Historia de Roma

La dinastía Flavia

 

La dinastía Flavia va del 69 al 96 d.C, contando con tres emperadores: Vespasiano (69-79), Tito (79-81) y Domiciano (81-96).

Los Flavio llegan al poder en una posición en la que no tenían ni prestigio, ni patrimonio, ni clientelas. Ese ascenso comportó una especie de refundación del principado, que es exponente de la renovación del Senado con la incorporación  de nuevas familias provenientes del orden ecuestre. Se va elaborando una nueva concepción del principado, en el que el trono no es ocupado por derecho de nacimiento  de una familia carismática, sino que aparece como la culminación  de una carrera  de oficios militares y administrativos abiertos al más capaz. Esa nueva dinastía tendrá que fundamentar su poder sobre nuevas bases: la lex de imperio vespasianii, y a través de la eficacia administrativa.

 

VESPASIANO

Tito Flavio Vespasiano, nacido en Reate, de origen ecuestre, había realizado una carrera militar que había culminado con la guerra contra los judíos, lo que le puso en una posición clave para contar con el apoyo de una parte del ejercito para su llegada al poder. Y llegado a éste, decidió realizar una nueva institucionalización del poder, que diera a la persona del príncipe un poder absoluto, dejando atrás la ambigüedad anterior que disfrazaba el principado en las antiguas instituciones republicanas. Con este fin realizó la lex de Imperio  Vespasianii, en la que se legitimizaba el poder del principado sobre el imperium, limitando los poderes del emperador, al que se le atribuía entre otros privilegios, y siempre bajo la concepción: «por la voluntad del pueblo», el imperium maius y la tribunicia potestas, algo que ya poseía en la práctica Augusto, pero que ahora, con esta lex de imperio, el poder de los príncipes se le da una fundamentación jurídica.

Tito Flavio Vespasiano

De igual modo, Imperator Caesar Augustus se convierte en un título expresivo del poder del príncipe, y de forma fija se incorpora a la nomenclatura de los príncipes. Y frente a los principados de los Julio-Claudio, en el que el poder era teóricamente entregado por el Senado, con Vespasiano se ve claramente que quien concede el poder es el ejército. De esta forma, el dies imperi (día del comienzo del principado)  será el día de la proclamación del emperador  por el ejército y no por el Senado.

La segunda vía de legitimación fue la eficacia administrativa y una nueva jerarquía social. Llevó a cabo una reorganización financiera y más estricta, que permitiera aumentar los recursos del Estado, así como toda una serie de iniciativas para aumentar el rendimiento de las propiedades imperiales, por lo que se realizó un catastro de todas la tierra publica en Italia y las provincias, expropiando aquellas que, siendo públicas, eran usadas por particulares sin derecho alguno sobre ellas. Todo ello permitió un aumento de las obras públicas, acometiéndose grandes proyectos, como un nuevo foro, un nuevo palacio imperial en el Palatino y la construcción de un gran anfiteatro (el Coliseo) en los terrenos de la domus aurea, así como una política tradicional de reparto de trigo y espectáculos públicos para atraer el favor de la plebe.

Por último, se procedió a la profesionalización  administrativa, confiando los nuevos oficios creados por Claudio a equites, contribuyendo  a la ascensión de estos. La época flavia se caracterizará  por la inscripción en el album senatorial una gran cantidad de equites, lo que no impediría que la antigua aristocracia senatorial mantuviera una oposición al emperador, ante la marginalidad que éste mostraba ante el Senado, que conllevó incluso la condena a muerte del principal líder del Senado, Helvidio Prisco, y la aplicación de la lex de maiestates.

Bajo dinastía Flavia, y más concretamente bajo Vespasiano, la política respecto a las provincias cambió. Hasta entonces éstas no eran más que una fuente de explotación y riqueza para Roma, pero el tiempo había hecho que éstas fueran acogiendo la cultura romana, produciéndose en éstas un creciente desarrollo económico, lo que hizo que empezaran  a ser consideradas como parte importante del principado y del Estado. Al igual que ya había hecho Augusto, se fomentó la urbanización y municipalización de las provincias, y se procedió, como es el caso de Hispania, a entregar el ius Latii a diversas ciudades, lo que conllevo la entrega de importantes derechos a sus ciudadanos y una integración en el imperio. Ello también haría que importantes aristocracias de las provincias ocuparan importantes papeles en la administración, así como en las legiones romanas, las cuales fueron reorganizadas, y distribuidas en las principales fronteras imperiales: África, Britania, la frontera renano-danubiana, y la oriental, ésta última una de las más conflictivas y en continua precariedad.

