El Imperio de Carlos I
En 1504 murió Isabel la Católica. En ese momento, su esposo, Fernando II de Aragón, dejaba también de ser rey de Castilla. No obstante, hasta básicamente su muerte, Fernando fue regente de dicho reino. Tan solo lo dejó de ser, por un breve periodo de tiempo, cuando la hija de ambos monarcas, Juana I, que era la legítima heredera de los monarcas y reina ya de Castilla, llegó al reino desde Flandes con su esposo, Felipe I el Hermoso. Este, como marido de la reina, se hizo cargo del gobierno en 1506, pero murió ese mismo año. Al declararse a Juana loca e incapacitada para reinar, su padre, Fernando, asumió nuevamente la regencia.
En 1516 Fernando murió. En aquel momento, Carlos I, hijo de Felipe I y Juana I, se proclamó, en Flandes, rey de los diversos reinos peninsulares; comportamiento controvertido, como le señalaran las distintas Cortes, en concreto las de la Corona de Aragón, en tanto que su madre, aunque incapacitada, seguía estando viva. En cualquier caso, Carlos heredó un amplio territorio, herencia de sus cuatro abuelos, y daba lugar a la dinastía de los Austria que reinó entre los siglos XVI y XVII.
Por parte de Isabel la Católica, Carlos recibió Castilla y los territorios americanos que a partir de entonces fueron conquistados; de Fernando, la Corona de Aragón, que se extendía por diversos territorios del Mediterráneo; de su abuela paterna, María de Borgoña, obtuvo los Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado; de su abuelo paterno, Maximiliano I, el Tirol y Austria, al igual que la posibilidad, como así fue, de convertirse en emperador del Sacro Imperio. Se trataba de una enorme herencia y para cuyo gobierno se mantuvo el sistema de consejos temáticos y territoriales ideado por los Reyes Católicos.
La política exterior de Carlos I se basó en la idea del imperio universal y cristiano, es decir, que debía defender la Cristiandad más allá de sus propios territorios. Bajo esta idea, Carlos tuvo que hacer frente al protestantismo, iniciado por Lutero, en el Sacro Imperio. Muchos príncipes, en la Dieta de Worms de 1524, se posicionaron a favor de este, algo ventajoso para estos pues se suprimía el clero y todas sus posesiones pasaban a estar controladas por ellos. Tras años de guerra, en la Dieta de Augsburgo de 1555 se acordó que cada príncipe tomara la religión que deseara para su Estado. De igual modo, tuvo que hacer frente a la amenaza sobre la Cristiandad que suponía el islam, pues el Imperio otomano y su sultán, Solimán el Magnifico, llegó hasta las puertas de Viena, mientras que en el Mediterráneo los piratas berberiscos y, en concreto, Barbarroja, que fue nombrado almirante del Imperio otomano, acechaban las costas mediterráneas. Carlos no tuvo gran éxito en este último caso, más allá de tomar Túnez.
Por otro lado, Carlos tuvo que hacer frente a la guerra con Francia, un conflicto con el reino vecino que se remontaba a tiempo atrás. En 1521 el rey francés, Francisco I, decidió invadir Navarra y los Países Bajos, lo que llevó a Carlos I a tomar Milán, que cambiaría de manos repetidamente. Por su parte, el monarca Francés, tras una campaña en Nápoles, fue derrotado en Pavia y hecho prisionero en 1525. Pero tras su liberación, pese al pacto de paz que había sellado en Madrid, la guerra continuó, esta vez con el papa Clemente VII como aliado de Francia. Carlos I no dudó en llegar hasta Roma y saquearla. La Paz de Cambrai en 1529 puso fin, de forma momentánea, al conflicto con Francia.
En los reinos peninsulares, el emperador tuvo que sofocar en Castilla y en la Corona de Aragón dos conflictos que fueron casi simultáneos. Por un lado, las Comunidades en Castilla (1520-1522): varias ciudades castellanas solicitaban prohibir la salida de dinero de Castilla destinado a que Carlos pagara su pretensión de ser emperador, así como que los cargos fueron ocupados por naturales del reino, entre otras cuestiones. Pretendieron, sin éxito, incluso que Juana tomara el gobierno del reino. Por otro lado, las Germanías (1519-1523), en Valencia, que se originaron cuando los diversos gremios formaron, ante la huida de la nobleza por una epidemia de peste, la Junta de los Trece y llegaron a pedir el control de la producción artesanal por los gremios y la eliminación de privilegios nobiliarios. Se extendió también a Mallorca. Tanto las Comunidades como las Germanías se convirtieron en revueltas antiseñoriales en las zonas rurales.
Carlos I abdicó de los respectivos reinos, en favor de Felipe II, en 1556. Se retiró al monasterio de Yuste, en Extremadura, y murió en 1558.