Las tumbas simples, columbarios y catacumbas
TUMBAS SIMPLES
Las tumbas de los menos pudientes son a las que menos atención ha prestado la investigación al no quedar en su mayor parte ningún tipo de resto. La gran mayoría de los romanos eran enterrados en una fosa, ya fuera mediante incineración o inhumación. Durante el Alto Imperio las incineraciones sencillas son muy numerosas y se hacen en cajas de tégulas, en ánforas, urnas, cistas, etc, alcanzando una amplia diversidad tal y como se puede ver en la necrópolis de Isola Sacra. Esta tendencia de enterramientos no significativos aumento aún más durante el Bajo Imperio.
Las tumbas de incineración, normalmente, se componían de una pequeña fosa reforzada con tegulae en sus paredes, ladrillos o losas de piedra, conformando de esta forma una cista, en donde se introducía algún tipo de cerámica o maceta de terracota con las cenizas del individuo, junto a las que se depositaba las ofrendas. Era cubiertas normalmente por una losa o tegulae.
En general las tumbas realizadas en fosa, en especial la de inhumación, tienen una mayor diversidad. Se podría decir que para realizar la tumba se tomaban los materiales que se tenían a mano en cada momento en cada lugar, en el caso de las tumbas de los menos favorecidos. Son materiales baratos, con unas estructuras que cualquier individuo podía realizar sin que se requiriera ningún tipo de especialización profesional. Así, nos encontramos desde individuos que fueron simplemente depositados en la tierra, aunque lo usual era cubrir la tumba con tegulae de muy diversos modos, destacando las tegulae a doble vertiente con imbrices en la unión, y en otra ocasiones con tegulae en horizontal cubriendo la fosa. También podemos encontrar estructuras similares pero en piedra, tales como cistas de lajas o losas, losas a doble vertiente u horizontales. En general, estos tipos tipos de tumbas de inhumación surgen en el Bajo Imperio al ser más habitual este tipo de enterramiento, y en un momento de crisis, era mucho más barato la simple deposición del cadáver en una fosa que realizar todo el ritual de incineración mucho más caro.
También era usual el uso de grandes ánforas para la inhumación de cadáveres, la cual dividida por la mitad, se usaba una para depositar el cadáver, y la otra parte quedaba por encima de la tierra con el fin de identificar la tumba.
Otras estructuras eran las pequeñas tumbas de cámara construidas de mampostería o de ladrillo, pero que requerían un presupuesto mayor para realizarlas. Normalmente se realizaban para una única persona, pero en ocasiones podían ser para dos e incluso tres personas.
Pese a que no se han conservado, los ataudes de madera también fueron usados, del mismo modo sarcófagos monolíticos, así como sarcófagos de plomo. Piezas sencillas y sin decoración en la mayor parte de los casos.
Los aún menos favorecidos, tales como esclavos, mendigos, etc, que ni siquiera podían costearse una tumba individual, eran enterrados en los llamados puticuli, depósitos funerarios, a la manera de fosas comúnes. En Roma, estos depósitos se encontraban cerca de la Porta Esquilina (Varrón, De lingua Latina, V, 25).
Muchas de las tumbas quedaban sin señalizar en superficie, o simplemente un amontonamiento de piedra, o alguna estela de maderaque no se ha conservado, y en muchas ocasiones por ánforas de cerámica cuyas bocas eran utilizadas para libaciones. Si que se ha conservado las cupae como una forma bastante extendida de señalización, cuyo número suele ser muy abundantes, presentando todas ellas una plataforma de cimentación cuadrangular compuesta por varios sillares y cuerpo semicilíndrico rematando el monumento. El remate inferior de la cupa suele poseer una molduración de arranque, que puede ser de una sola faja o doble faja. Las variantes, al menos en lo conservado hasta ahora, se aprecian en el frente que recibe el campo epigráfico, ya que el texto puede estar directamente inscripto en el frontal de la cupa (a veces con forma de tabula ansata), o una placa de marmol u otro material embutida en la cupa que sirve como soporte para el texto.
La cronología de las cupae se ha establecido entre los siglos II y III d.C, y normalmente el material con el que están realizadas es el granito. En Hispania se han conservado un amplio numero de este tipo de monumentos.
Más usual fueron las estelas, la mayoría de ellas también realizadas en granito, siendo monolitos verticales de distinta tipología y formato, que delimitaban el espacio funerario y servían de receptáculo del epígrafe. Muchas de ellas eran empotradas en otro tipo de monumentos.
Se pueden encontrar dos tipos de estelas, aquellas de remate semicircular o curvo de presumible colación exenta, y las que sólo trabajan en el relieve el remate semicircular superior y mantienen parte del fondo del bloque cuadrangular en granito, presumiblemente no eran exentas.
A partir de la época tardorromana y en ámbito paleocristiano se utilizó la lauda sepulcral, un mosaico de opus tesellatum que recubría los enterramientos.
COLUMBARIOS
El columbarium es una gran tumba colectiva, parcial o totalmente subterranea cuyas paredes tienen nichos semicirculares o rectangulares, llamados loculi, destinados a contener las urnas incineratorias. Estaban normalmente cubierta por amplias bóbedas. Pero este tipo de construcciones son prácticamente exclusivas de Roma, sin que se encuentre en las provincias una amplia difusión. La cronología de los columbarios es principalmente el S. I d.C.
