólogo en donde el autor nos cuenta, con lujo de detalles, el viaje que, en su juventud, realizó a Grecia junto con un amigo. Esto permite al lector relacionar la Grecia actual con la Grecia antigua, pero tiene sobre todo un motivo: el contarnos como conoció a su amigo Kostas, un ateniense con el que mantuvo una estrecha relación de amistad. Este, de avanzada edad, vive sus últimos momentos –lo podrá comprobar el lector conforme vaya avanzando en la lectura–, lo que no le impide comentar con el escritor cada uno de los capítulos. En efecto, al finalizar cada uno de ellos encontramos una breve charla entre Manfredi y Kostas, en donde este último comenta el capítulo y ambos realizan reflexiones sobre temas concretos. Desde luego, una forma ingeniosa de añadir mayor interés a la obra. No tiene desperdicio alguno.