Finalmente, Vespasiano tuvo que hacer frente a su sucesión, problema que el principado arrastraba desde Augusto. Vespasiano asoció como herederos a sus dos hijos. Tito, el mayor, fue declarado coadjutor del emperador con plenos poderes, mientras que Domiciano recibió los títulos de Cesar y princeps iuventutis, aunque sin poderes. Se inició, también, una política de culto a la casa imperial.

 

TITO

Tito Flavio Sabino Vespasiano

Tito Flavio Sabino Vespasiano, comúnmente conocido como Tito, sucedió a Vespasiano en el 79 d.C pero tan solo dos años después, en el 81 d.C murió también. Como se había dicho, había sido prácticamente un corregente de su padre, y había ocupado magistraturas junto con éste. Básicamente siguió la línea política de su padre, puesto que en dos años difícilmente podían haber sido modificadas. Al parecer fue bastante popular entre la plebe, aunque quienes se le opusieron calificaron su principado como «feliz por su brevedad».

 

DOMICIANO

La muerte de Tito, llevó a su hermano Tito Flavio Domiciano, asociado también al trono, al principado en el 81 d.C. Se caracterizará por un principado autoritario que persiguió duramente  a la oposición senatorial, pero sin embargo fue un gran administrador, que siguió las líneas trazada por Vespasiano y Tito, y más que nunca el orden ecuestre alcanzó gran importancia, llegando incluso varios caballeros a entrar en el consejo imperial y sustituyeron al frente de la administración a los libertos imperiales. Y será bajo su principado cuando se desarrolle la política provincial iniciada por su padre. Aunque en política agraria dio un giro respecto a su predecesores, devolviendo propiedades que habían sido expropiadas por no poseer un titulo legal.

Su política exterior fue cautelosa, y se caracterizó por reforzar las fronteras imperiales, en especian en el Rin, en donde se crearon dos nuevas provincias con rango consular: la Germania inferior y la Germania superior. Pero el problema más grave provino por parte de los dacios, que se habían asentado en las tierras altas de Transilvania, cuyo rey, Decébalo, presionaba sobre la provincia romana de Mesia.  En año 86 los romanos sufrieron una derrota a manos de estos, aunque en el 88 d.C Domiciano logró una paz con el rey dacio. Y en el año 92 tuvo que hacer frente en la provincia de Panonia a suevos y sármatas, reorganizando la frontera danubiana, dividiendo la provincia de Mesia en dos.

Tito Flavio Domiciano

Sin embargo, Domiciano tendrá que hacer frente  a una oposición interior, la senatorial, pese a que contaba con el apoyo del ejército y la plebe. Domiciano aumentó su posición autoritaria frente al Senado, y muchos de sus actos hicieron recelar a la antigua aristocracia senatorial. Domiciano ocupó el consulado ininterrumpidamente del 82 al 88, y desde el 85 se nombró censor vitalicio, e incluso llegó a proclamarse dominus et deus. E inició, bajo la lex de maiestates, la persecución de los principales cabecillas del Senado.

En el año 89 el legado de Germania superior, Antonio Saturnino, se levantó militarmente contra el emperador, aunque fue reprimido, y se buscó en Roma a todos los que pudieran estar detrás del golpe, llegándose a expulsar a filósofos y astrólogos.  El emperador empezó, en este momento, a sospechar hasta de su entorno más cercano, lo que hizo que los últimos años de su principado fueran de gran violencia.

Finalmente, un complot de senadores, en donde estuvieron implicados varios libertos de la casa imperial, la propia emperatriz, y los dos prefectos del pretorio, llevó a que Domiciano fuera asesinado, y se entregara el trono  a Marco Coceyo Nerva, un viejo senador, acabando así la dinastía Flavia.

 

 

 

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