Desde el siglo XV se llevan encontrando este tipo de estructura en Roma, en especial en la Via Appia, aunque hoy en día se conservan pocos, destacando tres, los llamado “Colombari di Vigna Codini”, todos ellos conectados con la dinastía Julio Claudia como lugar de enterramiento de sus libertos. A continuación se realiza una breve descripción de estos tres:
El columbarium I es una sala rectangular de 7,50 por 5,65 metros realizada en opus reticulatum, con una columna rectangular en el centro que soporta el techo. Todas las paredes, incluso la columna central, contiene nichos, calculándose que pudieron recoger al menos 450 incineraciones hallándose casi tres centenares de epitafios refiriéndose a esclavos, libertos y obreros en el periodo entre Tiberio y Claudio.
El columbario II es un cubo rectangular con 9 filas de 9 nichos en cada una de las cuatro paredes del columbario, decoradas todas ellas con estuco y pinturas, cuyos epitafios permite saber que la mayor parte de los aquí enterrados fueron esclavos y libertos de Livia, de Marcela I y de Marcela II. Muchos de estos nichos debieron tener bustos y pinturas del difunto, puesto que muchos aún se conservan .
El columbario III es el de mayor dimensiones, con grandes nichos rectangulares adornados con mármol. Tiene planta de U, y estaba equipado con un ustrinum para la cremación de los cadáveres. Al igual que los anteriores su cronología es de época Julio-Claudia, aunque también se puede encontrar enterramientos de época adriana y trajana en nichos, que, seguramente, no fueron ocupados.
Pese a que tradicionalmente se ha dicho que este tipo de complejos son exclusivos de Roma, nuevos indicios indican que pudieron existir columbarios en diversas ciudades del Imperio. De esta forma en el territorio de Tarraco se ha investigado recientemente el columbario de Vila-Rodona (GURT y MACIAS, en VAQUERIZO (2002) pp. 97-107), que es además uno de los edificios funerarios mejor conservados de Tarraco. Situado en el extremo N_E del catastro N de la ciudad de Tarraco y no muy alejado de un ramal de la Vía Augusta.
Se trata de un edificio de cuerpo rectangular elevado sobre podio, de cimientos poco profundos, escasamente 50 cm. El podio, a diferencia de lo observado en otros edificios afines, sería macizo. El cuerpo superior del edificio estaría divido en dos espacio diferenciados, tal como indican los cimientos correspondientes a un muro transversal hallados en la excavación del interior del edificio.
No tenemos que imaginar el monumento absolutamente aislado, sino dentro del marco una propiedad, y tal como han demostrado las prospecciones arqueológicas, estaría situado cerca de una zona de hábitat, sin duda una villa. Estamos pues delante de una tumba familiar dentro de la misma propiedad a la manera de la conocida tumba de los Platorini. La solidez constructiva del monumento ha propiciado que resistiera mejor el paso del tiempo, circunstancia a la que contribuyó su reocupación y cambio de uso. Sin duda, ambos hechos son los responsables de que el monumento haya llegado hasta nosotros, si bien con una imagen distinta, la de un monumento absolutamente aislado.
Se puede ver, por lo tanto, que los columbarios debían ser más usuales de lo que se ha pensado tradicionalmente, y que existirían, al menos, en las principales ciudades, aunque en muchos casos serían de pequeñas dimensiones y destinados tan solo a los miembros de una determinada familia.
CATACUMBAS
La catacumba es, por así decirlo, una especie de columbario pero para inhumaciones, caracterizadas por estrechos pasillos en los cuales se abren nichos o loculi en forma horizontal a la pared, en donde son depositados los cadáveres, en la mayor parte de los casos sin ningún tipo de ataud o sarcófago. Las fosas de enterramiento excavadas en las paredes de las catacumbas podían ser de dos tipos: rectangulares, denominadas loculi o semicirculares, llamadas arcosolio.
Por lo general el espacio costa de diversos núcleos, dispuestos en pisos, casi siempre excavados en distintas épocas. Cada piso tenía su entrada propia hasta que con el tiempo se fueron comunicando hasta quedar reunidos.
En las catacumbas podemos distinguir varias partes: un trazado laberíntico de galerías denominado «criptas», la cuales a veces se ensanchan formando una especie de cámaras poligonales llamadas «cubículos», donde se enterraban los muertos por martirio. Es frecuente que estos cubículos estén decorados con pintura mural al fresco.
Al principio las paredes no tenían ningún tipo de ornamentación, sólo tomaron como práctica el fijar en los muros monedas y camafeos y de este modo señalar la fecha. Esta costumbre ha facilitado mucho el estudio y la datación a los arqueólogos. Algunas monedas llevan la efigie de Domiciano, incluso de emperadores más antiguos como Vespasiano o Nerón. Sólo más tarde y durante los periodos de calma en que no había persecuciones, se fueron llenando las paredes de pinturas.
Las catacumbas hay que ponerlas en relación con el cristianismo o en ámbitos judíos, puesto que sus creencias solo permitían la inhumación. Y en muchas ocasiones fueron usadas incluso como escondite en los momentos en los que los cristianos fueron perseguidos por las autoridades romanas.
En un principio se pensó que el origen de las catacumbas estaría en minas abandonadas que eran reaprovechadas como lugar de enterramiento, pero los estrechos pasillos impiden creer esto, puesto que para la extracción de material de cualquier mina se necesitan amplias galerias. Por lo tanto, las catacumbas se excavaban con el único propósito de usarse como necrópolis subterráneas.
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