Prehistoria

El Neolítico en la península ibérica

El Neolítico se inició en el Próximo Oriente hacia el 10.000 a.C. Era el momento en que la última glaciación, la Würm, terminaba y el clima, la fauna y vegetación cambiaron. Quizás la falta de alimentos en el Próximo Oriente (pero también en otras zonas del planeta como en América o el este de China) forzó a los grupos humanos que habitaban esas zonas a producir sus propios alimentos, ya fuera mediante la agricultura o la ganadería.

Independientemente de las razones que llevaron a los hombres a producir sus propios alimentos, desde el Próximo Oriente la economía productora se extendió hacia el oeste de forma progresiva. Cuando un grupo humano crecía demasiado, una parte abandonaba su hogar para buscar nuevas tierras de cultivo. Portaban con ellos variedades de cereal e incluso animales procedentes del Próximo Oriente, como demuestran los datos.

Mapa primeros yacimientos neolíticos en la Península

Así pues, hacia la primera mitad del sexto milenio (es decir, entre el 6000 y el 5500) los primeros grupos neolíticos llegaron a la Península y se establecieron a lo largo de la costa levantina y el sur de la costa atlántica del actual Portugal. En otras palabras, la agricultura y la tecnología no aparecieron en la Península como consecuencia de un descubrimiento autóctono, sino por la llegada de poblaciones nuevas.

Durante el Neolítico Inicial, que comienza con esas primeras sociedades productoras, y que dura hasta más o menos el 5000 a.C. los grupos neolíticos de las zonas señaladas se caracterizaron por vivir en cuevas, aunque de forma sedentaria, en tierras que no eran tan fértiles como las llanuras. Además, estos grupos fabricaban una cerámica que recibe el nombre de cardium por el tipo de decoración que presentan; este tipo de decoración es compartido por grupos humanos asentados en la península Itálica, Córcega, Cerdeña y sur de Francia, entre otros lugares, desde donde procedían los grupos que se asentaron en la Península. Evidentemente, los grupos productores y los epipaleolíticos (recordemos que cazadores y recolectores) convivieron e incluso realizaron intercambios en este periodo.

Ejemplo de cerámica cardial

A partir del 5000 a.C., se considera que se inicia el Neolítico Pleno. Los grupos asentados en las costas mediterráneas, ante el crecimiento demográfico de los asentamientos, buscaron nuevas tierras en el interior de la Península, ocupando ahora sí tierras más fértiles y estableciendo los asentamientos al aire libre. Por otro lado, los grupos epipaleolíticos, por imitación, adquirieron también la economía productora.

Frente a la más o menos homogeneidad del Neolítico Inicial, en el Neolítico Pleno diversas zonas de la Península empiezan a manifestar rasgos culturales propios. Por ejemplo, hacia la segunda mitad del quinto milenio, y durante un milenio, encontramos los sepulcros de fosa en la zona de Cataluña.

Además de la cerámica y el sedentarismo, el Neolítico se caracteriza por la necesidad de nuevas herramientas, así aparecen útiles relacionados con la labranza, como por ejemplo la hoz o el trillo, realizados con microlitos obtenidos mediante la talla del sílex. También aparece una nueva técnica, la piedra pulimentada, destacando las hachas y azuelas, herramientas que todo aquel que sepa algo de la agricultura tradicional las encontrará, no solo útiles, sino totalmente necesarias para la siembra y recolecta. Se siguen utilizando otros materiales como el hueso para la fabricación de útiles, destacando las cucharas neolíticas. De igual modo, los adornos se hacen más importantes en una sociedad que empieza a caminar hacia la desigualdad, especialmente cuando surjan los metales. En cualquier caso, los grupos humanos crecieron en tamaño si los comparamos con los grupos paleolíticos.

Para terminar, hacia el 4800 a.C. surge, al igual que en el resto de Europa, el megalitismo, que perdura también durante el Calcolítico o Edad del Cobre y la Edad del Bronce (hasta el 1300 a.C.), que se caracteriza por la construcción de monumentos con grandes piedras, en especial dólmenes. Son característicos los del suroeste y sureste peninsular, que es donde tienen mayor tamaño. En esta última zona es donde, a partir del 3000 a. C. se desarrolló la cultura de Los Millares, que de forma autóctona halló la metalurgia.

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