Carreras de cuadrigas – Ben-Hur
Las carreras de cuadrigas en el circo eran un acontecimiento de masas en la antigua Roma, en especial en época imperial. La magnitud del propio edificio donde acontecían en la Ciudad Eterna lo evidencia: el Circus Maximus podía albergar en sus gradas unos 150.000 espectadores. Edificios similares, junto al teatro y anfiteatro, eran habituales en todas las ciudades a lo largo y ancho del imperio.
Bien conocidas son estas carreras gracias a la película Ben-Hur, en donde héroe y villano se enfrentan en una de estas. De hecho, esta escena se ha convertido en una de las más conocidas de aquella producción. No obstante, si bien acertada en algunas cuestiones, en otras tantas es mera fantasía de su director. Analicemos aciertos o desaciertos.
En primer lugar, el edificio del circo era una construcción alargada con un extremo circular y el otro recto. En esta última parte era donde se encontraba las cocheras o carceres de donde partían las cuadrigas. Observamos que los aurigas se posicionan para la salida, y así sería en realidad, pero en la película salen para realizar un desfile, tras el cual la salida se realiza en la propia pista. Las cuadrigas, sin embargo, salían desde las carceres directamente; una cuerda impedía la salida adelantada de los caballos y cuando esta caía, al mismo tiempo que el director de la carrera hacía caer el pañuelo o mappa, era el momento de inicio de la carrera, Esto último sí que aparece en la escena. El desfile, en cualquier caso, parece el pretexto del director para mostrarnos la magnitud del circo y el clamor del público, ingente decorado y despliegue de actores para el momento en que se realizó la película.
Otra cuestión es el número de corredores. En la película observamos a ocho cuadrigas (carro tirado por cuatro caballos en paralelo), pero si prescindimos de los tiempos de Domiciano en que hubo seis, el número de competidores siempre fue de cuatro, perteneciente a cuatro equipos, identificados con colores: rojo (russata), blanco (albata), azul (ueneta) y verde (prasina). Tan solo el emperador antes mencionado puso el oro y púrpura, pero de corta duración. El público, como cualquier moderno aficionado al fútbol, elegía equipo y lo apoyaba. Las cuatro facciones funcionaban como auténticas empresas, tal y como lo hacen los equipos modernos en la actualidad. Los colores, a diferencia de la película, eran claramente visibles.
Sí que las figuras de delfines para contabilizar las vueltas dadas es real. De igual manera, se encontraban en la espina, lugar central que divide el edificio y donde se sentaban los jueces para observar la carrera. Sin embargo, el número de vueltas era siete. La victoria era para el primero que completaba las siete vueltas y la meta estaba marcada por la alba linea justo en el último giro. Esto último tampoco aparece en la película.
Los carros no eran tan vistosos como en la película. Eran mucho más frágiles y cualquier choque o movimiento en falso los acababa arruinando y el auriga quedaba malherido. De hecho, estos iban atados para mantenerse sobre el carro, por lo que llevaban una daga para poder cortar las cuerdas en caso necesario para no ser arrastrados por los caballos. Por supuesto, a diferencia de Ben-Hur, todos llevaban casco para prevenir males mayores. Estos accidentes debían ser habituales, pues como en las carreras de Fórmula 1 actuales, los aurigas intentaban entorpecer el paso a sus contrincantes lo máximo posible para evitar adelantamientos. Los giros, desde luego, era la tarea más peligrosa. Posiblemente, la película acierte en mostrar la dureza y peligrosidad de la competición, si prescindimos de la lucha a base de latigazos y trampas entre los competidores.